De nuestro colaborador Eduard Terrades Vicens
El wuxia pian goza de buena salud, eso es innegable. Quién no quede convencido con ello que visualice 14 Blades, una espectacular cinta de espadachines situada en la Dinastía Ming , basada en Secret Service of the Imperial Court (Tony Lo, 1984), una antigua película de la Shaw Brothers. Daniel Lee la recupera y le da una personalidad propia recuperando la esencia de este tipo de películas marciales en las que el uso de los cables convencionales sirve para desarrollar una puesta en escena coreográfica muy próxima al ballet o a la danza. Si a eso le añadimos una pizca de aventuras por la vasta región de la china desértica de antaño, unos personajes estereotipados con roles predeterminados, un romance de por medio, y un espadachín con catorce espadas en su haber, sin duda alguna, nos hallamos delante un swordsplay clásico.
Esta aventura de héroes caballerescos, que en palabras de Donnie Yen (ejerciendo el rol de protagonista principal encarnando al guardaespaldas Qing Long) luchan por preservar su dignidad, nos cuenta las trifulcas internas entre una elite de guerreros (jinyi wei) al servicio del Emperador y varios reinos conspiradores que quieren derrocar el poder de su señor mediante la falsificación del sello imperial que le otorga plena legitimidad para gobernar. Yen es el mejor luchador de esta secreta facción de agentes especiales al servicio del emperador, y a consecuencia de una emboscada preparada expresamente para que le inculpen toda la responsabilidad ante el robo del sello original, debe huir por los páramos agrestes de la China profunda al ser considerado un traidor. Gracias a un grupo de forajidos y a la ayuda de una muchacha (Wei Zhao) de la que pronto se encariña, podrá salvaguardar su nombre y evitar que el falso sello sea institucionalizado.
En definitiva, una reconstrucción fílmica de los parajes de la China de la Dinastía Ming con combates marciales que dejarán pasmados a los espectadores que más disfrutan con este tipo de productos. La peculiaridad que distancia esta película de otras con argumento similar es la artimaña que lleva consigo Yen, en la que esconde las mencionadas catorce espadas, así como otros artilugios que le permiten deslizarse burlando la ley de la gravedad. Otro elogio que al mismo tiempo resulta un alivio para el espectador es la perfecta integración de la historia en el montaje, pues el filme se sigue sin demasiados problemas (más allá del reconocimiento exhaustivo de todos los personajes) y no hay confusiones argumentales que si encontramos en productos de por ejemplo Tsui Hark (Siete Espadas sin ir más lejos, también con Donnie Yen). En este aspecto es de agradecer que la narración no sea un problema para disfrutar de las exquisitas coreografías marciales que adornan la historia como complemento esencial ante una trama de corrupción y venganzas.
14 Blades no es una obra maestra del género, pero si aporta un dinamismo que no se ve en otras producciones similares en las que el tedio se impone a la media hora de metraje. Por lo tanto, y aunque sea un blockbuster para amasar dinero a base de las tortas impuestas a golpe de espada, su buena lógica interna nos hace pensar que sus responsables han querido ir más allá del simple entretenimiento. Tal vez a finales de año podremos revalorarla y otorgarle el distintivo de mejor wuxia del 2010.