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‘A Hundred Flowers’: el poder de los recuerdos

16/06/2023

El olvido, el recuerdo, la memoria del pasado… Sin duda, todo esto es importante para Genki Kawamura, director de A Hundred Flowers, su opera prima como realizador. Y ha sido importante para él desde hace ya tiempo, puesto que en su novela “Si los gatos desaparecieran del mundo” (publicada en 2012) ya se revelaba este hecho: un misterioso personaje (¿ángel/demonio?) proponía al joven cartero protagonista, al cual le acaban de diagnosticar una enfermedad terminal, alargar un día de vida por cada objeto animado o inanimado del que se fuera deshaciendo. El joven comenzará a desechar enseres materiales como su móvil, su colección de películas, y así, hasta llegar a su gato Col… Es entonces cuando se da cuenta de algo: cada vez que elimina algo de su vida, elimina también el recuerdo que va asociado a ese objeto/ser, recuerdos que lo han conformado como quien hoy es… ¿Podrá dejar sus memorias atrás para así robarle tiempo a su enfermedad? ¿Tendría entonces verdadero significado su vida?

Alzhéimer y otras coincidencias

Los recuerdos y su transcendencia… La novela (traducida y publicada en nuestro país), se trasladaría en 2016 al cine (con guion del propio Kawamura), un film en el que participaría la actriz Mieko Harada, protagonista de A Hundred Flowers.

Años más tarde, en 2019, Kawamura, en un pretendido homenaje a su abuela fallecida, que tuvo que lidiar con la enfermedad del alzhéimer, escribía la novela “Hyakka”, de la cual acabó escribiendo el guion de la película que nos ocupa, y que terminaría dirigiendo. La carambola llegaba cuando en 2020, la actriz Mieko Harada (artista mítica del cine clásico japonés a quien todos recordamos por el personaje de Lady Kaede en Ran de Akira Kurosawa) estrenaba en cines en Japón, en plena pandemia, un documental dedicado a su madre, sobre el proceso de transformación que ésta sufrió al ser diagnosticada con alzhéimer. Kawamura acudió al estreno del film; la conexión era clara… El resultado final: A Hundred Flowers.

Así pues, la película, que tendría su premier mundial en el Festival de San Sebastián del año pasado, con la asistencia al certamen del realizador y la actriz, consiguiendo alzarse con la Concha de Plata al mejor director, ¿es una película sobre el alzhéimer? Sí, pero con matices.

La transcendencia de la memoria

Si bien es cierto que seguimos los pasos del deterioro mental de Yuriko Kasai (Mieko Harada), una madre con una relación algo tensa y distante con su único hijo (interpretado por el actor Masaki Suda), no menos importante son los recuerdos que este hijo atesora acerca de la relación con su madre: unos recuerdos que marcan su tirantez y su rencor hacia su progenitora. Pero ¿y si esos recuerdos que cree indelebles en el tiempo y, a su parecer, absolutamente fiables resultan no ser tan reales como él piensa?

Y es aquí donde radica el verdadero propósito del film al que Genki Kawamura intenta acercarnos, y lo hace a través de dos memorias: la de una madre que va a olvidar (hermoso y ciertamente original cómo el director describe, cinematográficamente hablando, el deterioro progresivo de la mente de Yuriko); y la de un hijo que no deja de recordar.

A Hundred Flowers es un bello, delicado e intimista primer trabajo detrás de las cámaras (ya lo único que le faltaba después de una importante carrera como productor, escritor y guionista) de Genki Kawamura. No saldremos indiferentes después de su visionado.

Por Gloria Fernández

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