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Blades of Blood (2010, Corea del Sur)

17/03/2011

Año: 2010
País: Corea del Sur
Director: Lee Joon-ik
Duración: 111 m.
Género: Drama/Acción
Protagonistas: Hwang Jung-min, Cha Seung-won,
Baek Seong-hyeon, Han Ji-hye
Sorprende la gran cantidad de películas ‘de época’ (o sea, ambientadas durante la dinastía Joseon, entre 1392 y 1897) que produce el cine coreano. Sin entrar en un análisis del fenómeno, uno intuye que la combinación de valores como el exotismo, el romanticismo (a veces) y un diseño de producción espectacular son atractivos para el público. Además, claro está, interviene la cuestión del seguidismo tras el éxito (arrollador, en algunos casos) de títulos precedentes en este género. También resulta curioso que la mayoría de ejemplares de este tipo de filmes se mezclen con la acción (hablo de peleas con sables, más o menos realistas), el thriller o la intriga política, dejando el melodrama (al que también se suele prestar el género) para los seriales televisivos. Tales tendencias de la industria tienen su continuidad en esta Blades of Blood, cinta basada en un popular cómic coreano (otra fructífera moda de los últimos años), y realizada por Lee Joon-ik, quien dirigiera The King and the Clown (2005), la más taquillera película histórica de todos los tiempos (y la segunda en la clasificación general), aunque aquélla estaba más bien orientada hacia el drama y la recreación del periodo. En su anterior trabajo, Sunny (2008), Lee había optado por el espectáculo del cine bélico, de manera que se puede decir, como hace el crítico Lee Hyo-won, que el cineasta ha seguido el curso natural en su evolución como director creando ahora una period movie trufada de artes marciales.
En realidad la película ofrece más que eso. El cóctel de géneros lleva además del recipiente ‘de época’ y de la acción (sofisticada), una buena dosis de intriga política, menos drama del que quisiera y una pizca de comedia. El conjunto está bien dosificado y aporta una amena sensación de entretenimiento ligero, a pesar de generar alguna que otra contradicción dramática (en el dibujo de la personalidad de los personajes, por ejemplo, que basculan de una actitud a otra sin que uno sepa muy bien cómo tomárselos). El resultado puede parecer extraño para los estándares de nuestro cine más cercano, pero no para los de Corea del Sur.
No he dicho todavía de qué va la película. Estamos a finales del siglo XVI. Los japoneses están a punto de invadir Corea mientras el gobierno del país se descompone en luchas intestinas. En tal situación de descontrol, un grupo de hombres forman la Gran Alianza, con el fin de combatir la corrupción de los gobernantes a la vez que repeler al enemigo. Su líder, Mong-hak (Cha Seung-won), está dispuesto a todo por derrocar al rey, incluso a asesinar a quienes se le oponen dentro de su propio grupo, lo que le granjea la enemistad de antiguos aliados, como el legendario espadachín ciego Hwang (Hwang Jung-min). Éste se unirá al joven Gyeong-ja (Baek Seong-hyeon), cuyo padre (un oficial) ha muerto a manos de Mong-hak, para perseguir y detener a su enemigo común.
Como corresponde a todo buen blockbuster, la película es aventurera, dinámica, espectacular y divertida por momentos, su acción es para todos los públicos (hay sangre para darle una cierta oscuridad, pero el nivel es moderado), y sus intérpretes son guapos (bueno, excepto Hwang Jung-min, a quien alguien dijo una vez que no triunfaría en el cine por su cara poco agraciada, pero que ya es uno de los actores más reconocidos del país). Sin embargo, su éxito ha sido discreto. Me permito aventurar que se debe a sus deficiencias, de nuevo, en el apartado dramático, el alma de todo film de estilo clásico. Los personajes son planos, por mucho que en la última escena –sorprendentemente– se intente dotarlos de relieve (cierta profundidad psicológica, en base a supuestas contradicciones en su carácter que… ¿deberíamos haber visto?). El propósito fracasa porque llega tarde; ya no es creíble, pues hasta entonces la atención ha estado puesta en la estética. No se puede tener todo. ¿O sí?
Lo mejor: Hwang Jung-min como el Zatoichi coreano.
Lo peor: Que a última hora nos vendan que Mong-hak no era tan malo.
Jordi Codó (Cinema Kim)
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