Escribo la crónica de este cuarto día de Festival mientras espero la llegada del bus nocturno que ha de conducirme a casa. La ventaja principal de acudir a un evento de estas características que te pille cerca de tu lugar de residencia es el ahorro inestimable en gastos de hoteles o apartamentos, aunque también es cierto que se pierde un poco de vivencia del ambiente propio de un festival, ¡y si encima te pilla trabajando, pues peor que peor!. Los festivales de cine hay que disfrutarlos a tope (bueno, cada uno ha de ser consciente de dónde están sus limitaciones), porque puede ser que aquel film que te perdiste por cansancio acumulado u obligaciones varias luego resulte ser el peliculón del certamen, y que además sea una coproducción chino-malaya que no vayas a ver en tu vida estrenada en tu país, y no te quede más remedio que jugártela a la ruleta rusa con la Ley Sinde e intentar buscarla en la web de algún buen samaritano que haya tenido el detalle de colgarla. No quiero ponerme a hablar del problema de la piratería porque me saldría mi lado más bucanero, y tampoco es eso; pero qué triste resulta que los que amamos el cine minoritario, aquéllos que disfrutamos con la obra de directores que con tres mandarinas y dos platillos chinos son capaces de enhebrar orfebrería pura en la pantalla, nos veamos relegados a quedarnos con las migajas de la gran industria. ¿Negocio o arte? ¿Y por qué tienen que ser términos excluyentes? En fin, tampoco quiero deprimir a la parroquia, porque siempre nos quedarán aventureros como los organizadores de este Festival de Cine d´Autor que removerán cielo y montaña por conseguir allanar el camino a unas obras que, desde luego, lo tienen plagado de espinas. Recuerdo hace ya algunos años haber acudido al Festival de Guadarrama (del que seguro nadie se acuerda si es que ha tenido noticia alguna vez), donde una sola persona, Juan Manuel Cotelo, se peleaba con gerifaltes y mandamases por llevar buen cine de autor a un lugar donde lo único que existía eran veraneantes de la sierra y lugareños con poco ánimo intelectual. No sé cómo el hombre se lo podía montar, pero cada año proyectaba películas egipcias, argentinas, chinas, coreanas… y lo oías hablar en las presentaciones y palpabas la pasión que sentía por el cine.
Hoy la programación se presentaba un tanto corta en cuanto a cine asiático se refiere. Para ser exactos no incluía ninguna película proveniente de allá. Pero si nos fijamos en los dos títulos que escogí como menú para este lunes las conexiones con el universo cinematográfico oriental han sido más que evidentes: un documental realizado por un director catalán que tiene el elemento asiático muy presente en su obra y un largometraje rodado en pleno desierto del Kazakhstán. Isaki Lacuesta, director del documental La Noche que no Acaba, es un cineasta singular que hace tan sólo unos meses mantuvo una correspondencia cruzada en forma de cortometrajes con la realizadora japonesa Naomi Kawase (El Bosque de Luto). Estas pequeñas piezas, acompañadas de un epílogo rodado en Banyoles, se expusieron en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Las misivas de Lacuesta mostraban su lado más intimista, mientras que las cartas que le devuelve la japonesa son un espejo de la nueva etapa que inició Kawase después del nacimiento de su hijo. El cineasta nacido en Girona presentó en el Festival de Cinema d´Autor el documento dedicado a la figura de Ava Gardner La Noche que no Acaba, basada en el libro Beberse la Vida escrito por Marcos Ordóñez. El film se incluye dentro de la sección Autoría Catalana 2010, un puñado de obras autóctonas producidas a finales del año pasado de jóvenes realizadores que representan la cara más independiente del cine hecho en Catalunya (La Vida Sublime, Blog, Caracremada, María y Yo y el documental que nos ocupa componen este atrayente ciclo). El director de Cravan vs Cravan o Los Condenados nos habla de una mujer que vino a rodar a España y cómo su contacto con un mundo ajeno a las imposturas hollywoodienses consiguieron mutar al personaje en persona. Explorando distintos formatos y convirtiendo los pocos momentos grabados de esta estancia en un taller de experimentación donde se suceden entrevistas a testigos directos del momento, impagables imágenes de una Costa Brava de la época donde Ava se trasladó para rodar Pandora y el Holandés Errante, imágenes del Nodo… todo ellos al puesto al servicio de un ejercicio de desmitificación de una actriz que pasó de ser un objeto manejado por los grandes estudios (esa esperpéntica boda con Mickey Rooney y su posterior divorcio para ir alimentando su fama de femme fatale) a mito postulante a Carmen, con sus devaneos amorosos con distintos toreros patrios. Un fascinante juego de espejos que demuestra el talento de un cineasta que maneja el metacine como nadie.
La segunda película del programa doble propuesto fue la rusa Wild Field (Dikoe Pole, 2008). El film nos narra las desventuras de un médico (con un parecido asombroso con el tenista Novak Djokovic), que se encarga de atender a unos cuantos lugareños desparramados en un lugar de la estepa desértica que perfectamente podría ser el fin del mundo. Con total seguridad no se trata de la mejor película vista hasta ahora (aunque en otro certamen con un nivel menos bajo destacaría). Falta bastante profundidad en los personajes (sobretodo en los secundarios) y el guión avanza a marchas demasiado forzadas, con unos devaneos hacia el realismo mágico que tampoco ayudan a la cohesión de lo relatado. De todas formas, Wild Field pertenece a una clase de trabajos que me atrae mucho en los festivales. Rara vez espero que sean grandes, pero las veo menos por sus historias o por sus innovaciones formales que por la oportunidad que brindan a la gente de poder ver una parte del mundo que de otra manera no se como conoceríamos (Tulpan sería otro ejemplo reciente de este tipo de cine). Y en este aspecto la propuesta cumple a la perfección, con una fotografía espectacular digna de mención. Es cine invisible que se hace visible gracias a la pericia de unos programadores a los que nunca me cansaré de reverenciar.
Y hasta aquí la crónica de la cuarta jornada del D´A 2011. Mañana el repertorio incluye la película argentina El Hombre de al Lado y la tailandesa Hi-So, a la que tengo muchas ganas de echarle el guante.
Bona nit!
Francisco Nieto
CineAsia