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DA 8: Diario del acreditado novato que aprendió hasta del gato. Día 8

11/05/2011

‘El octavo día’, a parte de ser el título de una película de autor de nacionalidad francesa, que   dirigió Jaco van Dormael en 1996, es el que ahora mismo acabo de vivir en este cada vez más efímero festival. Hoy la cosa ha ido de parejas, y no precisamente de historias de amor, sino de relaciones extremas en escenarios fronterizos. Tanto la rumana Morgen como la rusa How I Ended this Summer nos hablan de vínculos imposibles y afinidades chocantes, de lo difícil que puede resultar la convivencia cuando hay sentimientos por medio o la realidad es un camino sembrado de obstáculos.

Pero antes de analizar lo que ha dado de sí esta jornada permitidme que hable un poco del repóker de directores asiáticos que han tenido el privilegio de ser los primeros en presentar sus obras en este Festival. Un chino, un coreano, un tailandés y dos japoneses componen este variado y ecléctico puñado de cineastas asiáticos que han deleitado al respetable con una mirada fresca y sobretodo íntegra e insobornable. Wang Quan’an pertenece a la llamada Sexta Generación del cine chino, conocida también como la generación urbana, donde se incluyen también nombres tan importantes como Jia Zhangke o Wang Xiaoshuai. En nuestro país lo conocemos por La Boda de Tuya (2006), aquella preciosa historia que transcurría en la Mongolia interior en la que una mujer con un marido inválido accedía a casarse con otro hombre con la condición que éste bregara con ambos. Ahora nos presenta Apart Toguether, un relato donde aborda la problemática de los exiliados de China a Taiwán en los años 30 que no pudieron regresar a sus hogares hasta cincuenta años después. Por su parte, Hong Sang-soo es un realizador que viene avalado por el reciente premio en la sección Un Certain Regard del pasado Festival de Cannes conseguido por su película Hahaha, aunque los más eruditos en cine asiático ya lo tenían desde hace unos años como autor de referencia, con títulos tan valorados como Woman on the Beach, de 2006 o Night and Day, de 2008. En fechas muy recientes Intermedio editó un cofre con algunos de sus films fundamentales: una selección imprescindible presentada por el director catalán Albert Serra, quien también se ha encargado de presentar Oki’s Movie en este Festival. Aditya Assarat ha resultado un verdadero descubrimiento para mí, pues no tenía referencias de su cine antes de ver Hi-So, film que ha cosechado muy buenas críticas en su paso por el D´A. Assarat ya había sido reconocido anteriormente por Wonderful Town, que ganó entre otros el premio a mejor película en el Festival de Pusán de 2007, y en la que ya trataba los traumas y heridas emocionales que quedaron en los habitantes tailandeses tras el desastroso tsunami acaecido en 2004. Y si este realizador de Bangkok me era un perfecto desconocido hasta ahora, no puedo decir lo mismo de los dos cineastas japoneses que más aplausos por metro cuadrado han recogido estos días, y es que tanto Sion Sono como Takeshi Kitano son dos auténticos maestros, a los que incluso la categoría de autor se les quedaría muy corta. Asistir a una proyección de sus películas sigue siendo toda una experiencia extrasensorial. Su cine es un cine sin concesiones, brutal, despiadado cuando se requiere, aunque en sus trabajos también son reconocibles esas fugas humorísticas que son auténtica marca de la casa. Mientras esperamos ansiosos un nuevo proyecto de la oficina Kitano, Sono ya se ha puesto manos a la obra y recién acabada su penúltima producción, Guilty of Romance, ya ha comenzado a rodar Himizu. Esperamos poder ver alguno de estos dos títulos (sino los dos) tanto en el Festival de Sitges como en este Festival de Cinema d´Autor.

Hoy viernes abrí boca con Morgen, una de las últimas producciones independientes de la llamada nueva ola de cine rumano, que sigue regalándonos pequeñas obras que arrasan allá por los certámenes en las que se presentan. Morgen nos explica la historia de un hombre de mediana edad que trabaja como guarda de seguridad en el supermercado local en Salonta, un pequeño pueblo de la frontera rumano-húngara que suele ser paso habitual de todos aquellos emigrantes ilegales que intentan cruzar a Hungría y luego seguir hacia Europa Occidental. Un día se topa con uno de estos exiliados y decide acogerlo en su casa. Aunque no es capaz de comunicarse verbalmente con él, ambos acaban trabando una sincera amistad. Tan sencilla trama es acorde con un sentido de precariedad narrativa que nos recuerda a la chilena Gigante de Adrián Bíniez. Se nos explican mediante pequeños detalles aspectos universales que, por desgracia, están sucediendo en nuestros días, tales como el rechazo a otras culturas, la corrupción existente en el funcionariado que se deja sobornar por casi nada, la ceguedad de la burocracia; en definitiva, la insensibilidad latente a los problemas puramente humanos. Morgen es una película que reivindica en un tono perezoso y ténue la importancia de los vínculos, tema por otra parte muy presente en otras propuestas de este Festival. Marian Crisan, director rumano que debuta con este film en el terreno del largometraje, incide en el mensaje negativo que recibimos por parte de los medios de comunicación que nos lleva a ver a los extraños como una amenaza potencial para nuestra propia seguridad.
Y si Morgen trata de relaciones extrañas, no menos chocante e insólito es el vínculo afectivo entre los dos protagonistas de la rusa How I Ended this Summer. De entrada una producción rodada íntegramente en el escenario imposible de una estación polar situada en una isla desierta en pleno Océano Ártico, de dos horas de duración, y con tan solo dos personajes eran una premisa con demasiado peso a estas alturas de festival. Pero los galardones conseguidos en el pasado Festival de Berlín, donde se reconció la labor de los dos solitarios intérpretes con el Premio compartido a Mejor Actor me animó a aventurarme, y desde luego no he salido decepcionado para nada. Quizás el metraje sea un tanto excesivo, y algún giro de guión hacia el último tramo de la película pueda parecer un poco forzado, pero desde luego es un conjunto tan original como entretenido. Sergei, el meteorólogo experimentado, y Pavel, un graduado reciente de la universidad, se las verán y desearán con los caprichos de la naturaleza y del propio ser humano para sobrevivir en un verdadero infierno helado. Existen varias escenas que quedan marcadas a fuego en la retina del espectador, como aquella en la que un hambriento oso polar intenta zamparse al pobre Pavel, o aquella otra en la que imaginando el dolor y frustración que va a sentir su compañero de mayor edad cuando le de una trágica noticia, el mismo Pavel intenta por todos los medios alargar la confesión de la mala nueva. Es un film de silencios y de héroes que están aletargados esperando el momento de actuar. Una de las mejores propuestas del Festival, que no me extrañaría que diera el campanazo a la hora de anunciar el ganador final del público.
Por cierto, ha vuelto a anunciarse una clasificación parcial de los votos del respetable. En esta ocasión, las novedades más importantes es el sorpresivo segundo puesto de María y Yo, el documental español en el que se trata el tema del autismo, así como la tercera posición de la argentina El Hombre de al Lado, otro film de parejas imposibles. A dos días del final, la cosa parece estar más reñida que nunca, aunque por ahora el liderazgo de la francesa Pequeñas Mentiras sin Importancia parece incontestable.
Bona nit!
Francisco Nieto
CineAsia
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