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D’A Festival internacional de cinema d’Autor de Barcelona. Crítica de Like Someone in Love (Japón)

09/05/2013

Año: 2012 País: Japón, Francia. Director: Abbas Kiarostami. Duración:109 m. Género: Drama, Comedia. Protagonistas: Tadashi Okuno, Ryo Kase, Rin Takanashi, Denden, Ryota Nakanishi. Proyectada en: D’A Festival internacional de cinema d’Autor de Barcelona.

Sinopsis: Una joven estudiante universitaria de sociología se dedica a ejercer de dama de compañía para poder pagarse las clases, aunque para ello tenga que mantener engañado a un novio bastante celoso que no para de incordiarle para saber dónde está en cada momento. En uno de sus trabajos nocturnos, conocerá a un profesor universitario jubilado con el que entablará una extraña aunque tierna amistad. A partir de entonces se establecerá un triángulo afectivo trufado de verdades y mentiras que desembocará en un final nada previsible.

Crítica: En 1951, y tal como podemos leer en el muy recomendable libro recién salido a la venta, Amistad, el Último Toque Lubitsch de Samson Raphaelson, el realizador austriaco Josef von Sternberg, quien durante su extensa carrera cinematográfica dirigió clásicos de la talla de El Ángel Azul o El Embrujo de Shangai, acometió su última aventura fílmica en las lejanas tierras japonesas, donde concretamente rodó en japonés y con actores del terruño La Saga de Anathan. Lo más curioso del caso es que la totalidad del film se rodó en estudio, por lo que más de uno no acabó de entender la razón por la que había decidido ir a rodar tan lejos si luego no iba a beneficiarse ni de una toma exterior. Cuando un periodista le cuestionó sobre esto mismo, el veterano realizador simplemente le contestó: “Es que soy un poeta”. Pues bien, otro “poeta” contemporáneo del cine, el iraní Abbas Kiarostami, se traslada al lejano Oriente para regalarnos esta Like Someone in Love (se podría traducir por algo así: ‘como alguien enamorado’), un título que aparte de que sonará a alguno de los seguidores más acérrimos de la cantante islandesa Bjork (no en vano una de sus canciones más conocidas comparte el mismo título), nos viene a hablar de tres personajes, una mujer y dos hombres, quienes se encontrarán y desencontrarán en el ruidoso Tokio para exponernos una pléyade bastante atrayente de sentimientos y sinsabores de los que seremos testigos directos desde un primer instante.

Akiko, que así se llama la protagonista, parece una heroína recién sacada de una película clásica de Yasujiro Ozu o de un film moderno de Hong Sang-soo, por citar a dos referentes directos que los más avispados seguidores del cine asiático notarán enseguida. Kiarostami parte de una premisa en apariencia simple, coloca a su trípode de personajes a la altura del punto de vista de su tatami particular y a partir de entonces se dedica a especular sobre las diferentes acciones-reacciones que se van produciendo a lo largo del metraje, derivando, como diría Borges, hacia jardines de senderos que se bifurcan en varias direcciones. Es importante destacar la fina ironía que subyace en cada una de las secuencias que componen esta película. El director se sirve de un divertido juego de equívocos (el joven piensa que el mayor es el abuelo de la chica que ha venido a visitarla) para ahondar en las relaciones humanas desde un prisma más psicoanalítico que culturalista o etnológico. Y el resultado final es muy gratificante. En ningún instante da la sensación de que sea un autor extranjero el que está detrás de las cámaras (¡aprende un poco Coixet!) sino más bien todo lo contrario, parece que Abbas haya encontrado un caldo de cultivo idóneo en los paisajes urbanos de la capital nipona para poder exponer con toda su sofisticación y complejidad (su maestría se basa en llegar a la esencia desde la dificultad) esta fábula emotiva que no debería pasar desapercibida al buen catador de joyas cinematográficas a descubrir. Los actores están geniales en sus caracterizaciones, destacando sobremanera la actuación de un impresionante Ryo Kase (Outrage Beyond, Letters from Iwo Jima), quien borda su rol de novio receloso de las actividades ocultas de su pretendida novia, a la vez que nos ofrece un par de diálogos impagables en los que nos demuestra lo buen actor que puede llegar a ser. En el debe de la función, por poner algún pero, existen ciertos momentos en que el director se deja seducir por los neones y negros contrastes de la noche de Tokio, lo que le acerca demasiado a otras visiones impostadas de esta ciudad tipo Lost in Translation o Mapa de los Sonidos de Tokyo.

Lo mejor: El trío protagonista, perfecto en sus respectivos roles.

Lo peor: Que pase desapercibida y que el gran público la vea como la obra menor de un autor marginal.

Por nuestro colaborador Francisco Nieto

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