El día ha amanecido igual de fresquito que ayer. Los aires “vigatanos” no perdonan a los foráneos, y que mejor que una jornada hongkonesa para calentar el ambiente; y es que ya saben que uno de los géneros más importantes de la cinematografía de la ex-colonia británica son las artes marciales y, por ende, el cine de acción en general. Pero la mañana ha sido más tranquilita de lo esperado, con la taiwanesa The Arti, una cinta infantil que glorifica uno de los mayores logros artístico del país que son el teatro de marionetas: una disciplina artística que le sirve a su realizador, Huang Wen-chang, para contar una fabula tamizada por la fantasía heroica local en torno a un par de hermanos, virtuosos con la espada, que reciben como regalo un robot que ha inventado su padre; no obstante, para mantenerlo y conseguir la energía necesaria para que abastecerse, deben recorrer toda la Ruta de la Seda. Una producción ideal para los más pequeños de la casa que combina animación digital y la filmación de los títeres.
Para marionetas monstruosas la “kaijû eiga” del día: El Monstruo que Amenaza el Mundo (Daikyojû Gappa, 1967), prácticamente la única producción con criaturas gigantes que produjo la “major” Nikkatsu con la excusa de tapar agujeros de la compañía en una época en que sus cintas de yakuza y sus “roman porno” empezaban a desinteresar a los espectadores. Los Gappa son una especie de aves prehistóricas con atributos reptiloides que viven en una isla del Pacífico, hasta que un equipo de exploradores, pagados por un mandamás de Tokio, se hacen con uno de los huevos de esta especie para exhibirlo públicamente. Papa y Mama Gappa acudirán al rescate de su retoño, llevándose por el camino cuantas más maquetas mejor. Como veis, un remake inconfeso del Gorgo de realizador Eugene Lourié.
A primera hora de la tarde hemos quedado impresionados con el documental For the Love of a Man, que explora el fanatismo que despierta la estrella de cine Tamil Rajnikanth. Desgarradora por los testimonios reales, un docudrama que a más de uno le ha dificultado la buena digestión, sobre todo por la exacerbada pasión que sienten algunos de sus seguidores, llegando incluso a sacrificar la economía doméstica y el bienestar de sus familias para poder adorar (o emular) a esta “superstar” artificial, al que consideran un líder espiritual. Un documental coproducido entre India y Holanda que debería ser de visionado obligado, que desata el debate apasionado y que seguramente hubiera necesitado de más puntos de vista. Con todo, no impide que sea un excelente trabajo periodístico, no exento de polémica, y que demuestra que la política y religión no solo es cuestión de estado, sino que también interfiere en la industria del cine y, sobretodo, en sus campañas de marqueting.
El siguiente documental que hemos podido ver también ha estado dedicado a una estrella pero en este caso filipina: Rodolfo Valentino Rudy “Da Boy” Fernandez, el rey de las películas de acción de su país durante la década de los 80 y principios de los 90. Sin embargo, The Last Pinoy Action King en este caso se trataba de un “biopic” recopilando los momentos álgidos de su carrera, así como los momentos en que su estrellato decayó. Una hora y media construida a base de material televisivo, fotografías y fragmentos con las escenas más representativas de sus películas, y seguramente mucho más completo en su totalidad, y por los puntos de vista ofrecidos, que no el anterior.
Y por fin, a las 7 de la tarde hemos podido ha llegado la hora de Hong Kong con Office, un filme muy esperado por el nombre que había detrás: Johnnie To. O mejor dicho, como entiende el otrora fundador de la Milky Way Image la crisis financiera que ocurrió después de la caída de los Lehman Brothers. ¡Y a ritmo de musical! A pesar de su excesivo metraje, es sin duda la película más insólita, diferente y más atrevida de su realizador. Y porque no, ¡De todo el festival!
Y por fin, a las 22 horas las audiencias afines al cine de artes marciales se han conjurado en la “Bassa de los Hermanos” para gozar de una nueva entrega de las aventuras de Ip Man, la verdadera saga dirigida por Wilson Yip y protagonizada por Donnie Yen (cada vez más comedido en su rol dramático, sin abandonar su talento marcial). El filme no podía empezar mejor, con un jovencísimo Bruce Lee demostrándole a Ip Man que ya apuntaba maneras cuando se conocieron por primera vez, y que era más chulo que el ocho. Finalmente, a la hora de los fantasmas llegó el momento de la sesión gamberra: Z Island, una de varones yakuza perdidos en una isla de infectados, que ya habíamos visto otras veces, pero que por lo menos se digna a respetar la esencia del género y abandona la tendencia contemporánea de ofrecer sangre digital para volver a lo que se le pide a este tipo de productos, que es el gore artesanal, con vómitos y la representación de otros fluidos corporales que provoquen la grima del espectador. Imprescindible. Además, en ésta más que decente “yakuza-zombie movie” (toma subgénero) se recupera uno de los actores del V-Cinema por antonomasia: Sho Aikawa, el hombre ardilla, visto en tantas producciones de Takashi Miike. Con esta ida de olla final, Hikari ya ha tenido suficiente por hoy y regresamos, en procesión junto con otros compatriotas fantasmas suyos, hacia la pensión yôkai.