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Diez motivos por los que no perderse «La casa del tejado rojo»

09/04/2015

la casa del tejado rojo 21Cada película firmada por Yoji Yamada supone un reencuentro con un modelo cinematográfico en declive. En pleno siglo XXI, donde prima el tirón comercial a una historia bien narrada, en la que el cine en 35 mm ha dejado paso al digital, la mirada de un artesano que ha crecido filmando películas, aprendiendo de cada uno de sus planos y de cada mirada de sus actores, es algo tan raro como extraordinario de ver. Ese término que muchos críticos han acuñado como cine clásico, es el sello que el director octogenario nipón imprime a sus producciones. De ahí que para alguien que no está acostumbrado a ver este cine en salas de estreno, no pueda apuntar uno, sino:

DIEZ MOTIVOS POR LOS QUE NO PERDERSE «LA CASA DEL TEJADO ROJO»

1.Por la historia

Sin historia no hay nada que contar. Y más si es la primera vez a lo largo de una carrera en la que un director se decanta por contarnos una historia de amor: un drama familiar con un secreto que perdurará a lo largo del tiempo. Para la recreación de la historia, Yoji Yamada ha acudido a la novela de Kyoko Nakajima, Chiisai ouchi, ganadora del Premio Naoki en 2010. Una historia tan sencilla como conmovedora. La vida de una joven, Taki, que en 1936 deja su casa en el pueblo para servir a una familia acomodada en las afueras de Tokio. Taki velará por la seguridad de la familia, y será leal a Tokiko, la mujer de la casa, cuando ésta se sienta irrefrenablemente atraída por un colega del trabajo de su marido, en un tiempo en el que la infidelidad era socialmente vista como una lacra.

THE LITTLE HOUSE2.Por la forma en la que está contada la historia

La casa del tejado rojo arranca donde tantas historias acaban, en un cementerio. Junto a la mirada de una familia que acaba de perder a uno de sus miembros, la anciana Taki, una vieja un tanto especial que ha acabado sus días en una vieja casa, nos encontramos la mirada de su nieto Takeshi, que a través de las páginas que le ha dejado su abuela, descubrirá una historia de amor, de fidelidad y de culpa. La elegancia de Yoji Yamada a la hora de situar la acción en dos épocas, y narrarla a través de los recuerdos de Taki, o bien de las reflexiones de su nieto, permiten al espectador sumergirse en la historia como si estuviera escuchando un cuento. Las líneas escritas por Taki se convertirán así en el motor de la narración, al trasladarnos al pasado, pero sin prescindir del presente, sobre el que pesan los recuerdos, y sobre el que descubriremos cómo de la misma manera que los cerezos florecen en la primavera nipona, los secretos mejor guardados, un día afloran al exterior.

3.Por el contexto histórico que relata

La acción principal de la historia discurre entre 1936 y el final de la Segunda Guerra Mundial. Una época en la que Japón, y en concreto Tokio, está impregnándose de la cultura occidental (la inminencia de unos Juegos Olímpicos que al final no llegan, la cultura del ocio, de la música o del teatro). Si bien es cierto que en muchas ocasiones los directores japoneses nos han hablado del Japón de la posguerra y de la recuperación de un pueblo que acaba de destruirse, en esta ocasión Yamada pone la mirada en una sociedad que vive un momento de ebullición, en el que la masacre de Nankin es vivida con alegría en el seno de una familia que vive en la distancia los hechos, o en la que el ataque a Pearl Harbor supone mucho más que el inicio de una confrontación. La casa del tejado rojo es el símbolo del fin de una era, en la que el pueblo japonés se estaba despidiendo, sin saberlo, de su estado del bienestar.

4.Por los pequeños detalles

La grandeza de un director la encontramos siempre en los pequeños detalles. En una mirada, un gesto, tal vez. Yamada es un especialista en hacer que sus películas sean la sucesión de pequeños detalles encadenados. En un momento de la película veremos como Tokiko, la mujer de la casa donde está sirviendo Taki, va a ver al joven diseñador del que se ha enamorado. Yamada deja la cámara en el inicio de la escalera que deberá subir la mujer… La cámara capta los pensamientos y el estado de ánimo, quedándose atrás, y dejando a Tokiko subir hasta alcanzar un mundo nuevo que no conoce. Desde que filmara nada más y nada menos que 48 entregas de la saga Tora-san, el director mima esos pequeños detalles. Así veremos cómo el cuadro que la anciana Taki tiene colgado durante gran parte de su vida en su habitación, es fácilmente desechado cuando sus familiares están haciendo inventario de sus enseres. La casa del tejado rojo pasa así a formar parte del recuerdo. O cómo en una frase, uno de los personajes pueda definir el oficio de una criada: «el oficio de criada es muy importante, ya que de ella dependerá la estabilidad familiar«.

La casa del tejado rojo45.Por el descubrimiento de una actriz

25 años tiene Haru Kuroki, protagonista de la historia, en la que da vida a Taki, la joven sirvienta de la casa. La actriz, que había prestado su voz en la cinta de animación Wolf Children (editada en nuestro país por Selecta Vision), y que forma parte del reparto de una de las películas más interesantes rodadas en Japón en 2013, aunque invisibles para el público occidental, The Great Passage, nos ofrece una interpretación en la que la emoción y la contención, priman (uno de los momentos de mayor sensibilidad es cuando la joven, encargada de darle los masajes al pequeño de la casa, que se está recuperando de una poliomielitis, se ofrece a dárselos a Tokiko). La actriz tiene previstas para su estreno en 2015 cinco películas, además de haber recibido el Oso de Plata a la Mejor Actriz en Berlín y alzarse con el Premio de interpretación en la Academia de cine de Japón.

6.Por la puntuación musical de la partitura

Hay veces en los que al escuchar una banda sonora, uno tiene la sensación de que está tan integrada en la película, que adivina los momentos en los que ésta debe aparecer, como un punto y seguido de lo que estamos viendo. Es una sensación que Joe Hisaishi impregna a sus partituras. Más allá de ser el compositor de la música de los films del Studio Ghibli, Hisaishi nos ha regalado partituras como la de Despedidas o Welcome to Dongkmakol, que por sí solas son de una enorme belleza. Cuando los primeros acordes de la música de Hisaishi comienzan a sonar, dejamos volar la imaginación hasta llegar a un lugar imaginario de las afueras de Tokio de finales del 36, en el que las casas modernas de tejados rojos a dos aguas se hicieron populares. Como añadidura, comentar que en unas semanas, en concreto el 23 de abril, el compositor japonés ofrecerá un concierto en el auditorio del Teatro Nouvo en Udine (Italia), en la inauguración del FEFF 2015. Ojalá tengáis la entrada a mano.

7. Por la incógnita que nos deja

Sólo un maestro sabe concluir una película desvelando el secreto que ha mantenido guardado a lo largo de todo el metraje, pero al hacerlo, invita al espectador a llevarse un nuevo misterio…

8, 9 y 10…

Hace bastante tiempo que me pregunto por qué escribo y me intereso por un cine invisible como es el cine asiático. Por qué alguien que creció viendo películas de aventuras de sesión doble en los cines de barrio, y que tuvo grandes problemas para poder ver aquellos otros títulos de los que hablaban los libros, pero que en contadas ocasiones llegaban a las salas de cine, sigua empeñado en querer vivir una aventura como es la cultura. Los tres últimos motivos por los que creo que no deberíais perderos La casa del tejado rojo responden a estas preguntas:

Por la necesidad de creer en el cine,

por la necesidad de querer que este cine siga llegando,

por la necesidad de compartirlo con más gente, con todos vosotros.

Por Enrique Garcelán

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