Una de las películas de anime más esperadas de este 2015; la producción que más anhelaban ver los seguidores de Akira Toriyama: Dragon Ball – Resurrection “F”. Con ella prosigue el revival que, desde hace un par de años, vive el cómic que provocó el primer boom del manganime en Occidente (junto con Akira, de Katsuhiro Otomo). Y lo hace resucitando a uno de los personajes que más marcó a toda una legión de fans, a pesar de que su prolongada saga dentro del cómic (y especialmente su estirada traslación animada) terminó por cansar a más de uno: Freezer. Sin embargo, ahora, la batalla que deberán liberar los saiyanos, siempre comandados por Son Goku, contra este alienígena reptiloideno no será en el planeta Namek, sino en la propia Tierra, cuando éste envíe una horda de fuerzas espaciales para que le allanen el camino, con el objetivo de vengarse de aquellos que lo mandaron al infierno (es decir, Goku y Trunks). ¿Cómo se produce la resurrección? Gracias a un par de acólitos que reunirán las bolas del dragón e invocarán a Shenron, pidiéndole como deseo que su amo resucite, pero en una versión mejorada: un Freezer 2.0. que representará su nueva metamorfosis. Lo que ignora esta lagartija tirana es que los nuevos saiyanos también han alcanzado un nuevo estado de transformación (fenómeno que ya conocimos al final de la anterior película, Battle of Gods, y que ahora se amplifica/perfecciona). El futuro de la Tierra penderá de un hilo.
En este aspecto, la historia de Resurection “F” conecta con La Batalla de los Dioses y hace de puente con la nueva serie de televisión que se ha estrenado este pasado verano, es decir, Dragon Ball Super, con un rediseño de absolutamente todos los personajes, principales y secundarios, y un guión del que se ha ocupado el propio Toriyama. Con ello, para poder insertarla en la línea cronológica oficial del mundo imaginario inventado por este millonario mangaka, diríamos que es casi imprescindible haber visionado la anterior: la película se sitúa después de la saga del Monstruo Boo, y antes del último torneo de artes marciales que ponía punto y final al manga original (que concluye diez años después de la derrota del Mini Boo), pretendiendo eludir esa versión descafeinada que supuso el anime posterior de Dragon Ball GT (pensado para engrosar las arcas de la Toei Animation y de su autor). En el limbo de la franja de esa década se ubica la película anterior, la nueva serie y este nuevo enfrentamiento con uno de los villanos más idiosincrásicos de este culebrón de artes marciales que empezó en un lejano Noviembre de 1984. El filme, por cierto, se estrenaba el pasado 18 de Abril en cines IMAX3D y de forma exclusiva (y diríamos Premium y para gente adinerada, dado su precio) en las selectas salas 4DX, batiendo records de recaudación en Japón (lleva recaudados 62 millones de dólares frente a los 5 que costó), lo que nos hace pensar que en un futuro no muy lejano veremos más entregas de Dragon Ball en pantalla grande. Kame Hame y amen.
LO MEJOR: La paleta de colores y el cameo de Jaco, un patrullero espacial que asimismo es el protagonista del último cómic de Akira Toriyama.
LO PEOR: La banda sonora, compuesta por Norihito Sumitomo (Thermae Romae), es insustancial y risible. Atrás quedan los tiempos de Shinsuke Kikuchi. Una pena.
LA PREGUNTA: ¿Por qué los que en La Batalla de los Dioses ponían el grito en el cielo porque faltaban escenas de lucha y se quejaban de su insulso humor, ahora son los mismos que critican que para esta ocasión faltan secuencias cómicas? “Mi no entender”.
Por Eduard T. Vicens