Con la excusa de la llegada a nuestros cines esta semana de Black Dog, la nueva película del cineasta chino Guan Hu (Los 800, 2020), y los recientes (y aún por llegar algunos) estrenos que está habiendo en la cartelera de cine chino (y en concreto de la industria de la mainland), proponemos un viaje de más o menos los últimos 20 años de historia del cine de China. Sí, nos dejaremos muchos temas por analizar, pero el recorrido vale la pena, ¿nos acompañáis?

Nezha 2: la película de animación que rompió taquillas
A principios de este año nos sorprendía la continuación de una película de animación que ya batió récords de taquilla en su país con su primera parte: Nezha superaba los 700 millones de dólares de recaudación en 2019, así que estábamos expectantes por ver lo que ocurriría con su segunda parte. Y nuestras previsiones se vieron superadas con creces: Nezha 2 no solo es la película más taquillera de la historia de su país, sino que se ha convertido en fenómeno del cine mundial, superando en recaudación a tótems de Hollywood como Star Wars VII: El renacer de la fuerza por poner solo un ejemplo. Una película de animación “muy china” (tanto por su historia, personajes, humor, etc) ha llegado al Top 5 de los films más taquilleros de la historia del cine mundial. Pero ¿cómo hemos llegado a esto?
Si observamos la tabla del PIB chino de los últimos 20 años, nos damos cuenta de que sus cifras no han parado de crecer un año tras otro. China lleva más de dos décadas de un crecimiento económico imparable y más cuando en 2001 entró a formar parte de la OCM (Organización de Comercio Mundial). Esta bonanza económica sin duda debía tener un impacto en su sociedad: las familias veían como su poder adquisitivo aumentaba; una nueva clase media se asentaba en esa “nueva China” ideada por Deng Xiaoping a finales del S. XX y, rematada durante esta última década por Xi Jinping; una clase media con dinero suficiente ahora para gastar… en ocio.
Pero a la prosperidad económica, habría que añadirle otro dato: el plan de reestructuración de la industria del entretenimiento en China de la mano de dos grandes instituciones estatales, la China Film Group y la China Film Export. Su propósito: la “marquetización” (sí, nos lo hemos inventado) del mercado cinematográfico. Y eso qué supone: darse cuenta de que son 1.500 millones de habitantes del país, lo que significa que, si dominamos el mercado “local”, podemos ganar muuucho dinero. Es decir, poner en valor su soft power (su poder blando, al estilo “copio” lo que hicieron mis vecinos coreanos hace ya algo más de 20 años y lo aplico) y priorizar la mercadotecnia de la industria del cine por encima de la política. Y ha sido todo un éxito: desde prácticamente 2015, todos los récords de la taquilla china han sido producciones nacionales.

La Generación “B” de “Blockbuster”
Para los que llevamos ya un tiempo siguiendo la historia de las cinematografías asiáticas, sabemos que la última generación de directores que apareció en la mainland fue la llamada Sexta Generación con directores como Zhang Yuan, Wang Xiaoxuai o, cómo no, Jia Zhangke (de quien se acaba de estrenar en cines su nueva película A la deriva, no os la perdáis). ¿Habrá una Séptima Generación?, nos preguntábamos… Y sí… pero no…
A tenor de las cifras de recaudación astronómicas de las películas chinas que se iban estrenando en el país los últimos 10 años, nos teníamos que preguntar a la fuerza quién estaba detrás de todas ellas. Así pues, descubríamos a un grupo de cineastas que poca cosa tenía en común a nivel generacional (no misma procedencia, mismo año de graduación, mismo escenario/suceso político…). Solo un rasgo les unía como grupo, por así decirlo: que todos ellos habían conseguido posicionar, al menos, alguna de sus producciones en lo más alto del box office nacional. O sea, todos habían conseguido tener al menos un “blockbuster”. Nombre como Ning Hao (Crazy Racer, Crazy Stone), Wuerxhan (Trilogía de Fenshen o La creación de los dioses), y otros como Ding Shen, Huang Bo, Guo Jingming por nombrar algunos se han convertido en los nuevos paladines del cine comercial en China consiguiendo, por un lado, conectar con un público joven que tiene el cine como primer entretenimiento y, por otro, contentar al Partido y conseguir fácilmente el tan preciado “Dragón dorado” (permiso de la censura) del SARFT (State Administration of Radio, Film and TV).
Junto a estos nuevos líderes de la taquilla, más la absorción de talentos provenientes de Hong Kong y Taiwán, más la contratación de estrellas internacionales de Hollywood, más el mercado de las coproducciones, tenemos un buen caldo de cultivo para lo que ha pasado: pasamos de las 4.500 salas de cine que había en 2005, a las 60.000 en 2019; y pasar de recaudar en la taquilla 260 millones de euros anuales hace 20 años, a llegar a los 7.800 millones en la actualidad.

Guan Hu, Black Dog y… ¿el cine de autor?
Solo un ejemplo para empezar: Guan Hu (a quien muchos lo vinculan con la Sexta Generación, aunque él empezaría su trabajo como director diez años más tarde que el resto del grupo), cuando estrenó su blockbuster Los 800 en 2020 recaudó más de 450 millones de dólares en la taquilla china. Una superproducción bélica impecable, nacionalista y eminentemente comercial. Ahora bien, su propuesta más personal y autoral que fue en 2024 Black Dog (aún con todos los reconocimientos internaciones, incluido el de Mejor Película en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes), consiguió en su estreno en China algo más de 2’2 millones de dólares (esto es la bomba si lo comparamos con nuestra taquilla claro, pero no con la de China, aunque seguros estamos de que el “coste-beneficio” se ha superado con creces). Y es que la versión, digamos más introspectiva y menos mediática de uno de los generadores de la “B” de blockbuster como es Guan Hu, ha pasado algo de puntillas por las salas de su país. El público chino no está por la labor de que le señalen sus “miserias” y ahonden en sus distintas problemáticas. La diversión va por delante de la reflexión… (pero, por otro lado, ¿dónde no pasa esto?)
Así pues, ese cine que aquí, en nuestros lares, encuentra distribución y se estrena (A la deriva, Breve historia de una familia, Todo saldrá bien o Black Dog) en China pasa casi de largo por sus cines. El cine de autor está cada vez está más alejado del cine comercial de los grandes blockbusters porque, sobre todo, lo tiene bastante difícil en cuanto a la visibilidad (campañas de márquetin) y en el circuito de exhibición. Por otro lado, cada vez se hace un cine menos “independiente” y contestatario, y más dependiente del dinero institucional y del circuito estatal.
Pero ahí siguen esos nombres que han llegado a nuestras salas como Li Ruijun (El regreso de las golondrinas), o Bi Gan (Largo viaje hacia la noche y pendiente de estreno de su último y laureado trabajo Resurrection), o los ya conocidos de la Sexta Generación como Jia Zhangke y su A la deriva o Diao Yinan con su El lago del ganso salvaje (un nuevo y renovado cine noir procedente de China que daría para otro artículo), y próximamente veremos estrenada también el último film de Lou Ye, Una película inacabada.
Y atención a lo que nos viene, porque lo que vamos a ver es un aumento de cada vez más películas chinas compitiendo en los circuitos de los festivales internacionales, da igual que sean grandes o pequeños (y para muestra, un botón: ni más ni menos que 11 películas chinas, sin contar las que provienen de Hong Kong, serán las que se puedan ver en el próximo Festival Nits de Cinema Oriental de Vic este mes de julio).
¡La invasión china ya está aquí, amigos!
Un reportaje de Gloria Fernández