Quién iba a pensar, cuando Ounie Lecomte presentaba en el Festival de Granada-Cines del Sur del año 2010 en la gala inaugural su película, por aquel entonces, A Brand New Life, que éste, su primer proyecto como directora, iba a tener un estreno comercial en las salas de toda España ahora, en 2012 y con el título Una Vida Nueva. Sorpresa la de CineAsia en todos los sentidos: por su estreno, por su distribuidora… Y sorpresa agradable además, por la posibilidad de poder entrevistar a Ounie Lecomte: directora francesa de origen coreano que de forma muy amable y profesional nos atendió y respondió a cada una de nuestras cuestiones. Aquí os dejamos con la entrevista.
CineAsia: Una Vida Nueva es una película de 2009… y estamos a 2012… ¿cómo es que una directora como usted no ha dirigido nada más hasta el momento?
Ounie Lecomte: Sí, es verdad, me he tomado mucho tiempo para decidir y trabajar sobre mi nuevo proyecto. En este preciso momento he acabado la escritura de un nuevo guión y si todo va bien, esperémoslo así, volveré a ponerme a dirigir el próximo año, en 2013. Pero sí que es verdad que este nuevo guión me ha llevado mucho tiempo, más de dos años que llevo trabajando en él. Y es un proyecto que lo hago en Francia, vuelvo a Francia. Mi primer proyecto, Una Vida Nueva, fue muy particular, porque yo soy francesa, vivo en Francia, pero volví a Corea para contar a través de una niña mis experiencias de infancia… No sé si alguna vez voy a volver a Corea… no de momento, la verdad.
CA: ¿Hay que ser muy valiente para enfrentar una primera película con todo lo que implica un primer trabajo, abordando un tema tan personal y quizá doloroso, en un país “desconocido” y en una lengua que no es la tuya?
OL: Para mí, esta primera experiencia se me impuso a mí misma, este primer film fue algo así como una necesidad vital para mí hacerlo, no lo viví como un riesgo. Fue algo así como un momento de gracia, no era realmente consciente, lo viví como algo puramente sentimental, algo que me complacía hacer, como una aventura extraordinaria de hecho y eso es lo que me gustó más. Este primer film lo hice con una actitud de mucha confianza y no sabía muy bien adónde me conduciría, así que tenía un doble sentimiento, por un lado de miedo, y por otro, de excitación.
CA: ¿Necesitaba hacer esta película?
OL: Sí, creo que en ese momento, cuando la estaba haciendo sí, aunque yo empecé la escritura del guión mucho antes, en 2006 y ya tenía 40 años cuando decidí que lo quería hacer. En aquel momento de mi vida me lo tomé como una cuestión de vida o muerte: era necesario hacerlo para que mi vida personal también tirara para adelante.
CA: La planificación de los encuadres, de los planos, el hecho de que prácticamente el padre no aparezca, la visión subjetiva de la niña, el que la cámara se sitúe a su altura… ¿hasta qué punto estaba todo planificado?
OL: Quería trabajar sobre todo la subjetividad y la interioridad de la niña: me pregunté cómo vivir la experiencia del abandono a través de ella. Quería que el espectador en todo momento conectara con la vida y el sufrimiento de la niña y por eso la posición de la cámara está siempre en función de ella: se sitúa a su altura, no vemos al padre, son planos muy cerrados porque ella sólo ve a su padre, ve su pequeño mundo que es él… y luego cambia a planos más generales, más grandes cuando ella empieza a descubrir un nuevo mundo, con planos más largos y más amplios cuando la pequeña empieza a vivir en el orfanato y a compartir con los demás niños. Yo quería que la película fuera muy realista, lo más realista posible, de ahí que no haya mostrado el imaginario infantil, sino que la percepción es más adulta, más real. Quería mostrar un punto de vista, aunque en este caso sea el de una niña, y cómo ese punto de vista se va transformando al enfrentarse a una realidad determinada.
CA: La niña protagonista, Kim Sae-ron, trabajó en cine por primera vez con usted, pero no sé si sabe que ahora en Corea es una super-estrella después de ser la protagonista también de la película El Hombre sin Pasado, un thriller junto a Won Bin que arrasó en 2010 en la taquilla coreana… ¿Cómo descubrió usted a la niña?
OL: Sí, sí… Lo sabía… Está trabajando mucho en Corea… De hecho, el realizador de El Hombre sin Pasado vio mi película y fue cuando decidió escogerla a ella, eso lo sé. Yo la descubrí en un proceso de casting muy largo. Yo no sabía quién iba a hacer ese papel, no encontraba a la niña protagonista y decidí que a través de los procesos de casting “me la encontraría”, es decir, que me encontraría con esa niña imaginaria que tenía y que visualizaba en mi cabeza. La primera vez que la vi fue a través de una pantalla, de unas imágenes que grabaron de ella y la encontré muy interesante. Así que la volví a ver y lo que encontré interesante es que cargaba consigo ya una herida, ella ya había vivido la experiencia de decepcionar a sus padres. De hecho era su madre quien quería que su hija fuera actriz para cumplir esos deseos que ella había tenido de joven y no había podido cumplir, con lo que había depositado todas sus esperanzas en su hija, Kim Sae-ron. Cuando yo me encontré con Sae-ron, ella ya había pasado por varios castings y nunca la habían escogido, y por eso ella sentía que era una decepción para su madre. La encontré en un momento de su vida, en un estado emocional que conectaba muy bien con la niña protagonista de la película.
CA: ¿Cómo fue el trabajo con los niños? Muchos directores dicen que trabajar con niños en el cine es muy difícil…
OL: Fue precisamente eso lo que me preocupaba y me excitaba más cuando abordé el rodaje. No tenía miedo, pero sí que sabía que era arriesgado. Y quizá como era mi primer trabajo como directora, quise escoger a niños que nunca tampoco hubieran trabajado en cine, y así compartir con ellos la experiencia de nuestra “primera vez”. Yo ya había trabajado como asistente de dirección y algo como actriz, pero quería buscar y trabajar la espontaneidad. De ahí que cuando encontramos la casa, el orfanato, a dos horas de Seúl, pedí a todos mis asistentes que buscaran niños en las escuelas de los alrededores de la región, y escogimos a un grupo de niños y madres que ya se conocían entre ellos y así también hacer más realista la llegada de Kim Sae-ron, pues ella no los conocía, con lo que se parecía mucho a la situación de la protagonista de la película al llegar nueva al orfanato. Se formó un grupo muy unido, se creó una especie de vida comunitaria porque comían y dormían todos juntos en un hotel que estaba a 10 minutos, además todas las mamás estaban allí con ellos y se creó una especie de vida paralela al orfanato.
CA: ¿Cómo llega Lee Chang-dong a Una Vida Nueva?
OL: Yo escribí mi primera versión del guión en francés y no en coreano, y encontré a un productor francés que estaba interesado en él, pero yo sabía que necesitaba una lectura del guión, una relectura del mismo, por parte de alguna persona coreana para que avalara la realidad que allí se contaba. Así que hice que me tradujeran el guión al coreano. Yo sabía que Chang-dong había ya participado en la producción de Gina Kim, una coreana afincada en Canadá, y dio la casualidad que él vino a París para la presentación y el estreno de Secret Sunshine. Yo quería encontrarme con él para darle mi guión y que simplemente le echara un ojo y me diera su punto de vista. Y las cosas después pasaron de forma muy tranquila y fluida: él leyó mi guión, le gustó mucho pero me comentó que había cosas a desarrollar y poco a poco, a través de mails (y eso que él no habla inglés) y del diálogo fuimos tejiendo el guión. Una cosa importante sobre el trabajo con Lee Chan-dong es que es muy fácil dialogar con él, a pesar de ser una persona importante y un director maravilloso, para mí fue un interlocutor privilegiado y se implicó tanto en el proyecto, que finalmente acabó siendo co-productor del mismo.
Como resumen: yo me encontré con Lee Chang-dong en Septiembre de 2007, discutimos acerca del guión por mail durante ese otoño; yo fui a Seúl para seguir hablando con él sobre su escritura, y a mediados del 2008 más o menos, él ya se implicó como productor.
CA: ¿Ha tenido Lee Chang-dong parte de culpa de que los personajes adultos secundarios de la película sean actores ya consagrados del cine coreano, como Park Myeong-sin (Secret Sunshine), Oh Man-seok (Secret Sunshine) o Seol Kyeong-gu (Oasis), que, además, ya habían todos trabajado con él?
OL: Sí, sí, sí, es verdad lo que dices. No es sólo que Lee Chang-dong haya sido el productor de esta película sino que ocupó una posición más particular… Este film es muy particular dentro de la industria del cine coreano, habla de un tema muy determinado y además, aunque yo soy de origen coreano, soy francesa, soy realmente una extranjera en Corea, soy desconocida para los coreanos. Mi película era una cosa diferente y además un primer proyecto que no se rige por la política del cine de autor que hay en Francia, sino que la industria coreana es más convencional, más comercial. En términos de producción, es decir, de inversión de dinero, los coreanos tienen mucho miedo a invertir en un proyecto que desconocen o que no cuadre en términos generales con lo que gusta en Corea. Y yo lo entiendo, una película como la mía era difícil: no habla de encuentros, sino de desencuentros y de una niña coreana que se va de su país… Pues bien, todo esto hacía que yo en Corea estuviera muy sola, así que yo en Lee Chang-dong encontré a una familia, no sólo él, sino también con esos actores que actuaron… entre todos formamos una pequeña familia. Además, ellos actuaron por amistad al director y de forma muy amigable… Todos los que has nombrado y también Moon Sungk-eun, amigo también de Lee y que actuó con él en Peppermint Candy. Evidentemente todos son super-estrellas en Corea y yo no hubiera jamás accedido a ellos sino lo hubieran hecho por amistad con Lee Chang-dong. Ese era el espíritu del film.
CA: No queríamos terminar la entrevista sin preguntarle una última cuestión: ¿ha llegado a conocer a sus padres biológicos?
OL: Conocí a mis padres biológicos antes de rodar la película… de hecho es una larga, larga historia… Yo ya había conocido a mi madre, cosa que a mi padre no puesto que emigró a los EEUU, así que realmente no hice esta película para reencontrarme con ellos, aunque fue una necesidad vital hacerla.
Gloria Fernández (CineAsia)