Proyección de ‘Cuentos de la luna pálida’ en el BCN Film Fest – Asian Madness

Kenji Mizoguchi | Japón | 1953 | 96’ | VOSC

Puedes comprar las entradas en: Jueves 25 a las 21h

La frase: Si queréis ver el cuento de fantasmas más bello y encantador jamás creado, esta es la película perfecta para vosotros/as, sin lugar a duda no os dejará indiferentes.

¿De qué va?: Ambientada en el Japón feudal del siglo XVI y con las guerras civiles de fondo, cuenta la historia de dos aldeanos, Genjūrō y Tobei, y sus ambiciones. El primero es ceramista, casado y con un hijo, que ansía la riqueza; mientras que el segundo, también casado, pero sin hijos, quiere convertirse en un samurái. Para cumplir sus sueños, deciden marcharse de la aldea y poner rumbo a la ciudad, un espacio lleno de oportunidades en el que Tobei intentará formar parte de un desfile de samuráis y Genjūrō se enamorará de una misteriosa princesa. Esto, les hará pensar que sus sueños están muy cerca de cumplirse y que esa felicidad que tanto ansían está a la vuelta de la esquina… ¿o quizá no?

Sobre la producción: Basada en la colección de cuentos homónima, del autor Ueda Akinari, la película ganó el León de Plata en el Festival Internacional de Cine de Venecia de 1953. Según Gary Morris, director de la revista de cine Bright Lights Film Journal, Mizoguchi vivió dos acontecimientos importantes en su vida que pueden, en cierto modo, verse reflejados en esta película. Cuando tenía siete años, su padre había gastado los ahorros de la familia debido a su excesiva ambición, lo que hizo que se vieran obligados a poner en adopción a su hermana mayor y, finalmente, venderla a una casa de geishas. ¿No os recuerda a los personajes de esta película? Solo por ver cumplidos sus sueños son capaces de abandonar a su familia en mitad de una guerra civil, sin ni siquiera pensar en que podría sucederles algo. Quizá sea ese fuerte sentimiento del director el que hace que nos planteemos si lo que estamos viendo es una historia que sucedió realmente. Lo que está claro es que podemos considerar que es una de las más grandes del cine japonés, por lo que no existe mejor manera de cerrar este ciclo.

Lo que han dicho de ella: «La fluidez de la cámara de Mizoguchi es magnífica conociendo su distancia, y aun así captura el pulso emocional (…) Su estilo es bello en sí mismo.» – Philip Horne, Telegraph

«La capacidad única del director para establecer una atmósfera a través de planos largos y movimientos de cámara elegantes y discretos es evidente en todo el metraje (…) Una película hermosa, evocadora, compuesta de forma deslumbrante.» – Time Out