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FEFF 20: de la experiencia al «fandom»

09/07/2020

Esta semana debería haber sido la de mi vuelta de Udine, mi primera vez en un Festival que promete convertirse en un lugar especial para mí, punto de reunión para amantes del cine asiático de todo el mundo. No ha podido ser. Mi primer FEFF ha sido su única edición online hasta la fecha, mala suerte, pero ha sido algo inevitable y que, si algo bueno tiene, es que ha permitido que gente de todo el mundo “asista” al Festival. La verdad es que este año no tenía pensado asistir, pero fui como parte del Campus FEFF, un programa que permite vivir el Festival desde dentro, hablar con directores, periodistas, programadores… En definitiva, una oportunidad única que, incluso tras la decepción que supuso la confirmación de que iba a hacerse online, ha resultado ser muy interesante.

La programación me sorprendió positivamente. A pesar de que desconocía la mayoría de las propuestas me llamó la atención la gran variedad ya que llegaba con la falsa idea preconcebida -y no lo digo en un sentido negativo- de que era un Festival dedicado casi en su totalidad al cine popular en su dimensión comercial. Entre toda la programación me marqué como imprescindibles Labyrinth of Cinema (2019), la última película de un grande como Nobuhiko Obayashi, y las cuatro propuestas chinas por mi interés específico en esa cinematografía.

Así pues, decidí empezar con Changfeng Town (2019), la propuesta que más parecía acercarse a mis intereses particulares. Esta sería mi primera y probablemente única decepción del Festival, quizás porque llevaba las expectativas demasiado altas. La película es muy deudora del Hou Hsiao Hsien de los años 80, con un retrato costumbrista de un pequeño pueblo de la China rural que termina siendo demasiado fragmentario. Eso sí, la fotografía es un punto muy fuerte de la película y no descarto ‘revisitarla’ en un futuro (se podrá ver en el Festival Nits de Cinema Oriental de Vic de este año).

La despedida de uno de los grandes

El lunes empezaron las ruedas de prensa, en este caso solo una con la joven directora hongkonesa Norris Wong, flamante vencedora del premio a la mejor dirección novel en los Hong Kong Film Awards. Su película, My Prince Edward (2019), fue una agradable sorpresa. Una película aparentemente ligera en la que subyace una crítica a la institución del matrimonio; de hecho, la intención inicial de Norris era la de conseguir que la gente se divorciara. Ese día aproveché también para ver la que acabaría siendo mi película favorita del Festival: Labyrinth of Cinema. La película es muy atractiva en muchos sentidos. Plantea muchas cuestiones interesantes sobre la naturaleza del cine como arte y su relación con la historia, pero realmente lo que más me impresionó fue el carácter de despedida que tiene el filme y sobre todo el optimismo que desprende, teniendo en cuenta que Obayashi rodó toda la película mientras estaba en tratamiento por un cáncer y desgraciadamente falleció en abril de este mismo año. Labyrinth of Cinema es otra joya de tantas que ha rodado y que harán que siempre sea recordado entre los aficionados al cine.

Para el día siguiente tocaba sesión doble: Victim(s) (2019) y The White Storm 2: Drug Lords (2019), no podían ser más diferentes entre sí. Victim(s) es una película situada en Malasia -aunque la directora estudió en China y la escribió pensando en situarla allí- que trata el tema del acoso escolar. Lo más interesante es que no solo muestra la perspectiva de los estudiantes agresores y agredidos, sino que también nos muestra el sufrimiento de las madres, lo que es el punto más fuerte del filme.

The White Storm 2: Drug Lords, en cambio, se podría decir que es la mejor película de ‘Batman’ desde El caballero oscuro (2008). Andy Lau interpreta a un multimillonario filántropo con un pasado oscuro y que lucha contra el crimen por su cuenta, chocando en ocasiones con la policía. ¿Os suena, no? Pues el propio Herman Yau, director del film, confirmó que realmente Batman había sido un punto de referencia para la película. Herman Yau, por cierto, hizo la conferencia desde un coche -el coche estaba parado, no os preocupéis- y es uno de los directores más carismáticos que he conocido.

El miércoles tocaba descansar de conferencias de prensa, eso sí, tuvimos una sesión de más de una hora con Thop Nazareno, director de Edward (2019), película filipina que se presentaba en el Festival. A pesar de la juventud del director y de que tan solo era su segunda película, Edward es sorprendentemente madura, contando una historia muy dura -la de un adolescente con su padre en el hospital- pero consiguiendo introducir elementos de comedia. Otro de sus puntos fuertes es Louise Abuel, el protagonista, y la ingenuidad que transmite. Resulta que, en la película, no solo vemos el primer beso o el primer cigarrillo que fuma Edward, el personaje, sino que eran también experiencias nuevas para Louise, de ahí esa autenticidad mágica que desprenden esas escenas.

Al día siguiente volvería a ver a Thop, esta vez en conferencia de prensa, justo después de la que realizó el coreano Woo Min-Ho, director del thriller The Man Standing Next (2020), una película sobre el asesinato del dictador Park Chung-hee en el año 1979. La película está a un gran nivel en todos los sentidos, poco más que decir más allá de: ¡qué bien hacen estos thrillers en Corea! Woo Min-Ho, estuvo muy suelto hablando con la prensa sobre cuestiones políticas de su país, quizás demasiado para el gusto de sus productores, ya que unas horas más tarde nos llegó un correo en el que se nos pedía que no escribiésemos sobre algunas de las cosas que había dicho -sinceramente, no tengo la menor idea de a qué se referían exactamente-.

Ya en la recta final del FEFF 2020

Ya solo quedaban dos días más de Festival y si Labyrinth of Cinema fue mi película favorita, el director Hirobumi Watanabe fue mi mayor descubrimiento. De este director japonés podían verse cuatro de sus películas, aunque solo me dio tiempo a ver dos: Cry (2019) y I’m Really Good (2020). Watanabe tiene un estilo claro y definido en parte forzado por el bajísimo presupuesto del que dispone y en parte por convicción estética: uso del blanco y negro, diálogo mínimo o inexistente, mucho ruido de fondo, tomas muy largas…

Después de la charla con Watanabe, le tocó el turno a Ning Yuanyuan, una joven directora china de tan solo 22 años que presentaba An Insignificant Affair (2020) en el certamen. La película tiene sus momentos, pero es una de las más flojas que vi en el Festival. Lo mejor de su conferencia de prensa fue sin duda el final, ya que al acabar las preguntas nos dijo que esperáramos y apareció su padre, nada más y nada menos que el mismísimo realizador de la Sexta Generación de directores chinos Zhang Yuan (East Palace, West Palace) con un vaso en la mano casi vacío y gritando “¡whisky!”. Que el Festival se haya hecho online es una lástima, pero hay que admitir que este momento solo pudo producirse en este contexto y no se me va a olvidar en la vida.

Llegó el último día y a nivel de películas difícilmente pudo ser mejor, ya que ambas se hicieron con premios en el Festival. La primera fue la taiwanesa I WeirDO (2020), un filme sobre la relación de un chico y una chica con TOC, que empieza como una comedia romántica y en la parte final da un giro brusco hacia el drama. Aunque gustó mucho, para mí su primera mitad no me convenció en absoluto. Una de sus particularidades es que fue rodada con un iPhone, decisión que el director defendió desde una perspectiva estética con una respuesta interesante, pero que a la vez parecía un anuncio de Apple.

La película de clausura y también posteriormente ganadora del Festival fue Better Days (2019). La verdad es que difícilmente podría haber acabado el certamen más en alto, ya que es una gran película capaz de tocar un tema muy delicado como es el acoso escolar desde el género. Además, los actores protagonistas, Zhou Dongyu y Jackson Yee, están increíbles en sus papeles. Por tanto, merecido primer premio y merecidos sus ocho galardones en los Hong Kong Film Awards.

En definitiva, siempre tendré la espinita de que mi primera vez en el FEFF haya sido online, pero la experiencia dadas las circunstancias no podría haber sido mejor. Animo a todos los jóvenes que me estén leyendo y quieran vivir el Festival desde dentro a que manden solicitud el año que viene. Yo el año que viene no me lo pierdo así que, arrivederci Udine!

Por Josep Santcristòfol

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