Ficha Técnica: País: China Año: 2012 Director: Ning Hao Con: Cheng Yuanyuan, Fan Wei, Guo Tao, Liu Hua, Huang Bo, Lei Jiayin Género: Drama / Acción Duración: 108 min.
Ning Hao pasó de ser el niño prodigio de la factoría de nuevos directores chinos en su rama más comercial con éxitos de crítica y público en films como Crazy Stone y Crazy Racer, que con sus historias corales hiperaceleradas le valieron el calificativo del ‘Guy Ritchie de China’, a encontrarse con que su siguiente film en el 2010, No Man’s Land, se quedara en el cajón del productor por no pasar el control de la censura. Éste era una especie de neowestern sobre la especulación inmobiliaria que probablemente “mordiera” demasiado para el gusto del temido comité censor. Mucho tendría que cambiar la cosa para que alguna vez saliera la cinta a la luz, ya que el mismo director lo deja como tema zanjado, y ha pasado a algo mucho más sencillo en su nueva película, estrenada el pasado mes de Abril.
Y es que en Guns N’ Roses, una divertida y muy entretenida cinta de ladrones y revolucionarios en plena segunda guerra sinojaponesa, tiene un enemigo mucho más aceptable como el (muy sádico) ejército japonés. El director no se aleja mucho de su estilo, cruzando multitud de historias y personajes en un argumento con altas dosis de acción, intrigas y humor negro. Las comparaciones del productor del film diciendo que la película tenía una atmósfera cercana al Malditos Bastardos de Tarantino no eran en absoluto en vano, y mantiene esa sensación de que, a pesar de estar situada en un contexto histórico, no tiene por qué respetarlo, y tienes la sensación de que en cualquier momento puede aparecer el Emperador Hiroito para ser decapitado allí mismo.
La historia comienza cuando un ladrón de poca monta es arrestado por un robo y comparte celda con un preso revolucionario. Allí le quita sus pertenencias, llevándose consigo una importante nota, que los compañeros del revolucionario necesitan conseguir. El ladrón, sin embargo, destruye la nota después de memorizarla, ya que se trata de la ruta que toma un cargamento de oro del ejército japonés que los revolucionarios planean robar. A éstos no les queda más remedio que aceptar al ladrón de poca monta y añadirle al equipo.
Lei Jiayin sustituye esta vez como protagonista al habitual Huang Bo (que aparece en un papel secundario), y le da un aire desenfadado y bastante caradura a su personaje, ese ladrón al que no le queda otra que estar obsesionado con el dinero, que acumula mentira tras mentira y traición tras traición, un tipo capaz de timarles a un par de críos hambrientos. Con razón sus compañeros de robo, un grupo de revolucionarios que se hace pasar por una troupe del mundo del cine, no le cree en absoluto y espera la puñalada por la espalda. Añadimos a personajes que aparecen de manera recurrente como ese cura al que no paran de robarle, a la inocente jovencita rica, o a ese grupo de andrajosos traficantes de armas, además del muy sádico oficial del ejército nipón, y ya tenemos el caldo de cultivo adecuado para una cinta coral sobre un gran robo, de ritmo rápido, con abundante y explosiva acción.
El problema para que el film no esté a la altura de las dos magníficas predecesoras en la filmografía del director, es que realmente no logra enganchar de la misma manera, ni hilvanar las tramas con tanta eficacia. Por un lado, quizás sean demasiado previsibles algunos acontecimientos y en definitiva se vea venir el tono un tanto moralizante; por otra parte, aunque el ritmo del film es alto y no paran de suceder cosas, el film se hace a ratos un tanto pesado. A nivel técnico el film es espléndido, una gran producción tanto en la excelente puesta en escena, como en la magnífica fotografía de Zhao Fei (La Linterna Roja, Let the Bullets Fly), aunque le podemos poner pegas a los CGI. Otro elemento que también se utiliza, esta vez para añadirle patriotismo al film, es curiosamente la música: mientras en algunas escenas de acción del film se utiliza música clásica occidental de Vivaldi y la mismísima “Danza del Sable” de Khachaturian de manera no demasiado afortunada, se reserva para el gran final la música tradicional china, como en un estallido de nacionalismo.
Seguramente al querido comité esto no le pareció en absoluto censurable, pero, por lo menos a este espectador que escribe, no le gustó especialmente el tono de la parte final, exagerado y extremadamente cruel, quizás una forma de redención a su manera para Ning Hao, pero una penitencia innecesaria para el espectador.
Lo mejor: El ritmo explosivo, y el tono coral que le da Ning Hao a sus últimos films.
Lo peor: Que no esté a la altura de las anteriores películas del director, y la parte final.
Por nuestros colaboradores Víctor y Patricia de El Pozo de Sadako.