El cineasta japonés Hirokazu Koreeda viajó a San Sebastián para presentar su película, Hana, con la que participó en la Sección Oficial del festival donostiarra. También estuvo presente en el Festival de Las Palmas de Gran Canaria, donde se le hizo una retrospectiva a su trayectoria profesional. En ambas ocasiones, CineAsia pudo charlar un buen rato con el director nipón y comentar con él algunos aspectos de su carrera cinematográfica en general. Con motivo del estreno en España de su última película De Tal Padre, Tal Hijo, recuperamos las entrevistas que mantuvimos con el director nipón.
CA: Usted ha trabajado el género documental, de hecho se formó en él. Nos podría decir dónde se siente más cómodo trabajando: frente al documental o en la ficción.
HK: No hay un género en el que me encuentre más cómodo. Me gusta moverme tanto en el mundo de la ficción como en el documental y creo que así lo voy a seguir haciendo a lo largo de mi filmografía. De hecho ahora estoy produciendo para la televisión una adaptación de Hana.
CA: El documental impone al director una capacidad de adaptación importante. ¿Utiliza la misma planificación en sus películas de ficción?
HK: Incluso cuando ruedo ficción intento llevar el mismo control que ejerzo cuando ruedo un documental. Lo que busco es adaptar la ficción a la realidad. Y es algo que impongo en el plan de rodaje, tanto en la dirección de los actores como en el rodaje de las secuencias. Sólo en mi última película Hana he realizado un cambio: una escena que transcurría durante el mediodía la rodamos por la noche con luz artificial, pero lo normal es adaptar la ficción a la realidad, y si una escena sucede por la noche, lo normal es que la ruede en esa franja de tiempo.
CA: Tanto en Maborosi como en Distance el mundo interior de los personajes están en armonía con el paisaje. ¿Qué aporta ese paisaje, la composición de los planos exteriores a su cine?
HK: En Maborosi lo que pretendí reflejar son los sentimientos que nacen del corazón de una persona que ha perdido a un ser querido, y para ello utilicé todos y cada uno de los recursos (sonido, paisaje) para ver cómo eran percibidos por esta mujer que ha sufrido una gran pérdida. En Distance, al contrario, pretendí ofrecer una imagen para cada uno de los personajes que integraban el grupo, por tanto utilicé el paisaje para reforzar las diferentes personalidades de cada uno de los componentes del grupo.
CA: ¿Y el silencio? Creo que el sonido es uno de los elementos fundamentales de su cine.
HK: (Después de unos momentos de reflexión, Koreeda empieza por citar a uno de los grandes del cine francés.) El realizador Robert Bresson lo definió muy claramente: “En una película, un silencio, por contraste, puede tener una fuerza enorme”. Gracias a Bresson me interesé y profundicé en el sonido de mis películas, intentando adaptar esta técnica a la hora de plantear mis guiones.
CA: En toda su filmografía la memoria parece ser un tema recurrente. Qué importancia tiene para usted la memoria?
HK: Para mi la memoria es una cosa muy importante. La memoria interna de una persona en concreto no me interesa para nada. La que realmente me interesa es la parte de memoria que compartimos cuando nos relacionamos con alguien. La memoria, pues es un tema fundamental: no lo que cada uno tiene dentro, sino lo que compartimos con otras personas para establecer las relaciones humanas. Uno de los proyectos que barajo para el futuro trata el tema de la memoria.
CA: En sus películas habla del dolor, de las heridas y de cómo superarlas. Pero me parece que el proceso de superación de las mismas se realiza a través del colectivo. Es como si el dolor fuera una experiencia más coral que individual.
HK: Ése es realmente uno de los puntos centrales de mi cine. El dolor debe compartirse con la gente que está cercana a ti, no es por tanto un acto individual sino que el dolor debe ser compartido por el colectivo.
CA: Se ha dicho de Koreeda que es un director hiperrealista, otros dicen que es un poeta de las imágenes. ¿Dónde se ubica usted: se considera un director realista o romántico?
HK: No quiero renunciar a ninguno. Al realizar mis películas busco la realidad pero al mismo tiempo no renuncio al sentimiento. De hecho son estos tipos de films los que me gusta ver, y por tanto los que intento hacer cuando me pongo detrás de las cámaras. Ahí están directores como Fellini o Roberto Rossellini, eminentemente realistas pero que nunca renunciaron a la parte poética.
CA: Su cine es contemplativo, de narrativa pausada ¿es un cineasta contracorriente en un tiempo en el que el público ha perdido la paciencia?
HK: Puede que sea un cineasta no convencional, pero no es algo buscado, simplemente hago las películas que me gusta ver, y mis películas van al ritmo que yo quiero que vayan. Por mucho que la gente busque la inmediatez de las imágenes, las películas que realizo llevan su tempo propio, que no es ni mejor ni peor, sencillamente es el mío. Por ejemplo en mi última película puede que se noten unos cambios de ritmo, que pueden parecer impropios de la comedia, pero están elegidos de una manera muy precisa.
CA: ¿Cuánto de espiritual tiene su cine?
HK: Realmente no mucho. Mi cine busca capturar la realidad, a la vez que profundizar en las sensaciones, en los sentimientos… pero sin ningún trasfondo religioso o espiritual.
CA: En estos últimos años se está produciendo una eclosión internacional de cine de no ficción ¿Se plantea volver en breve al género documental?
HK: Los próximos dos años los tengo comprometidos para la realización de films de ficción. Todavía no están concretados los proyectos, pero creo que serán tres. Una vez finalizados no descarto volver a un género en el que tan a gusto me siento, y que me inició como director de cine.
CA: En Hana los niños tiene un papel secundario pero importante. En su anterior película (Nadie Sabe) los niños eran los protagonistas. Parece que le gusta trabajar con ellos.
HK: Me encanta rodar con niños. Trabajar con ellos es muy interesante. Por ejemplo, en Nadie Sabe, cuando quería hacer sonreír al hermano pequeño, le decía al hermano mayor que le hiciera reír. En las escenas de Hana en las que participan varios niños, no íbamos uno por uno dándoles instrucciones, sino que dábamos indicaciones en general y ellos hacían lo que les parecía. En los rodajes hay algunos niños que hablan, que aportan sus ideas, pero generalmente a los niños hay que sugestionarlos para conseguir el plano que uno quiere.
CineAsia: Su cine habla en un lenguaje universal sobre la tragedia, el dolor y la manera que sobrevivimos a ellos. Hana, sin embargo, es un cambio radical de registro, de temáticas y de tono.
Hirokazu Koreeda: Buscaba un cambio en esta película pero esto no implica que no regrese al drama. De hecho, mi próxima película será un drama. Ha sido una parada, un divertimento, pero nada definitivo.
CA: Hasta ahora todas sus películas estaban ambientadas en la época actual. ¿Qué le ha llevado a hacer una película que transcurre en el siglo XVIII?
HK: La razón principal es que me apetecía mucho hacer una película de época. Hana está ambientada 100 años después de la guerra en Japón. Es una época de paz, en la que los samuráis, los guerreros, van perdiendo poder en beneficio de los hombres de negocio. Esta situación no me parece tan diferente a la que se vive actualmente. Son dos épocas que van coordinadas, van paralelas.
CA: ¿Porqué cree que tantos directores japoneses se interesan en hacer películas de época? ¿Tal vez se quiere revisar el pasado?
HK: La razón de los otros directores para hacer películas de época no la sé. En mi caso el interés surge de preguntarme qué ha sido de los japoneses, cuál es nuestra historia y nuestra tradición. Actualmente, no sólo en Japón sino a nivel internacional, hay mucho interés en la época de los samuráis. Pero en las películas de samuráis hay mucha acción y violencia, y a mí no me interesa mostrar esto. Me interesa ir un poco más allá y centrarme en las relaciones entre las personas, no en las batallas y los combates.
CA: ¿Tal vez la imagen de los samuráis, tanto en Japón como en el extranjero, sigue estando demasiado mitificada?
HK: Sí, es verdad. La época samurai está un poco mitificada. Pero eso está cambiando. Ahora la gente se pregunta el porqué de las cosas, se cuestiona el espíritu del bushido (código de conducta samurai), y del nacionalismo. En la época en la que está ambientada la película si que está vigente el honor y el bushido, pero ahora es exactamente lo contrario. Esa forma de vivir cada vez está cambiando más.
CA: Podría hablarnos de su próximo proyecto…
HK: Hace dos años ocurrió un hecho muy trágico en mi vida: la muerte de mi madre. Mi próxima película, sin que llegue a ser una biografía, me gustaría recoger los recuerdos que tengo de ella. El film estará basado en el día a día de una familia, y en él intentaré plasmar todas las evocaciones que tengo de mi madre. (el realizado está hablando de Still Walking, renombrada en España Caminando)
CA: Hollywood prepara una película titulada Alter Life, protagonizada por Kate Bosworth. ¿Qué sabe de este proyecto? Se comenta que es un remake en toda regla de su película.
HK: Sí, sí, es totalmente cierto. De hecho antes de desplazarme a Las Palmas me pasaron una copia del guión para poder leerlo, pero lo que no conocía era el nombre de la actriz. (Se sorprende al conocer que es la protagonista de Superman Returns). De hecho en Holanda parece que está prevista la producción de una ópera también basada en mi film After Life. Lo que realmente me parece interesante de la fiebre de remakes es el cómo una película puede ser adaptada por otra cultura, aunque mucho me temo que Hollywood, que está volcándose en esta fiebre de remakes, no va ha hacer muchos proyectos de calidad.
Nos despedimos de Koreeda… que con una sonrisa en los labios continúa sentado y nos recuerda que conserva en su despacho la portada de la revista CineAsia que coincidió con el estreno de Nadie Sabe.