En Japón las películas se suelen dividir desde el punto de vista de la época en la que tienen lugar en jidai-gekis (películas de época, Japón feudal, films de samuráis y de geishas), y por otro lado se encuentras los gendai-gekis (películas contemporáneas), que tienen lugar después de la Era Meiji. En los inicios del cine sonoro, las primeras películas producidas por la Nikkatsu (estudio más tradicional), fueron los jidai-gekis , mientras que la Shochiku filmaba tanto comedias como dramas (con un acento más occidental).
Yasujiro Ozu, que desarrolló su carrera como director en la Shochiku destacó tanto en el cine silente, como en los inicios del sonoro por las comedias amables y los dramas costumbristas. Durante la II Guerra Mundial, el realizador fue enviado al frente en Manchuria donde vería en primera persona los efectos devastadores de la guerra, sobre todo en los niños. Tras la capitulación de Japón, Ozu aún pasaría un año en un campo de prisioneros de guerra en Singapur.
Muchas veces el maestro japonés pensó en realizar una película bélica que reflejara los horrores de la guerra, pero nunca la filmó…, a pesar de que dichos efectos estuvieron presentes en todas sus películas. De hecho, la primera película que filmó nada más llegar del campo de prisioneros, en un tiempo récord y con un más que bajo presupuesto sería Historia de un vecindario. Una película que a parte de ser un gendai-geki (tiene lugar en la posguerra), forma parte de un género del que fue un verdadero maestro: el shomin-geki. Las películas de la gente pequeña: de la viuda que tiene que vivir como puede tras la guerra, del oficinista que a duras penas llega a fin de mes. De los niños huérfanos que malviven jugando en las calles.
Historia de un vecindario no es la película más conocida de Yasujiro Ozu, pero marca un punto de inflexión en su carrera. El director va a focalizar sus películas en la familia (en este caso será un vecindario, que forma una familia) y en los problemas que han de afrontar para salir adelante.
Ozu, que normalmente se rodea del mismo equipo técnico (guionista, director de fotografía, montador, músico, actores), se despide en este film del guionista que le había acompañado desde sus inicios Tadao Ikeda; y también de actores (como Choko Iida, la mujer que protagoniza a la viuda a la que intentarán endosarle un niño que han encontrado perdido en la calle). A su vez, seguro que encontráis algún rostro familiar en la cinta, el de Chysu Ryu (con más de 200 películas a sus espaldas y que se convertirá en el padre por excelencia de las películas de Yasujiro Ozu).
¿Por qué pienso en la importancia que tiene Historia de un vecindario, a pesar de no salir en ninguna lista como una de las obras más destacadas de su director? Simplemente porque en ella encuentro todos los elementos que hacen de Ozu uno de los mejores directores de la historia.
Una de sus frases favoritas resume cómo era este director: ‘Estoy seguro de que algún día los extranjeros comprenderán mis películas. Mejor dicho, no. Dirán, como dice todo el mundo, que mis películas no son más que menudencias’ Extraordinarias menudencias, diría yo.
Una crítica de Enrique Garcelán