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Primera Crónica del IFFR: La sección ‘Tiger’

10/02/2021

Terminada ya la quincuagésima edición del Festival Internacional de Cine de Róterdam (IFFR) toca hacer balance de una edición atípica pero muy interesante, en la que las películas asiáticas han vuelto a brillar cosechando premios y críticas muy positivas.  

Iniciamos la primera parte de la crónica del certamen hablando de la emblemática sección ‘Tiger’, reservada a óperas primas de todos los rincones del mundo y cuyo palmarés este año ha vuelto a dominar Asia Oriental a pesar de que sólo competían tres películas de la región: Pebbles (2021), del sur de la India, la tailandesa The Edge of Daybreak (2021) y Bipolar (2021), producción de China continental. 

Pebbles: La industria tamil se corona en Róterdam 

Pebbles (2021) recoge el testigo de Sexy Durga (2017), convirtiéndose en la segunda película india en ganar el Tiger Award, el máximo galardón de la sección. Es una película aparentemente simple: el viaje de un niño y su padre alcohólico, que intenta recuperar a su esposa, quien les ha abandonado cansada de aguantar los abusos de éste. 

 Vinothraj P. S. demuestra un virtuosismo increíble tras las cámaras en su debut como director, dejándonos con el que probablemente sea el plano secuencia más extraordinario de esta edición del Festival. Además, la fotografía —a cargo de Jeya Parthiban y Vignesh Kumulai— es absolutamente sofocante, transmitiendo el calor que supone una caminata en un día de verano en el sur de la India. De este modo, se trata de una obra sobresaliente en el apartado técnico, con un trabajo excepcional de composición en sus planos y una demostración constante de un sofisticado lenguaje visual. 

Pebbles dura tan sólo 74 minutos —tan curioso, como también su ritmo lento— y quizás sea uno de esos pocos casos en los que le habría beneficiado una mayor duración, para que algunos aspectos de la trama y algunas relaciones entre personajes pudieran verse progresar. Es innegable que es una película de una gran belleza, un maravilloso envoltorio para el que la historia queda algo floja, faltándole profundidad y desarrollo, sobre todo si tenemos en cuenta lo buena que es en su aspecto visual. No obstante, el premio es absolutamente merecido y la industria tamil —industria cinematográfica del sur de la India— puede estar de enhorabuena ya que supone un inicio inmejorable para un director al que habrá que seguirle los pasos a partir de ahora. 

The Edge of Daybreak: el trauma como experiencia multisensorial 

El cine tailandés, como ya es habitual, no se va de vacío de Róterdam, con The Edge of Daybreak (2021) llevándose el premio FIPRESCI que otorga la prensa internacional a la mejor película de la sección ‘Tiger’. Tuvimos la oportunidad de hablar con su director, el vídeo artista tailandés Taiki Sakpisitque regresa al certamen tras presentar el cortometraje The Mental Traveller en 2019. 

The Edge of Daybreak (2021) es la historia de una familia tailandesa que atraviesa una profunda crisis emocional, causada por los múltiples traumas que afectan a los protagonistas y que son también los traumas de la nación tailandesa: las revueltas estudiantiles de 1976 y el golpe de estado de 2006. La película supone un auténtico reto para el espectador, ya que lo que le interesa a Taiki Sakpisit es capturar un “espacio mental” de parálisis emocional, convirtiéndose en una experiencia multisensorial: no quise seguir una narrativa lineal porque quería que la película se convirtiera en una experiencia onírica, la representación de un estado mental de parálisis y trauma. Fue un auténtico reto para mí y soy consciente de que supone un reto también para el espectador.” 

El viento arrecia durante toda la película, como un lamento constante, con una fuerza y una pesadez material que remite a uno de los grandes precursores del slow cinema y que el propio Taiki admite que es uno de sus directores favoritos, Béla Tarr“El viento era fundamental ya en el guion”, nos cuenta el cineasta, “de algún modo, es la representación del marido ausente, que regresa en forma de viento”. Además, añade que “también era importante para esta experiencia sensorial que quería crear”. En este sentido, es crucial el papel que juega la extraordinaria fotografía monocromática, que le sirve al director para “destacar la textura de los cuerpos y de los espacios”, de forma que el espectador, en cierto modo, está percibiendo también la película desde el sentido del tacto. 

Taiki Sapkisit, director

En definitiva, The Edge of Daybreak es una película arriesgada y difícil, un filme que va a ser divisivo a causa de su gran visceralidad, que puede atrapar completamente al espectador desde un inicio o provocar la reacción contraria y que nunca llegue a conectar con la propuesta del director tailandés.  

Bipolar: una road movie al inconsciente más profundo 

Otro de los nombres que hay que apuntar para seguir su carrera muy de cerca a partir de ahora es el de Queena Li, graduada en la Academia de Cine de Beijing y la York St’ John University en el Reino Unido. La joven directora debuta en el certamen con Bipolar (2021), la única película asiática de la sección que no ha conseguido llevarse algún premio, pero que no por ello es menos destacable, siendo un debut impecable y muy prometedor. 

Bipolar (2021) también supone el deslumbrante debut como actriz de la cantante Leah Dou —hija de la también cantante y actriz Faye Wong (Chungking Express)—, interpretando además el papel protagonista, una joven de clase alta que llega a Lhasa, capital del Tíbet, para realizar una especie de peregrinaje que ni ella misma sabe en qué consiste. La actriz demuestra un gran talento para la interpretación en su debut, pero destaca sobre todo en el apartado musical, componiendo gran parte de una gran banda sonora y brillando con especial fuerza en las escenas musicales. 

El filme cambia de forma radical cuando la protagonista se encuentra con una langosta mágica en el restaurante del hotel e inicia un viaje para liberarla en su lugar de origen, cerca del faro de la Isla Ming. De este modo da inicio una road movie en la que el destino es lo de menos —de hecho, el título original en chino podría traducirse como “un viaje cualquiera”—, lo importante es el proceso de aprendizaje de la protagonista, que se va encontrando con personajes a cuál más estrafalario que el anterior, sacados en la mayoría de las ocasiones de su inconsciente y que irán haciendo que se redescubra a sí misma. 

Un reportaje de Josep Santcristòfol

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