El director japonés Kôji Wakamatsu siempre caminó por las sendas menos transitadas de la cinefilia. Mientras su nombre es difícilmente reconocido fuera de Japón y la crítica mantiene un distanciado mutismo sobre su figura, su obra consta de más de cien títulos realizados desde mediados de los años sesenta. Hace unos días Sitges programó una de sus últimas películas, dentro de la sección Seven Chances, Caterpillar (2010), un film que habíamos intentado recuperar para la primera edición del Casa Asia Film Week, pero que finalmente, y para la suerte de muchos aficionados, pudo verse en el cine Prado de Sitges, y unos días más tarde, enla Filmoteca de Catalunya.
«Siempre he hecho películas de acuerdo a mis gustos y a mis propias decisiones, no a los premios que iba a recibir por ellas. He recibido algunos premios en Europa, lo cual nos ha ayudado mucho al ser una pequeña productora, (Wakamatsu Productions) y no poder gastar mucho dinero en publicidad. La publicidad siempre es de gran ayuda, para los que trabajamos un tanto al margen de la industria. «
Todavía no recuperados de los diez días de cine, de contactos con amigos y compañeros de profesión, de charlas con directores, actores y/o productores, que supone el Festival de Cine de Sitges, ayer nos levantamos con la triste noticia de la muerte de Kôji Wakamatsu a causa de las heridas producidas tras ser atropellado por un taxi en las calles de Tokio. Sirvan estas palabras, de alguien que conoce parcialmente su obra, pero al que le quedan muchas de sus películas por descubrir, como homenaje al que fue, al que es y al que siempre será, uno de los realizadores nipones menos conocidos, pero más militantes del panorama contemporáneo japonés.
La entrada de Wakamatsu en el cine no fue convencional, como tampoco lo han sido sus obras. Después de abandonar su lugar de nacimiento, la región noreste de Tohoku (prefectura de Miyagi), y tras ser expulsado de la escuela secundaria, llegó a Tokio sin trabajo ni dinero. Terminó trabajando para la yakuza y para el cine. Sus dos maestros. En el período posterior a la II Guerra Mundial, los cineastas pagaban a la yakuza para que les concedieran permisos para rodar en sus diferentes territorios. El papel de Wakamatsu era el de supervisar los rodajes en la zona de Shinjuku, en el centro de Tokio, llevando las fiambreras a los sets de rodaje (y que en cierto modo luego homenajeó de forma simbólica en su violentísimo filme Shinjuku Mad). Una escuela de cine diferente, que puso en contacto al director con el Séptimo Arte…, y con la cárcel.
«Cuando salí de la cárcel, tenía muchas cuentas pendientes contra las autoridades y su brutalidad, pero pensé que si utilizaba la violencia, iba a terminar en la cárcel otra vez. Así que decidí usar otra arma: el cine. Utilizar la violencia en las películas forma parte del imaginario de un director de cine, así que al menos no puedes ser acusado de criminal».
Al igual que muchos de los principales directores japoneses de hoy en día, incluyendo a Yojiro Takita (Despedidas), Kiyoshi Kurosawa (Tokyo Sonata) o Masayuki Suo (Shall We Dance?), Wakamatsu comenzó su carrera en el mundo de los pinku eigas, las producciones eróticas japonesas que, en su momento, fueron las que salvaron de la quiebra total a varias compañías que se iniciaron en los años 60 y que durante muchos años significaron la vía de aprendizaje de muchos directores que se iniciaban. Unas películas que han dado formación académica a muchos directores que hoy en día son considerados los renovadores del cine japonés.
«El cine no es algo que puedas aprender sólo en una escuela; estamos hablando del poder de la imaginación. El mejor lugar para aprender cómo dirigir una película se encuentra en un set de rodaje. Si una persona no tiene talento, no importa lo mucho que la enseñes, no pasará de ser un mediocre en lo que haga.»
Wakamatsu sostiene que sus primeras producciones no eran realmente pinku eigas, a pesar de que lleven en su coraza muchas de sus señas de identidad. Desde luego son películas que ofrecieron mucha libertad creativa a los realizadores, una vez que la cuota de escenas de sexo estuvo incluida en su metraje. El realizador japonés utilizó su trabajo para hacer visibles sus mensajes anti-sistema y poner a prueba los límites de la censura. Con el tiempo, una disputa conla Nikkatsu lo llevó a formar su propia compañía,la Wakamatsu Productions.
Durante la década de los sesenta, con el control creativo completo de sus películas, éstas se volvieron más políticas, provocando la ira de la policía, que le acusó de estar en connivencia con militantes de la extrema izquierda japonesa. Wakamatsu, al igual que muchos estudiantes de la época, se oponían al ANPO (Anzen Hosho Joyaku), es decir, al Tratado de Seguridad y Cooperación entre Estados Unidos y Japón que entró en vigor en Mayo de 1960. Sus primeras películas underground, como Sex-Jack (1970) muestran estas violentas concentraciones.
Después del acoso al que se vio sometido por parte de las autoridades, Wakamatsu cerró su compañía de producción a principios de 1970 y volvió a hacer películas para adultos para otras empresas. También viajó a Palestina para filmar un documental sobre el grupo japonés Ejército Rojo Terrorista, germen de la que sería, años más tarde, una de sus películas más aclamadas por la crítica, United Red Army (2007). Un viaje que en el que fue tildado de terrorista y colaborador de grupos armados, por lo que entró en la lista negra de los EE.UU. De hecho, este veto fue en parte porque uno de sus mejores amigos y guionista, el radical cineasta Masao Adachi, si que estuvo vinculado con la lucha armada y fue repatriado a Japón desde el Líbano para ser juzgado por un tribunal japonés no hace muchos años, determinando que nunca más podría abandonar el país (algo que se expresa en su último filme Prisoner / Terrorist, con script del propio Wakamatsu).
«Nunca he estado involucrado con grupos terroristas, o algo por el estilo, pero todavía no puedo entrar en los Estados Unidos, aunque lo he intentado un par de veces. Aunque en estos días, usted puede ir a Palestina sin ningún problema».
Hace tan sólo unos días, el Festival de Cine de Busán (Corea del Sur, BIFF 2012) rindió homenaje a toda la carrera de Kôji Wakamatsu, al otorgarle el Premio al Director del Año y presentando una retrospectiva de su obra, junto con la inédita The Millennial Rapture (2012). Meses antes había competido en Cannes con 11.25 The Day He Chose his own Fate, dentro de la Sección Un Certain Regard. El pasado miércoles 10 de Octubre, el público del cine Prado del Festival de Sitges pudo descubrir o recuperar a este gran director con la proyección de Caterpillar.
«Una vez que llegué a los cincuenta, decidí que lo que quería era hacer películas que la gente pudiera mirar hacia atrás dentro de 50 ó 100 años y pensar: “Así es como éramos en aquellos tiempos”. Ese es el tipo de películas que estoy tratando de hacer».
Sayonara, Wakamatsu sensei.
Algunas películas de su filmografía:
Affairs within Walls (Kabe no naka no himegoto, 1965)
Primera película que dio a conocer a Wakamatsu fuera de las fronteras de Japón. Provocó un escándalo diplomático entre Japón y Alemania al ser seleccionada para su proyección en el Festival de Cine de Berlín de 1965. Voyeurismo, amor y locura en el film que catapultó a Koji a abrir su propia productora.
Violent Virgin (Gewalt! Gewalt!: Shojo geba-geba, 1969)
Dos amantes intentan fugarse juntos pero son interceptados por un puñado de matones en un extraño desierto. Ilustraciones simbólicas de una realidad social preocupante. Fascismo, violaciones y un cierto aire a Saló o a los 120 Días de Sodoma de Pier Paolo Pasolini.
Go, Go Second Time Virgin (Yuke yuke nidome no shojo, 1969)
Musicalmente impecable. El film es una especie de reversión de Violent Virgin. Una pandilla viola a una adolescente en medio de una especie de lírica pesimista y del ojo observador de un tímido un tanto perturbado.
Angelic Orgasm (Tenshi no kokotsu, 1972)
Fábula anarquizante con tendencias de homenaje histórico a grupos de pensamiento anti-imperialistas. Alusión onírica ala Revolución Rusay a la obra maestra de G.K. Charleston, El Hombre que fue Jueves.
United Red Army (Jitsuroku rengo sekigun: Asama sanso e no michi, 2007)
Intento por procesar el shock de la izquierda japonesa en épocas de activismos estudiantiles. Asesinatos ideológicos y una genuina visión de una realidad contextual: el fanatismo del Ejército Rojo Unificado y su (anti)relación con el poder estatal.
Caterpillar (Kyatapirâ, 2010)
Wakamatsu, enfant terrible del pinku eiga político de los años sesenta y setenta, mete el dedo en la llaga de la guerra (la del Pacífico), denunciando el fanatismo ideológico que invadió las mentes de los ciudadanos japoneses y el abandono sufrido por muchas mujeres, obligadas a mantener a la familia a pesar de la escasez de recursos.