De profesión taoísta
Uno de mis primeros acercamientos serios al “wuxia pian” fue a través de Una Historia China de Fantasmas (Ching Siu-tung, 1987), donde un desinhibido Wu Ma aparecía bailoteando con su espada y brindando la interpretación más iconográfica de toda su carrera: ese inolvidable monje taoísta protegiendo a un enamoradizo Leslie Cheung quedó gravada en mi mente para siempre. Seguramente fue así para otros muchos cinéfilos occidentales que, justo en aquel entonces, nos empezaban a fascinar esas lejanas cinematografías que ni tan siquiera sabíamos situar en un mapa mundi. Eran tiempos en los que debatíamos sobre la procedencia de esas fantásticas cintas orientales repletas de guerreros que desafiaban las leyes de la gravedad, surcando los cielos mientras blandían sus espadas en horizontal para abrirse paso entre endemoniadas ráfagas de viento. Wu Ma también las cortaba en esta celebérrima adaptación de un relato corto del novelista “pulp” Pu Songling, producida por un respetable Tsui Hark. El barbudo monje Yin Chiek-hsia al que daba vida, y cuyo rol repetiría en la secuela oficial (más fantástica si cabe y con toques mucho más gore), se convirtió en uno de sus personajes más queridos por las audiencias hongkonesas de la época. Cierto que apareció como maestro marcial en un sinfín de producciones, pero Wu Ma fue mucho más que un monje taoísta, convirtiéndose en un hombre de cine cuyo inconfundible rostro apareció en casi 300 producciones, sin contar el medio centenar más en las que puso su sello como realizador. Fumador empedernido, hacía poco menos de un año que le habían diagnosticado un cáncer de pulmón irreversible. Su desaparición, el pasado 4 de Febrero, nos dejó el corazón encogido y muchos fotogramas por revisar.
Un caballero de la Shaw
Wu Ma era un hombre que conocía todos los entresijos de la industria de la ex-colonia británica, en parte porque su dedicación fue absoluta hasta su último aliento (una de sus postreras intervenciones fue en la producción china Game of Assassins, estrenada el pasado 26 de Diciembre, compartiendo protagonismo con Francis Ng). No en vano, a los veinte añitos entró a formar parte de la familia Shaw; una familia numerosa a la que permanecería unida durante dos décadas. Primero estuvo un año aprendiendo arte dramático, o lo que era lo mismo en la Shaw, a hacer de figurante en cinco producciones a la vez y recitar cuatro diálogos intercalados en medio de la acción marcial. A veces, según la caracterización, era confundido con Feng Tien (coincidirían en Temple of the Red Lotus, de 1965). Por este motivo, siempre que podía, optaba por no llevar esas barbas postizas y peinarse el pelo hacia atrás con un semblante de astuto embaucador, siendo respaldada esa imagen de pícaro por un fino bigote ralo. Luego entabló amistad con Chang Cheh, el verdadero padrino del cine de Hong Kong (con perdón de Run Run Shaw). Éste le enseño cuatro trucos para que pudiera ponerse detrás de una cámara. Con el tiempo le confiaría la dirección de la segunda unidad, convirtiéndole en asistente de dirección, su mano derecha. Se estrenó con The Invincible Fist (1969), con un Lo Lieh haciendo de héroe de corazón ardiente, si bien no son pocos los que coinciden en que su primer trabajo fue El Retorno del Espadachín Manco (1969), pues ésta última se estrenaría en Febrero de ese año y la otra no lo haría hasta Junio. Sea como fuere, y partiendo de la base de que ambas películas se debieron rodar al mismo tiempo, ambas producciones se consideran sus dos grandes debuts oficiales como asistente de dirección. Wu Ma y Chang Cheh llegaron a congeniar tanto que incluso codirigieron algunas películas, como las inolvidables The Pirate (1973), con una recordaba pelea en una playa en la que se pueden vislumbrar a lo lejos (y con mucha imaginación) los primeros rascacielos hongkoneses; y Todos los Hombres son Hermanos (1973), superior secuela de The Water Margin. Con el tiempo, al aprender el oficio de cineasta, Wu Ma se atrevió a hacer sus pinitos como director de forma independiente, siendo su primera incursión Wrath of the Sword (1970), una “wuxia” que se estrenaba un 28 de Mayo y que recaudaría poco más de 194 mil dólares hongkoneses de la época. Nada mal para empezar.
Emancipación dorada
El caballo necesitaba salir del establo y cabalgar por las verdes praderas de los montes hongkoneses que, con la agresiva especulación inmobiliaria, se estaban convirtiendo en extensiones residenciales de esa jungla gris de cemento y cristal de la capital. Y es que nuestro protagonista nació en el año del caballo, principal motivo por el que en los inicios de su carrera como actor le llevara a adoptar el nombre artístico de Wu Ma, caracteres vinculados etimológicamente al signo de la astrología china, que reproduzco para todos aquellos que sientan curiosidad por el idioma: 午馬. Según el horóscopo chino, los que nacen bajo la influencia del signo del caballo son personas propensas a la creatividad y, con trabajo y dedicación, conseguen triunfar en sus vidas. Y así fue. Él era un caballo de agua (se consideran como tales los nacidos entre el 15 de Febrero de 1942 y el 4 de Febrero de 1943), por lo que también denotaba afecto por aquellos que le rodeaban y sentimiento de camaradería con los suyos. Aun y así, y preservando para siempre esos lazos de amistad imperecederos con su maestro Chang Cheh, su instinto aventurero le animó a emanciparse de la Shaw y, por una serie de casualidades «no tan casuales», empezó a trotar al lado de Sammo Hung, apareciendo en la divertida Encounters of the Spooky Kind (1980), que con el tiempo se demostró que sería una influencia decisiva para la confección de otra obra maestra: Mr. Vampire (1985), película referencial donde las haya en la que aparecería como un risible vendedor de arroz. Sea como fuere, su entendimiento con Hung le permitió intervenir en la magnífica The Prodigal Son (1981); la comedia coral The Millonaires Express (1986), como un forajido atraca-bancos; y la belicosa Eastern Condors (1987). Su versatilidad le convertiría en uno de los actores más solicitados de la época. Su brillante interpretación de excéntrico monje taoísta en Una Historia China de Fantasmas (insisto en que resulta memorable su numerito musical) provocó un éxtasis entre los productores, que le pedían a golpe de talonario que repitiera el mismo papel en otros largometrajes, en un intento de aprovechar la tirada de esa mini saga romántico-fantasmal. Sin embargo, Wu Ma no quiso estancarse; tanto lo podíamos ver de protagonista en “wuxias” y otros delirios del cine fantástico, como de actor de reparto en comedias ligeras, y siempre en papeles muy variados. A título de ejemplo, lo podemos ver como vendedor de helados en Goodbye Mammie (1986) o de florista en la comedia Lost Souls (1989).
Eso le llevó a ser uno de los actores con mayor presencia en la gran pantalla en la década que estaba por venir. En el primer lustro de los 90 solía rodar un promedio de veinte largometrajes por año y no le ponía trabas a seguir encarnando esos monjes taoístas de sabiduría ilimitada o expertos exorcistas y cazadores de “jiang shi” (los entrañables vampiros chinos). Resulta imposible hacer una selección pormenorizada de todos los títulos básicos para apreciar su talentosa versatilidad, pero a título personal recomiendo encarecidamente A Kid from Tibet (1992), que además fue la única película que cuenta con la dirección exclusiva de Yuen Biao; la disfrutable The East is Red (1993), más conocida por ser la tercera parte (¿no oficial?) de la saga Swordsman; La Sangre del Leopardo (Billy Chan, 1993), un remake tardío pero muy aprovechable de la mencionada Todos los Hombres Son Hermanos; The Chinese Ghostbuster (1994), de la que también firmaría su dirección; y finalmente Deadful Melody (1994), aunque sólo sea porque sale la sensual Brigitte Lin. Sin olvidar que intervino en una de esas joyas que magnificaron la industria local entre los espectadores occidentales: Érase una Vez en China (1991).
El trote se enlentece, el monje se marchita
En los albores del nuevo milenio Wu Ma decide decantarse por el medio televisivo. Si bien es cierto que el galope en este medio puede ser más veloz que en el cinematográfico, el trote del actor/director se hace cada vez más lento. Tras un par de años sabáticos, cinematográficamente hablando, Wu Ma reemprende sus actividades profesionales vinculadas estrictamente al mundo del séptimo arte y, aunque sin renunciar al formato televisivo, sí reduce considerablemente sus apariciones, concentrando sus esfuerzos en blockbusters, siendo de especial relevancia sus participaciones en House of Fury (2005) y Battles of Wits (2006). Si embargo desde hacía tres años, como si presagiara su enfermedad, Wu Ma se había vuelto más hiperactivo que nunca. Una segunda juventud para él, un último trote de popularidad que incluso llegó a contagiar el otro lado de la invisible frontera, de la industria de la Gran Muralla China. Personalmente, de esta última etapa me quedó con dos producciones hongkonesas de pura cepa: Kung-Fu Master (2010) y 14 Blades (2011). Aunque tal vez valga la pena recuperar un puñado de escenas The Legendary Amazons (2011), sobrevalorado remake chino rodado en mandarín de la que es una de las obras clave para entender la concepción estilística de cualquier filme de la Shaw, es decir, de la (esta sí) legendaria The 14 Amazons (1972).
Curiosamente, la muerte de Wu Ma ha coincidido con el arranque de un nuevo año chino en el que el signo del caballo volverá a dominar el calendario de este 2014. Ahora solo aguardamos que en Marzo se estrene Fighting (una especie de remake de A Better Tomorrow rodado en tailandés) para ver su interpretación póstuma y así completar la inmensa filmografía de este infatigable hombre de cine taoísta.
Eduard Terrades Vicens