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Jia Zhangke, o cómo ir contra el sistema

29/05/2019

Jia Zhangke es un rebelde por necesidad. Su carrera hasta La ceniza es el blanco más puro, su último estreno, ha tenido una evolución orgánica, iniciada por su amor incondicional al séptimo arte y siempre motivada por una necesidad de representar unas realidades invisibles en el discurso oficial. Cuando en 1998 Jia debuta con Pickpocket, nadie pensaba que un criminal de poca monta podía protagonizar una película china, pero él vio necesario reflejar su realidad, la de un joven de la China rural, invisibilizada en el cine hasta entonces.

Durante su primera etapa como director, Jia permanece en Shaanxi, reflexionando sobre cómo los cambios que se están produciendo en China pueden llegar a afectar a las vidas de los habitantes de su provincia natal. Ninguno de sus tres primeros largometrajes –Pickpocket (1998), Platform (2000) y Unknown pleasures (2001)- lograrían estrenarse en los cines de su país, algo que no consiguió hasta The World (2004), película que se sitúa en un parque temático de Pekín, lejos de su ciudad natal. Jia Zhangke abandonaría Shaanxi, pero Shaanxi nunca abandonó a Jia. Su provincia natal siguió estando presente en todas sus obras a través de las experiencias vitales de sus personajes, en su mayoría provenientes de Shaanxi, víctimas de una inmigración masiva cuya causa era la imparable urbanización que se estaba produciendo en China desde su apertura a una economía capitalista. En la obra del cineasta chino se ven a la perfección las dificultades contra las que chocaron estos inmigrantes que buscaban un futuro mejor, un problema que además no sólo era específico de su provincia, sino que afectaba a la totalidad del territorio chino.

En el rodaje de Dong (2006)-documental sobre la figura del pintor Liu Xiaodong-, Jia descubre Fengjie, una ciudad en proceso de demolición, a punto de desaparecer debido a la construcción del monumental proyecto de la presa de las Tres Gargantas. En tan sólo tres meses, un incalculable valor histórico, material y cultural iba a quedar sumergido bajo las tranquilas aguas del río Yangtzé. Con los pocos medios que disponía, Jia decide rodar Naturaleza Muerta (2006), película que relata esta pérdida -no sólo material, sino también humana- que se produjo debido a la construcción de la presa de un modo que no se había hecho hasta el momento. Jia se encuentra ante una situación que considera surrealista, la velocidad de los cambios ha alcanzado tal punto que escapa de toda lógica. Para remarcar la absurdidad de la situación, Jia introduce elementos irreales como la aparición de un ovni, que choca más a la audiencia que a su protagonista impasible ante un suceso tan ilógico como lo es su realidad. Jia Zhangke se mantiene en todo momento como un observador objetivo, sin juzgar nunca, pero sin miedo a mostrar las tragedias individuales, escondidas bajo la magnitud del proyecto. Naturaleza muerta supuso la segunda película del director que se pudo estrenar en China tras The World (2004) y le valió el León de Oro en el Festival de Venecia, su primer gran premio internacional.

El cine de Jia Zhangke por fin podía verse en los cines chinos, lo que hizo que tomara una creciente conciencia de su responsabilidad como director ya que ahora el impacto cultural de su obra iba más allá de los círculos intelectuales donde se había recluido hasta el momento. Su incursión en el género documental supuso un pasó lógico ante este creciente compromiso social. Estrenó Useless (2007), 24 City (2008) y I Wish I Knew (2010), documentales con un fuerte componente de denuncia social, antes de volver a la condición de cineasta prófugo en su país con Un toque de violencia (2013), su ataque más explícito al sistema hasta la fecha. Las explosiones hacen acto de presencia en esta película tan sólo en su dimensión destructiva, reflejando la actitud crítica y ofensiva que toma Jia en este largometraje. En cambio, en Naturaleza muerta y 24 City, las explosiones además de destrucción simbolizaban también reconstrucción y por lo tanto una esperanza, ausente en Un toque de violencia. El director chino se sirvió de casos reales de violencia aparecidos en la red social Weibo para denunciar la que considera que es la auténtica causa de estos estallidos de violencia: la relación esquizofrénica entre un gobierno comunista autoritario y una economía capitalista neoliberal. Esta relación hace que la sociedad cambie a una mayor velocidad que sus individuos, que se ven arrojados a situaciones en las que la violencia aparece como su única solución. El uso de cuatro historias independientes que ocurren en diferentes puntos de China -unidas de una forma magistral por el fenómeno de la migración- lo que hace es recalcar que los estallidos de violencia no es un problema puntual, sino estatal.

La migración alcanza una escala global en Más allá de las montañas (2016) película en la que el director chino no sólo mira hacia el pasado, sino también hacia el futuro, con una historia que empieza a la víspera del nuevo milenio y termina en el año 2025. El inicio y el final del filme representan a la perfección la visión que Jia tiene del rumbo que ha tomado China en las últimas décadas. La alegría del primer baile grupal a ritmo del “Go West” de los Pet Shop Boys contrasta con el baile triste y solitario de Zhao Tao al final de la película. China, en cierto modo ha viajado a occidente, y lo que ha traído de vuelta ha sido una desigualdad cada vez mayor, con unos individuos en una soledad cada vez mayor. Más allá de las montañas pudo verse en China, demostrando la capacidad de Jia Zhangke para sortear la censura con una crítica sutil, oculta detrás del velo del melodrama de una historia personal de amor y desamor.

Jia Zhangke sigue siendo un rebelde y lo seguirá siendo mientras existan injusticias sociales en China. La misma necesidad casi vital de representar su realidad que le empujó a iniciarse como cineasta se ha convertido en una necesidad de que su cine se convierta en una memoria colectiva que no aparte a aquellos que no logran encontrar su sitio en la sociedad china.

En La ceniza es el blanco más puro, Jia echa la vista atrás para volver sobre los pasos de su carrera como cineasta, reflexionando sobre una obra inconformista, marcada siempre por una preocupación por la actualidad, pero también por una mirada hacia el pasado de un país que navega por aguas inciertas hacia un futuro desconocido, pero cada vez más desesperanzador.

Josep Santcristòfol

 

 

 

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