Eduard Terrades Vicens
Año: 2009
País: Japón
Director: Yoichi Sai
Duración: 115 minutos
Género: manga-eiga / acción
Protagonistas: Kenichi Matsuyama, Koyuki,
Kôichi Satô y Ekin Cheng
Kamui es un personaje (secundario, luego explicaremos el porqué) muy querido por los lectores japoneses que vivieron la eclosión del gekiga (manga dramático, adulto) a mediados de los años 60. A nadie le debería sorprender pues que la industria cinematográfica japonesa, en plena fiebre por el manga-eiga, haya decidido adaptar parcialmente las aventuras de este famoso hinin (una especie de subordinados de los samuráis que se unieron bajo una misma casta social y que no eran considerados humanos, sino parias). El joven Kamui decidió convertirse en ninja para no depender de nadie y, traicionando a su clan, emprender un camino solitario como desertor.
Para entender lo que proyecta la película hay que rememorar parte de la historia original creada por Sanpei Shirato, pues el cómic está dividido en dos partes muy diferenciadas: Kamui-Den, donde aparece por primera vez el célebre ninja pero sólo como mero observador de los acontecimientos que acontecen en su demarcación; y Kamui-Gaiden, donde se nos presenta un séquito de enemigos que combaten con él e historias alternativas no vinculadas directamente con la extensísima primera saga originalmente publicada desde el año 1964 hasta 1971. Como bien indica su título, Kamui Gaiden adapta la segunda saga (publicada a partir del año 88), pero solidarizándose con esos espectadores no familiarizados con los orígenes del personaje: al principio del filme se inserta una acertada y prolongada introducción tomando como base narrativa Kamui-Den (incluso en los títulos de crédito se insertan viñetas representativas sonsacadas de los primeros tomos). A continuación y, tras varios combates en los que se puede apreciar el arte del ninjitsu que practica Kamui, así como sus técnicas más representativas (obviamente imaginadas por Shirato), el filme se centra básicamente en una de las historias paralelas más interesantes: La Isla de Sugaru, una mini-saga en la que Kamui salva a un pescador que ha desafiado al bakufu local y éste como agradecimiento lo invita al islote en el que reside. Lo que no sabe Kamui es que se topará con una vieja conocida a la que su clan le arrebató su familia cuando aún formaba parte de él. Piratas, un romance de por medio y una venganza plausible complementarán un filme que desprende el espíritu de Shirato por los cuatro ángulos de la pantalla. Curiosamente, y para los más puristas, decir que esta trama fue la que en su día se publicó en España para presentar al personaje hace ya más de 18 años (fue recopilada en 7 números), lo que permite compararla directamente con el filme de forma equitativa.
Aún considerando que se toma demasiadas licencias para una saga tan breve, los resultados finales son más que decentes desde el punto de vista argumental. El problema en sí radica en que resulta imposible condensar las más de quince mil páginas de las que consta la obra en su totalidad en menos de dos horas. Pero insistimos, el espíritu del ninja solitario prevalece. Para que esto fuera posible se requirió de los servicios de Yoichi Sai, un cineasta del que por suerte conocemos su clasicista trabajo gracias a la difusión (casi invisible) de Blood & Bones en Occidente (determinada por la presencia explícita de Takeshi Kitano como protagonista principal). De todos modos, es muy evidente que esta adaptación de uno de los considerados mejores mangas de toda la historia no satisfará a los que esperen de ella una película de acción partiendo del arte del shinobi, eso seguro. Del mismo modo que los que presuponen que la versión en papel contiene muchos enfrentamientos se llevarán una sorpresa al comprobar que no es así. El motivo es muy simple y comprensible: la historieta gráfica original parida por Shirato no pretendía ofrecer simple entretenimiento, sino que optó por mostrar los estamentos y las castas sociales del período Tokugawa de una forma didáctica, antropológica me atrevería decir, y en la que para no aburrir al lector se intercalaban combates muy dinámicos a través de una composición de viñetas partiendo de una planificación muy cinematográfica (un estilo que Gôseki Kojima, ayudante de Shirato en Kamui-Den, recicló para Hanzo no Mon / Hanzo, El Camino del Asesino). Sin duda alguna, la obra original es un manga histórico, en la que introdujo además un tratado sobre la fauna salvaje de la época (con un cariño especial por los lobos), lo que da una idea aproximada de las intenciones del autor por ofrecer un producto diferente para un público maduro, extenso en concreciones historiográficas y con una estructura interna muy premeditada para que tuviera sentido dentro de los márgenes de la historieta gráfica y no en otro formato (demostrable empíricamente cuando se compara con la decepcionante y desfasada versión animada).
Si el largometraje debe recibir alguna crítica negativa es por el hecho de que falla en sus objetivos iniciales y en su concepción ociosa: dudo mucho que los productores pensasen en convertir el filme de Kamui en una producción histórica, sino en un blockbuster nostálgico que funciona cuando se acerca respetuosamente a la obra de Shirato, pero que no se sostiene cuando toma partido como película de acción. Y es que a pesar de los logrados combates (mención especial por la fiel traslación del espectacular enfrentamiento en el fondo del mar), éstos han sido reducidos al mínimo (igual que en el manga), y por lo tanto constatan una falta de percepción hacia esos espectadores que sucumbieron al reclamo publicitario de Kamui Gaiden como una película de acción. Sostengo pues que la mala recepción crítica debe orientarse en la falta de definición genérica y no en otras direcciones, ya que como hemos venido argumentando, siempre se sustenta del material original. Y éste, precisamente, resulta atractivo desde el punto de vista histórico, ya que no fomenta en exceso la actividad marcial. Lástima que esta oportunidad por ver en movimiento las cinéticas aventuras de este ninja tan estimado por los viejos lectores de manga japoneses dividida a los aficionados al cine asiático. Una recomendación pues para los seguidores de la historieta original con cierta amplitud de miras hacia un producto que tributa al personaje, pero que no logra consagrarlo como se merece por culpa de leves imperfecciones técnicas, conceptuales y anacrónicas.
Lo Mejor: Respeto por el personaje original y sobretodo la música contenida y casi incidental de Taro Iwashiro.
Lo Peor: Los efectos especiales no ayudan demasiado, sea porque estén mal integrados (la caza de ciervos por ejemplo), sea porque resultan demasiado desnaturalizados (algunos movimientos extremos practicados por Kamui en los árboles) o sea por la vergüenza ajena que provocan al verlos en movimiento (esos tiburones digitales de Walt Disney provocarán la carcajada a más de uno).