“Para mí en el cine no hay nada prohibido, solo reglas esperando a ser rotas”. Esta frase de Kaori Momoi define a la perfección la carrera de una artista con una inquietud insaciable. Directora, escritora, cantante y actriz, se ha codeado con los más grandes directores japoneses de la historia recibiendo numerosos premios, pero mantiene esa interminable búsqueda de nuevos retos con un espíritu independiente, trabajando en los últimos años en producciones extranjeras ya sea para Hollywood, consiguiendo un notable empujón a su popularidad en occidente, o con aclamados autores como Alexander Sokurov o Doris Dörrie. Su colaboración con la directora alemana, Recuerdos desde Fukushima, se estrena en cines el próximo viernes 29, así que aprovechamos para dar un paseo por la filmografía de esta artista total.
Nacida en Tokio en 1952, Kaori Momoi empezó pronto a despertar sus inquietudes, consiguiendo viajar a Londres con solo 12 años para estudiar allí en la prestigiosa Royal Ballet School. Tras regresar a Japón, comenzó sus estudios de arte dramático, y tras graduarse debutaría en el cine de la mano de uno de los grandes maestros, Kon Ichikawa, en Love Again (1971). Da inicio a una carrera como actriz que ya se acerca a los 80 producciones entre largometrajes y cortometrajes. En los años siguientes Momoi se convertirá en una cara habitual de la cartelera con títulos como Bitterness of Youth (1974) de Tatsumi Kumashiro, y pronto comenzará a colaborar con Yoji Yamada, con el que ha trabajado en varias ocasiones a lo largo de los años, participando primero en la legendaria El pañuelo amarillo de la felicidad (1977) (curiosamente, también tendrá un pequeño papel en el remake norteamericano de 2008), para después convertirse en una de las “Madonnas” del infatigable Tora-san en Tora-san, the Matchmaker (1979).
Y de maestro en maestro: en 1980 participará nada menos que en Kagemusha de Akira Kurosawa para saltar en 1981 a otro de los grandes, Shohei Imamura con Eijanaika, ¿qué más da? Karoi Momoi ha comentado en varias ocasiones que fue a través del trabajo con directores de semejante talla como llegó realmente a aprender el oficio de la actuación. Koji Wakamatsu (We´re Ready to shoot, 1990), Shunji Iwai (Swallowtail Butterfly, 1996), Jun Ichikawa (Tokyo Yakyoku, 1997)… hasta llegar a Takashi Miike, con quien ha colaborado en dos ocasiones, en Izo (2004) y Sukuyaki Western Django (2007).
El papel más popular de la actriz es sin duda el de Memorias de una geisha (2004) de Rob Marshall, en el que interpretaba a la regente de la casa y “madre” de la protagonista Zhang Ziyi, de quien quedó impresionada por su fuerza en el set de rodaje. No era esta sin embargo la primera vez que la actriz trabajaba fuera de Japón, ya que en 1999 había participado en The Island Tales del hongkonés Stanley Kwan junto a Shu Qi y Takao Osawa, y en 2005 había interpretado a la emperatriz Nagako en el drama histórico The Sun del ruso Alexandr Sokurov, ambientado en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces Kaori Moroi ha compaginado sus trabajos en Japón con títulos como Helter Skelter de Mika Ninagawa, con otros fuera de sus fronteras como Emperor de Peter Webber, Greater Things del iraní Vahid Hakimzadeh o el ómnibus mexicano La habitación, con un papel con diálogos en español. Después de trabajar con Doris Dörrie en ese doloroso regreso a la zona cero del desastre de Fukushima que es Recuerdos desde Fukushima, un tema que ya había tratado al participar en un segmento del ómnibus organizado por Naomi Kawase 3.11 Sense of Home, ha vuelto a trabajar en Hollywood con un pequeño papel en la adaptación en imagen real de Ghost in the Shell, interpretando a la madre de la protagonista Kusanagi, aunque sigue trabajando en cortometrajes como el premiado Oh, Lucy (ahora convertido en largometraje protagonizado por otra gran actriz japonesa, Shinobu Terajima) o títulos independientes como Magic Kimono.
En 2016 Kaori Momoi estrenó su tercer largometraje como directora, Hee, que apareció en varias listas con lo mejor del año, y con el que regresó a la Berlinale tal como lo hiciera en su debut Faces of a Fig Tree en el año 2006. Un film, este último, que está basado en una serie de historias cortas escritas por ella misma y que terminó llevándose el premio NETPAC del Festival. Sus inicios como escritora se remontan a los 22 años de edad, y aunque su primer intento de escribir una novela larga no resultó satisfactorio, sigue publicando novelas cortas y relatos. Las inquietudes artísticas de la realizadora y actriz no se quedan en el mundo del cine y la escritura: también ha publicado 15 discos como solista, además de sus trabajos en la pintura y el diseño para compañías como Bandai. En su web, Karoi Momoi se presenta con una frase, “solo hay una vida que vivir, llena la mía de caos”, y mirando su aplastante trayectoria queda claro que sigue expresando su carácter rompedor con ella en mente.
Un reportaje de Victor Muñoz