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La aventura de “Yo no soy Madame Bovary” en el Festival de San Sebastián

08/03/2017

El pasado mes de septiembre el Festival de Cine de San Sebastián presentaba en su Sección Oficial a concurso la última película del realizador chino Feng Xiaogang, Yo no soy Madame Bovary, quien acudió al certamen acompañado de la actriz principal del film, la popularísima Fan Bingbing (Buddha Mountain, Sacrifice, Shaolin). En sus agendas, a penas alguna entrevista muy concreta, una rueda de prensa no excesivamente larga, una comedida fiesta organizada por Huayi Brothers (productora del film) de las de by invitation only, y una cena de alto postín en el Akelarre del pionero chef Pedro Subijana. Como podréis imaginar, nuestro panorama no era demasiado halagüeño… Pero olvidábamos una de esas cosas que ocurren en los festivales de cine, esas cosas mágicas que solo pasan en ciertas ocasiones y, es que, cuando menos te lo esperas compartes mesa y cocktail con los personajes más insospechados… Y es así como, entre los efluvios de los manjares y vinos servidos por el amabilísimo equipo de Subijana, la rueda de prensa dada por los invitados y la fiesta de despedida que organizó Huayi B. pudimos hablar y compartir con Feng Xiaogang y Fan Bingbing

Cuando esperas en el hall del Hotel María Cristina (en el que se hospedan los invitados «vips» del Festival de Donosti) a dos figuras como Xiaogang y Bingbing, una no deja de pensar si lo que lleva puesto estará acorde con el «protocolo» (si es que lo hay) de esa noche en cuestión y más si vas a compartir un par de horas de cena por lo menos… La cosa quedó en menos que una anécdota cuando los invitados salen del ascensor y visten prácticamente en chándal… Entonces es cuando emites un «casi sonoro» suspiro y piensas, ¡estoy salvada! Aún así, la belleza de esta mujer, llámese, Fan Bingbing (con apenas algo de maquillaje) no deja indiferente a nadie. Pero nada de fotos, Bingbing tiene claro una cosa: «fotografiarme en público de esta guisa sería como insultar a mis fans; prácticamente todos los medios y todos mis fans en China están siguiendo nuestros pasos aquí, en España. Mira, -y me enseña en su móvil la cantidad de noticias y fotos, con el espectacular vestido que lució el día anterior, que están apareciendo en las redes y medios chinos-; no puedo decepcionarles».

A lo largo de la charla con Feng Xiaogang sobre su carrera y, cómo no, acerca de Yo no soy Madame Bovary… ¿Cómo llegó a esta historia? «El libro se escribió hace unos cinco años, -nos explica Xiaogang y desde entonces hemos intentado hacernos con los derechos para realizar la adaptación. Tardamos ese tiempo en preparar la producción.» ¿Tiene alguna base en la realidad? «La historia es pura ficción, aunque no es una historia completamente sacada de la imaginación, tiene una conexión con la vida real.», nos explica Feng. «Además, la tozudez del personaje, buscando justicia una y otra vez es algo que saca todos los elementos de la sociedad, la historia se extiende más allá de ella, y es lo que más me interesó: no fue la lucha de una mujer del campo, era todo ese trasfondo que de otra manera no me habría atraído.

La participación de Yo no soy  Madame Bovary fue muy cuestionada por bastantes miembros de la crítica, muchos de los cuales no vieron la película merecedora de un lugar en la Sección Oficial. Todos ellos tuvieron que tragarse sus palabras cuando el jurado oficial de San Sebastián le concedió, casi una semana después, el premio a la Mejor Película y a Fan Bingbing el de la Mejor Actriz. Por cierto, que ya se habían ido cuando recibieron la noticia pero volvieron para recoger sus premios (cosa que ya sabíamos puesto que en la fiesta nos comentaron que en cuanto pisaran Beijing iban a reservar vuelos de vuelta por si acaso).

Xiaogang no es un director que recorra con sus películas los festivales internacionales. Él mismo nos lo contaba: «Para empezar yo hago las películas para el público, no específicamente para los festivales, esta ha sido seleccionada mientras que otras muchas que he hecho no han sido enviadas a los festivales porque mucho se quedaría ‘lost in translation’. Pero sabemos, hablando con ellos que cuando aceptaron entrar en competición en Donosti tenían otra intención: «veréis -nos comentaban durante la cena tanto Xiaogang como James Wang, vicepresidente de la Huayi Brothers-, Yo no soy Madame Bovary se encuentra en estos momentos en manos del comité censor chino; si ganara algún premio en un festival tan importante como el de San Sebastián, para nosotros sería de enorme ayuda, es decir, la gente, el fandom haría mucho ruido con esto y la decisión gubernamental sobre si se puede estrenar o no el film en China se decantaría mucho más fácilmente hacia el sí».

Y sus miedos eran normales pues, a pesar del trío de grandes nombres que lleva la película detrás, Yo no soy Madame Bovary es un proyecto muy personal, nada que ver con la cinematografía a la que nos tiene acostumbrados el director Feng, muy valiente y arriesgada porque no deja títere con cabeza en la administración china: ¿Es esta una especie de alianza?, les preguntábamos. A lo que James Wang respondía en rueda de prensa muy diplomático y sin entrar en detalles: «Llevo trabajando con el director Feng Xiaogang más de 20 años, y cada proyecto que me trae es diferente, y ese es uno de los motivos por los que es un placer trabajar con él, siempre aporta una nueva perspectiva a su trabajo y por eso estoy siempre a su lado incondicionalmente, y disfruto trabajar con él.» Poco después de esta conversación, supimos que el comité censor había parado el estreno de la película y que exigían revisar su contenido y quitar varias escenas; en total unos 15 minutos de película. Finalmente, ahora sabemos, que la película se estrenó en China a mediados de noviembre con 8 minutos menos de metraje (digamos que los que la vimos en San Sebastián pudimos visionar la versión original concebida por Xiaogang) y que se catapultó al número 1 de la taquilla el primer fin de semana de su estreno, entrando además en polémica con el grupo Wanda por el supuesto boicot en la exhibición del film en sus salas…

Donde Fan Bingbing se explayó más durante la cena fue acerca de cómo ha sido volver a trabajar con Xiaogang después de doce años (trabajó en él en 2003 en Cell Phone):  «Sí, he rodado dos películas con el director, la primera la hice hace doce años, basada también en una novela del mismo autor en el que se ha basado Yo no soy Madame Bovary. Cell Phone fue la primera película con la que gané un premio como actriz en China. Doce años después cierro el círculo y para mí es como un encuentro kármico, como si hubiera estado predestinada a ello.» Bingbing, a pesar de ser la cuarta actriz mejor pagada del mundo y de haber conquistado ya a Hollywood, sigue también trabajando en el cine independiente chino. Ahí están sus trabajos sobre todo con la directora Li Yu como Lost in Beijing, Buddha Mountain o Double Xposure. Conversamos acerca de ella y nos confesó que trabaja con la directora porque son amigas desde hace mucho tiempo, así que siempre que puede, cuando Yu la llama, intenta arreglárselas para hacer sus películas. Fan está en todas las listas habidas y por haber del mundo, incluida la lista Forbes, pero se le iluminan los ojos cuando en un momento de la conversación hablamos de Heart Ali, una especie de ONG para ayudar a niños del Tíbet. Así nos lo explicaba: «es un proyecto en el que pretendemos ayudar a los niños de una zona concreta del Tíbet que sufren de una enfermedad congénita del corazón. Si no se les tratara, morirían a una edad muy corta. He visitado ya varias veces el lugar con equipos médicos para ver a los niños. Una vez que identificamos los casos más graves que necesitan el tratamiento, les financiamos a ellos y a su familia el viaje a Beijing o a Shanghai para que se les opere».

No sé cuántas veces levantamos la copa en esa monumental cena en el Akelarre de Subijana (¿sabéis que a los chinos les gusta muchísimo brindar?); pero lo mejor (y aún se nos pone la piel de gallina recordándolo), el regalo de compartir con estas dos “estrellazas” unos impagables momentos en un marco como el de Donosti. En fin, como os podéis imaginar, ¡toda una aventura!

Por Gloria Fernández

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