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La Condición Humana (Japón, 1959 – 1961)

07/11/2012

Ficha Técnica: Título Original: Nigen No Joven. País: Japón. Director: Masaka Kobayashi. Intérpretes: Tatsuya akadai, Michiyo Aratama, Kei Sato, Keji Sada. Género: Drama Bélico.

Demoledora. Humanista. Dialéctica. Tres adjetivos que definen a la perfección a este film realizado durante la posguerra japonesa a la vez que Kubrick revolvía las entrañas a medio mundo con Senderos de Gloria o David Lean aunaba prisioneros y carceleros en la imprescindible, El Puente sobre el Río Kwai. La Condición Humana retrata como pocas otras lo han hecho, todos y cada uno de los aspectos que pueden definir una guerra. Anteponiendo la dialéctica a la heroicidad, la cinta nos desgrana la contradicción existente entre el individuo (sus objetivos, deseos, pensamientos) y la colectividad (el deber a la patria).

Basada en la novela homónima escrita por Gomikawa Jumpei, La Condición Humana es un fresco de más de diez horas de duración donde un joven humanista japonés se ve arrastrado a participar en la II Guerra Mundial. Su director, Masaki Kobayashi, contemporáneo de Akira Kurosawa o Kon Ichikawa, era conocedor de los avatares de una guerra en la que había participado (fue enviado al frente de Manchuria, para poco después ser trasladado a un campo de prisioneros en Okinawa) y en la que adoptó una postura similar a la del protagonista de la historia, Kaji, quedándose en el rango de soldado.

La primera entrega de la trilogía, subtitulada No Hay Amor más Grande, se abre con un conflicto: una pareja de enamorados pasea por la noche en Manchuria. La contradicción entre lo que Kaji quiere (ir a vivir con su pareja) y lo que el deber le dicta (la guerra ha estallado y no puede ofrecerle un futuro a su amada) le sirve a Kobayashi para introducirnos en la historia. Kaji, finalmente, acepta supervisar una mina en el centro de Manchuria a cambio de ser eximido de ir la guerra. Hasta allí se dirigirá con su mujer, pero sus deseos por mejorar las condiciones de los trabajadores, le llevarán a enfrentarse a sus superiores, y, en última instancia, le conducirán a un trágico destino. El realizador disecciona la guerra vista desde el punto de vista de la población civil, de los efectos que ésta ocasiona a distancia, y de cómo puede llegar a degradar al individuo.

En la segunda parte, El Camino a la Eternidad, Kaji se encuentra en el frente. De momento no tiene que enfrentarse contra el enemigo (al que no se ve hasta el final de la cinta) sino adaptarse a la estricta jerarquía militar. Marcado desde un inicio por su pasado “sospechosamente comunista” Kaji padecerá la brutalidad de sus propios compañeros (veteranos) en un adiestramiento que le cambiará para siempre. Resulta sorprendente cómo Kubrick, treinta años más tarde, adoptaría una estructura narrativa muy similar, a la par que una idéntica resolución en el primer bloque de La Chaqueta Metálica. A mitad del metraje asistimos a los minutos más bellos y desgarradores del film: el reencuentro entre Kaji y su mujer, Michiko.

Pero la utopía inicial de Kaji se va resquebrajando a lo largo del camino recorrido, recibiendo el golpe de gracia en el cierre de la trilogía,  La Plegaria del Soldado, que acontece tras la derrota de Japón, cuando Kaji, junto a un grupo de soldados japoneses, caen prisioneros de las tropas rusas. Para este fragmento Kobayashi emplea un recurso como la voz en off, resorte del recuerdo o memoria de los protagonistas. Todo se interioriza (la desesperación, el temor, la desorientación, el amor), fruto de una sociedad, la nipona, resquebrajada en plena posguerra. Un cierre teñido de dolor, de profundo pesimismo, que no renuncia pero al amor, como elemento regenerador.

Lo Mejor: Una obra imprescindible. Una joya del cine bélico mundial.

Lo Peor: Que, desgraciadamente, el ser humano no aprenda. No hay que irse muy lejos para darnos cuenta.

Enrique Garcelán (CineAsia)

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