Durante la década de los sesenta un aire de modernidad insufló buena parte de las cinematografías mundiales. Bajo la etiqueta de “los nuevos cines” se agruparon cineastas de diferentes nacionalidades para iniciar una campaña que les llevarían a renegar de toda la tradición anterior. Las particularidades de cada uno de los paisajes en los que se introducía la modernidad europea, americana y asiática condicionaban de manera determinante sus pulsiones estéticas e ideológicas, pero en todas latía un mismo sentimiento de irreverencia subversiva que les llevaba a contradecir a sus maestros, a “matar a sus padres” fílmicos para levantar un nuevo estatus más acorde a los intereses intelectuales de la época. El cineasta Nagisa Oshima fue uno de estos directores precursores de la Nueva Ola en Japón, junto a Yoshishige Yoshida y Masahiro Shinoda.
“Siempre me consideré una persona a la que le gusta contar Historias. Que me convirtiera en director fue un feliz accidente”. Nagisa Oshima (31 Marzo Kyoto 1932 – 18 Enero 2013)
Esta semana CineAsia rinde homenaje a este director al que nunca le gustó sujetarse a ningún patrón establecido. Que filmó con la misma brutalidad el primitivismo suburbial que la sofisticación decadente parisién, moviéndose con la misma soltura entre putas que entre señoritas de buena sociedad y sintiéndose más a gusto con la carroña que con aquéllos que pretenden cambiar el mundo con palabras vacías. Su cine regurgita libertad pero también un insondable e irreprimible desencanto. A lo largo de la semana publicaremos un especial realizado por nuestra colaboradora Beatriz Martínez, in memoriam del director. Hoy, os dejamos con la frase de la semana.