Cerca del 60 % de los habitantes de Ulán Bator, la capital de Mongolia, vive en el distrito de yurts. Los suburbios que rodean a las zonas residenciales y donde malviven las familias sin que les llegue muchas veces la electricidad. La realizadora Zoljargal Purevdash ha vivido y reside en uno de estos suburbios y la situación que se vive allí le llevó a concebir su opera prima, Si yo pudiera hibernar.
Alzii es un adolescente pobre pero orgulloso, que está decidido a ganar un concurso de Física para conseguir una beca. Vive en una casa del distrito de los yurts, con sus hermanos pequeños y con su madre, analfabeta. Su hermana arrastra un resfriado que se ha convertido en algo más serio, por la sencilla razón de que no tienen una fuente de calor diferente al carbón. Y a veces este escasea. La madre ante la situación económica dejará a sus pequeños al cuidado del hijo mayor, Alzii y se marchará al campo en busca de trabajo.

Lo que en un principio puede asemejarse al argumento de Nadie sabe, la película con la que Hirokazu Koreeda se dio a conocer internacionalmente en el 2004, pronto buscará su propio camino. Koreeda ponía en el centro de la ecuación la dificultad de las familias de pocos recursos para tener una vida ordenada, y la disgregación familiar en una sociedad anestesiada. Por el contrario, Zoljargal Purevdash trata de reaccionar ante un problema que, a pesar de que afecta a unos pocos, en realidad debe de tener una respuesta colectiva.
El punto de intersección de ambos filmes es la necesidad de que la sociedad responda de una forma solidaria ante los problemas. En Mongolia, se registraron numerosas movilizaciones en contra de la utilización del carbón como fuente energética para mantener el calor en las casas. Pero nadie protestaba ante las desigualdades sociales que provocan este conflicto. Ante el hecho de que numerosos jóvenes tengan que talar árboles de forma ilegal para poder vender la madera como combustible entre los más necesitados.

Los ojos del espectador, acostumbrados a ver la estepa mongola, se sorprenderán en un principio cuando vivan dentro de una de esas casas del distrito de los yurts. Pero algo que llama la atención es que Alzii, a pesar de la situación de precariedad en la que vive, es orgulloso, sabe que está dotado para las Matemáticas y para la Física, y lo demostrará todas las veces que pueda en el colegio. Vislumbra una oportunidad. Una luz que brilla en la helada oscuridad en la que vive. Tendrá que aceptar responsabilidades antes que otros, pero su sonrisa es tan auténtica que ninguna tormenta será capaz de vencerlo.
Muchos hablan de películas necesarias. Películas de autor. Películas de cinematografías emergentes. Al final se trata de películas. De buenas o no tan buenas películas. De películas que emocionan, que te hacen reflexionar.
Sin duda. Si yo pudiera hibernar es una de esas películas en las que vemos dibujada el alma. Se estrena el 30 de mayo en cines de España. Ojalá nuestra sociedad se dé cuenta de que es una de esas películas que nos hace crecer como comunidad.
Una crítica de Enrique Garcelán