Primer fin de semana del Festival de Cinema d’Autor de Barcelona 2012 y primeras joyas fílmicas de las que hemos tenido oportunidad de disfrutar.
Hoy lunes y mañana martes saldremos de dudas y veremos si el puente del primero de Mayo ha servido de detonante para que el público abarrote las diversas sesiones como ha ocurrido en estos días previos. Este año, tuve muy claro desde un principio que no iba a ser menos que el engolado y muy entendido espectador tipo que aguanta paciente las colas para acceder a las dos salas de los cines Aribau que vuelven a acoger las proyecciones de las películas programadas en las distintas secciones del Festival que iremos desmenuzando durante estas crónicas: Direccions, Talents, Retrospectiva de la relizadora Claire Denis, AbsolutRisc, Autoria Catalana y Sesiones especiales.
Como cantaban Golpes Bajos en un clásico incombustible “son malos tiempos para la lírica”, por lo que se impone un look menos ostentoso y provocador que en 2011. Imprescindibles e intocables las gafapastas y el fular de topitos verde fósforo. Como ya hemos anulado la suscripción al Dirigido por… (la vaca no da para tanto) y el Cahiers du Cinema España se ha dejado de publicar, no queda más remedio que conformarse con llevar bajo el brazo su sucedáneo, el Caimán Cuadernos de Cine, que no es lo mismo pero sirve para sacarnos del aprieto. Algunas caras me son ya conocidas de otras ediciones, aunque el tiempo no pasa en balde, y algunos de los que peinábamos canas por desgracia ya tenemos menos (es lo que tiene el continuado consumo de cine sesudo, que va fatal para conservar la melena). Pero bueno, para qué nos vamos a engañar, aquí uno se encuentra en la gloria bendita, como un niño con zapatos nuevos y buenos. Saco la escuadra y el cartabón y me propongo como otros compañeros intelectuales de viejo cuño a atacar la parrilla de programación como si en ello me fuera la vida. Todo ha de cuadrar si queremos que nada se nos escape: ¿Herzog el jueves?; ¿Denis para después del café?; ¿cine griego o brasileño para acurrucarnos antes de ir a dormir? Suena a trompetas celestiales. De todas maneras, en los días de más afluencia de público los cinéfilos más puristas suelen dar paso a aquellos que vienen a probar fortuna con propuestas diferentes o los que tan solo acuden acompañando al amigo rarito para hacerle la gracia, aunque les cueste malgastar algunos euros y mil bostezos. Los que han tirado de IMDB y se han estudiado las filmografías completas de actores, directores e incluso proveedores de catering de los films a concurso aleccionan a discreción a las pobres cobayas quienes difícilmente lleguen a retener dos o tres nombres en su cabeza. Los críticos, ratas de Filmoteca y demás fauna cinéfila suelen pasar más desapercibidos y tan sólo dan muestra de su presencia cuando fruncen el ceño si algún espectador se atreve a ocupar el asiento contiguo o bien si algún despistado aparece en la sala provisto de una Coca Cola y palomitas, un auténtico sacrilegio en el templo del respeto y del silencio. Supone todo un espectáculo y un auténtico deleite observar cómo estos individuos viven un auténtico infierno cada vez que tienen que dar un sorbo o tragar en un lugar en el que se sienten como un elefante en una cacharrería. No haberse metido en la boca del lobo…
Refiriéndonos ya al ágape cinematográfico programado para estas primeras jornadas vale la pena indicar la muy buena acogida que tuvo el film con el que se dio el pistoletazo de salida a esta edición: Un Amour de Jeunesse, de la realizadora francesa Mia Hansen-Love, precisamente una cineasta que acudió a presentar su anterior trabajo (El Padre de mis Hijos) en el marco del Festival D´Autor 2011. Antes de referirnos al único film “oriental” (de nacionalidad turca, pero es que ante la carencia de films digamos de orientalidad más pura el Oriente medio ya nos vale) que hemos visionado hasta el momento, vale la pena detenerse en una película de obligada visión que acaparó los primeros aplausos del respetable: la cinta belga Bullhead. Un film de amplio recorrido festivalero (en 2011 participó entre otros en los Festivales de Sitges y Manresa), a parte de haber sido candidata por su país a mejor película de habla no inglesa en la pasada edición de los Oscars. Dos horas de cine seco, sin concesiones; un thriller tan atípico como original, un ejercicio decididamente malsano que atrapa en su atinada reflexión sobre la masculinidad en un contexto oprimido con una capacidad para lo siniestro sin límites. Con dos tramas que se complementan a la perfección, una externa donde cobra protagonismo una enrevesada investigación policial y otra interna donde afloran una serie de traumas infantiles brutales, nos hallamos ante un ejercicio estiloso muy recomendable.
En cuanto a Once Upon a Time in Anatolia, del ya contrastado y multipremiado realizador turco Nuri Bilce Ceylan, habría que avisar de antemano de que puede resultar una auténtica prueba de fuego para la paciencia del espectador, pues ciento cincuenta y siete minutos de metraje con precariedad de diálogos y acción inexistente pueden acabar por desesperar a cualquiera. Por el contrario, si te dejas atrapar por la apuesta contemplativa y serena del arriesgado cineasta, quien se toma su tiempo para profundizar de manera casi entomológica en un espacio que hace suyo de manera portentosa. Estamos ante una original roadmovie en la que un puñado de desangelados sujetos (unos policías, un médico, un procurador, un presunto asesino y su cómplice), deben peinar una desértica zona de Anatolia para dar con el emplazamiento exacto donde supuestamente sucedió el trágico incidente. Esto dará pie a una búsqueda tan exhausta como reveladora, ya que cada personaje dispondrá del tiempo suficiente para poner sobre el tapete (mejor dicho sobre la estepa) sus miserias y desazones ante la mediocre vida con la que le ha tocado lidiar. Una obra maestra incontestable.
Por nuestro colaborador Francisco Nieto