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Las Óperas Primas 1ª: Corea, cuestión de estilo

13/03/2012

Con motivo de la celebración del Base Film Festival 2012, desvelamos las óperas primas de tus directores de cine asiáticos favoritos. Hoy le toca el turno a Corea del Sur. Vive ésta una explosión creativa a lo largo de los años 90, evidentemente relacionada con la apertura política (la transición del régimen dictatorial al democrático), que la llevan a vivir el debut de más de 20 realizadores en un período de cinco años (1996-2001). Nombres como Hong Sang-so, Kim Ki-duk, Im Sam-so, Kang Je-gyu, Lee Chang-dong, Park Chan-wook, Hur Jin-ho, Kwak Jae-young, Song Hae-sung, Bong Joon-ho, Ryoo Seung-wan, Song Il-gon, Lee Myung-se, o Lee Chang-dong son los responsables del resurgir del cine de su país.

Un grupo tan heterogéneo, aportará, por tanto, un extraordinario grado de diversidad a su cinematografía. La mayoría de estos jóvenes comparten una importante cultura cinéfila (están al día de las corrientes cinematográficas en occidente y resto de Asia), gozan de una formación cinematográfica (apertura de escuelas de cine), o pasión por otras artes (pintura en el caso de Kim Ki-duk). Como comenta el crítico coreano Hum Moon-yung “la generación cinéfila no puede agruparse en una sola tendencia”. Es evidente que cada uno de estos jóvenes vivirá de una manera diferente el contacto que ha tenido con el cine realizado en otros países. Así por ejemplo, uno se verá más influenciado por la serie B, otro por el melodrama de los años 50, o por el intimismo de los realizadores europeos. Todo ello, unido a la mezcla de géneros tan común en el cine coreano, nos da la pista para entender el porqué de la diversidad que vive el melodrama coreano.

¿Cómo fue la primera película de estos directores? ¿Por qué género se decantaron? ¿Obtuvieron el éxito deseado en la taquilla de su país…?

Son muchos los que asocian el nombre de Park Chan-wook con el de Oldboy (séptimo de sus films realizado en el año 2003 y por el que recibiera un merecido reconocimiento internacional). Digamos que la crítica es así, desenfunda su lupa analítica en un lapso temporal determinado y pasado y buena parte del futuro quedan al margen de su mirada. Pero Chan-wook no repararía en la crítica, el día en el que un grupo de empresarios  coreanos le confiaron su primer proyecto, Moon Is the Sun’s Dream (1992). Y desde luego, ni en la crítica ni en los propios empresarios debió pensar, cuando lo que tenía que haberse convertido en una comedia al estilo de Por Favor Maten a mi Mujer (1986) se transformó en un festín donde incorporar todos aquellos elementos narrativos que había descubierto en una sala de cine. Resultado: un fracaso comercial en toda regla. Desde luego la industria cinematográfica le pasó factura, y el joven Chan-wook tardaría cinco años en realizar su segundo film.

Nacido en 1969 Bong Joon-ho no se encaminó desde un principio hacia la dirección de cine sino que empezó por graduarse en la Universidad de Yonsei con una licenciatura en sociología (carrera que según él la pasó casi todo sin asistir a clases porque estaba en el cine viendo películas). Admirador de las películas de género hollywoodienses y más tarde del cine de autor con Hou Hsiao-Hsien, Edward Yang o Shohei Imamura a la cabeza, cuando terminaba sus estudios en la Academia Coreana de Cine y como proyecto de final de carrera, dirigió Incoherente, una comedia negra donde ya empezaba a ser crítico con la sociedad con su especial y único sentido del humor. Este trabajo fue invitado a participar en diferentes festivales y el nombre de Bong Joon-ho empezaba a sonar en los círculos cinematográficos. Después de trabajar como asistente en la dirección del director Park Gi-yong en el film Motel Cactus, comienza su carrera como director de largometrajes en el 2000 con Barking Dogs Never Bite, una comedia negra sobre un profesor universitario en paro que comienza a secuestrar y matar a los perros de sus vecinos porque éstos no paran de ladrar y de molestarle. Pero todavía su especial sentido del humor no era entendido, por lo que su primer film no arrasó en taquilla, pero sí le brindó a atención de la crítica.

Aunque odiado y vilipendiado por unos, y querido y encumbrado por otros, lo cierto es, que el cine de Kim Ki-duk no deja indiferente a nadie, es más, se espera con ansiedad cada uno de sus nuevos trabajos. Cine visceral, atípico, potente es el que nos ofrece el director surcoreano, capaz de dar en la diana con algunas de sus cintas, y perder el rumbo en otras. Pero eso es lo que tiene dirigir por instinto, por arrojo, sin calcular riesgos y sin estilo pre-definido. Es indudable que sus imágenes y sus historias están repletas de romanticismo, el romanticismo del XIX: apocalíptico, abocado a un destino fatalista y siempre descarnado. Cocodrile, su primera película rodada en 1996, ya apuntaba los primeros signos de una marca de fábrica bastante atípica. Esta historia de unos ‘sin hogar’ que viven la vida al día, y que ven su rutina alterada con la aparición de una mujer que intenta suicidarse y a la cual rescatan. Dos son, por lo menos, los elementos que luego se repetirán en su filmografía: el agua como símbolo, a veces de purificación, a veces de aislamiento y a veces de muerte; y los personajes femeninos, la mujer como elemento catalizador de los instintos más bajos y fuente de perdición, a la vez que de salvación. Evidentemente no fue a verla al cine, más que unos cuantos coreanos.

A lo largo del día iremos actualizando en twitter el listado de diferentes realizadores coreanos y su ópera prima (podéis ayudarnos y comentarlo vosostros también), bajo el hastag: #miprimepelicula.

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