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Las transformaciones económicas y sociales en Corea a través del cine (parte 1): 1900-1960

29/09/2015

Aunque los referentes cinematográficos coreanos llegaron a nuestro país a principios de los años ochenta, cuando las cintas de kung fu y de artes marciales inundaban los programas dobles de los cines de barrio y los cientos de Bruce Lees poblaban las pantallas (algunos de ellos provenientes de Corea del Sur aunque con envoltorio hongkonés), no ha sido hasta hace bien poco, menos de quince años, que la mayor parte del público español ha oído hablar del cine coreano gracias a directores como Kim Ki-duk o Park Chan-wook, etc. Pero… ¿qué conocemos realmente de la cinematografía coreana? O mejor habría que hacerse otra pregunta, ¿qué se conoce en España de la historia de Corea del Sur?

Akira_Kurosawa_Cultura_InquietaQuizá una de las desventajas del cine de Corea del Sur con respecto a otras cinematografías asiáticas (siempre hablando desde un punto de vista occidental) son los precedentes. Pongamos algún ejemplo: mucho antes de que el director japonés Hayao Miyazaki consiguiera el Oscar con su película de animación El Viaje de Chihiro, hacía ya tiempo que habíamos oído hablar del cine de Akira Kurosawa o del de Yasujiro Ozu; del mismo modo, la mirada que hoy en día nos llega de la China más contemporánea de manos de la llamada Sexta Generación, se contrapone a la visión más nostálgica y contemplativa de sus precedentes de la Quinta Generación (con Zhang Yimou o Chen Kaige a la cabeza) que llegaron a nuestro país hacia finales de los ochenta o principios de los años noventa. Desde un punto de vista formal, el cine coreano, que se ha visto arrastrado al panorama internacional precedido de Japón, Hong Kong y China, ha saltado a Occidente sin contar con un respaldo equivalente, ya que, para el público occidental, no existen referentes, un realizador o realizadores, o una película o películas, que nos puedan dar una pista acerca de qué cine se hacía en Corea, ni siquiera en los años ochenta.

Otra gran característica de la cinematografía coreana, es que su historia ha estado estrechamente ligada a la cronología política, económica y social de su país: invasiones, guerra, dictaduras… Todas las convulsiones sufridas por Corea del Sur han dejado huella indeleble en su cine, así como su cine también las ha ido reflejando a lo largo de su no muy extensa historia.

Los inicios del cine y la ocupación japonesa

Chuhyang-jonEl cine coreano, como el de pocos lugares del mundo, se ha visto decisivamente afectado por el contexto político en que le ha tocado desarrollarse. Cuando el cinematógrafo llega a Corea al principio del siglo XX (a través, sobre todo, de compañías extranjeras que lo utilizaban para promocionar sus productos), el país se encuentra bajo la ocupación japonesa. Es por eso que la industria cinematográfica que se cimentará a partir de entonces se regirá por los intereses del gobierno imperial de Japón. La mayoría de los cines están en manos de empresarios nipones, y durante los primeros años se exhiben sólo películas extranjeras (japonesas, europeas y de Hollywood), a las cuales el público se acostumbra rápidamente. Entre 1909 y 1920 fueron construidos una serie de teatros en Seúl y en ciudades menores como Busán y Pyongyang. La mayoría de ellos eran propiedad de japoneses, pero unos pocos locales de propietarios coreanos consiguieron importantes cantidades de capital mostrando importaciones europeas y norteamericanas. Este capital sería empleado eventualmente en la financiación de las primeras producciones locales.

Arirang_1926_posterEl cine no era inmune a este contexto histórico y evidentemente ha reflejado la dominación del pueblo coreano por Japón en diversas películas. A destacar una de las primeras películas sonoras: Arirang (1926), realizada por Na Un-kyu quien, con sólo 25 años en ese momento, produjo, dirigió y protagonizó esta película sobre un hombre que es arrestado y torturado por la policía japonesa. El título procede de una canción folclórica que se transformaría en un himno para el movimiento independentista coreano. El film, admirado por sus cualidades estéticas y también por su mensaje político, inspiró a toda una ola de nuevos cineastas con la esperanza de hacer películas basadas en los principios del realismo y de la resistencia al poder japonés.

A pesar de la creciente popularidad del cine local, la censura japonesa también jugó su papel en la frustración del crecimiento cinematográfico coreano. A pesar de que unos pocos trabajos exaltadores del nacionalismo coreano llegaron al público a finales de los años veinte, desde 1930 el buró censor japonés se hizo más estricto, hasta el punto de que sólo los melodramas, las películas históricas y las producciones pro-japonesas alcanzaban la aprobación del gobierno. Muchas producciones fueron prohibidas y, además, destruidos los originales. Una buena muestra de la actuación de la censura japonesa se reflejaba sin duda en la película Radio Dayz (Ha Gi-ho, 2008) donde se nos cuenta cómo una cadena de radio coreana (la única que durante unas horas podía emitir en lengua coreana en la época de la ocupación japonesa) sufre las presiones del gobierno japonés que tiene miedo de que su liderazgo de audiencia pueda dar paso a la insurrección de la resistencia coreana (a la que también vemos reflejada en la película robando el correo de los camiones japoneses).

Pero es la llegada del sonoro lo que remata a la industria del cine coreana. Producir películas habladas requiere inversiones mayores que los cineastas locales no se ven capaces de sufragar. Encima, en el año 1942 se prohíben los filmes en lengua coreana, haciendo ya imposible cualquier intento de construir una industria cultural propia hasta el fin de la ocupación.

La Guerra de Corea (1950-1953)

Después de la liberación del yugo japonés en el año 1945 el país inicia una nueva etapa política, y con ésta también cinematográfica. De entrada, los filmes pro-japoneses son reemplazados por los anti-japoneses, que serán casi tan simplistas y maniqueos en tono y discurso como sus predecesores. El volumen de producción es bajo, pues la mayoría de infraestructuras y materiales han quedado destruidos durante la guerra. Sólo cinco películas han sobrevivido del período que va de la ocupación norteamericana al fin de la guerra. De ellas, la más famosa es Hooray for Freedom, de Choi Un-gyu, estrenada en 1946. Oda al patriotismo con un fuerte sentimiento anti-nipón, consiguió ser un gran éxito de público.

139--This-Is-KoreaComo es sabido, cuando un país está en guerra, lo menos importante es la cultura. De ahí que durante los tres años que duró la Guerra de Corea (1950-1953) la producción de films de ficción fue prácticamente inexistente. Eso sí, los boletines de guerra o documentales invadieron la pantalla (algunos de ellos, como el Liberty News, fueron producidos por los americanos, incluido el documental This is Korea!, realizado por el mismísimo John Ford en la mismísima Corea del Sur en 1951).

Durante la guerra fue destruido buena parte del equipamiento de la industria cinematográfica. Y tras el armisticio acordado en 1953, el presidente de Corea del Sur, Syngman Rhee declara al cine exento de impuestos, con la esperanza de revivir la industria. Programas de ayuda extranjera proveyeron de tecnología y equipamiento, sentando las bases para el renacimiento del cine coreano a finales de los años cincuenta y en los sesenta. ¿Y por dónde se empieza? Pues como no podía ser de otra manera: rescatando de nuevo un film en concreto: el acontecimiento cinematográfico fue el nuevo remake de Arirang en 1954 dirigido por Lee Kang-cheon, en el que se exalta el sentimiento patriótico y anticomunista.

Taegukgi-2004-01-bPero en la memoria de los coreanos esta guerra será ya una herida marcada a fuego. En los años posteriores a la contienda la mayor parte de los realizadores de cine de la época, optaron por ser descaradamente indiferentes a la esencia real del problema y solamente dirigirán demostraciones de coraje, viles venganzas e insultos hacia el partido comunista y sus enemigos del norte. Como ejemplo el film de 1955 Piagol de Lee Kang-cheon, donde se nos muestran los comportamientos inhumanos y los instintos bárbaros del ejército comunista, capaz incluso de matarse entre ellos mismos. Un film muy violento, anticomunista y propagandista. Pero en la actualidad, ya con más de 50 años de separación, con una distancia más que suficiente para la relectura del conflicto, muchas han sido las películas que han reflejado la guerra y la herida sangrante que sigue produciendo hoy en día la separación de las dos Coreas. Ejemplos claros los tenemos en Lazos de Guerra (Kang Je-gyu, 2004) en el que dos hermanos son reclutados a la fuerza en el ejército de Corea del Sur para ir a luchar al frente, ante la desesperación de su familia (una dura crítica a algunas de las atrocidades cometidas en el Sur y un nada maniqueo retrato del enemigo); o bien y algo más mágica la visión del film Welcome to Dongmakgol (Park Kwang-hyun, 2005) donde la belleza de la simpleza de unos campesinos se verá puesta a prueba frente a lo complicado de una guerra, con sus rivalidades, racismos y estúpidas banderas expansionistas. Mención aparte merece JSA (2000), del por entonces desconocido Park Chan-wook, que refleja cómo el odio y el rencor hacia tu enemigo queda diluido cuando llegas a intimar con él.

220px-President's_Last_Bang_PosterPero la industria del cine coreano no se ha limitado al cine de entretenimiento como puedan ser las 3 películas citadas, y aunque las que mencionaremos puedan serlo, su registro de seriedad, su rigor histórico o falta de pretensiones, ofrecen una visión distinta del tema: The Road Taken (2003), un semi-biopic de las experiencias que vivió Kim Seon-myung durante 45 años en una prisión de Corea del Sur al negarse a renunciar a sus creencias comunistas; Repatriation (2004), un docudrama sobre los prisioneros norcoreanos pro-comunistas, que ganó como mejor documental en el Festival de Sundance de 2004; The President’s Last Bang (2005), film político centrado en la dictadura de Park Chung-hee desde el golpe militar del 61 hasta su asesinato en el 79; y, finalmente, A Bold Family, un melodrama a favor de la reunificación política y familiar, que a más de uno les recordará al film alemán Good Bye Lenin! (2003). Esto sin olvidar The Coast Guard (2002), la aportación artística de Kim Ki-duk al tema, donde intenta reflejar el sentimiento de culpa de los militares surcoreanos después de cometer según qué acciones irremediables.

Medio siglo de trifulcas históricas ha dado mucho de sí, y el cine, que no deja de ser un reflejo exagerado de la realidad, las ha plasmado según las convicciones de sus realizadores. Aunque actualmente parezca que la industria sufra cierto agotamiento artístico ante este tipo de producciones que pretenden tocar la fibra sensible al espectador (un espectador que, sino sufrió en sus propias carnes ciertos pasajes oscuros de su país, sí conoce a familiares o amigos a quienes les tocó vivir directamente dichas experiencias), las recientes producciones sólo confirman un par de cosas: los conflictos entre las dos Coreas siempre serán un pretexto ideal para desplegar más propuestas visuales que, por un lado, aumenten las arcas de los productores y, por el otro, sirvan de homenaje a todas las víctimas que tuvieron que soportar alguno de los tristes acontecimientos históricos que nunca más deberían repetirse.

La post-guerra: años 50 – 60

A petalLa situación en la que quedó sumida Corea del Sur después de la guerra también ha sido objeto de numerosas películas, que reflejan perfectamente la destrucción y la pobreza de un país en busca de su reconstrucción. Así, en A Flower in Hell (Shin Sang-ok, 1958), se ve claramente cómo la época de la postguerra fue una de las más duras de Corea del Sur: una sociedad pobre en la que todos se buscan la vida, como el protagonista de la cinta, Young-sik que vive en un barrio de prostitutas al lado de una base militar estadounidense a la que asiduamente va a robar para luego vender la mercancía en el mercado negro. O en Domicilio Desconocido (Kim Ki-duk, 2001): la historia de un pueblo que vive alrededor de una de las tantas bases militares estadounidenses que se establecieron en Corea después de la guerra, y cómo ella afecta a cada uno de los habitantes. También la espléndida Aimless Bullet (1961) de Yu Jun-mok, nos hablaba de las secuelas de la guerra en la población civil. El film gira entorno a la vida miserable de una familia emigrada de su Corea del Norte natal a la del Sur a consecuencia de la división territorial. Otros melodramas que reflejan el conflicto norte-sur desde un punto de vista mucho más ideológico y que son dignos de mención y multipremiados tanto dentro como fuera de su país  son los siguientes: The North and South (1965) de Kim Ki-deok, donde un oficial del norte se rinde al sur para buscar a su mujer separada de él durante la guerra; o Flame in the Valley (1967) de Kim Su-yong, film que describe cómo los deseos amorosos y los instintos sexuales sobreviven a pesar de la guerra. Como anécdota comentar que durante las décadas de los 60 y 70, algunos de los mejores y más famosos directores y actores de cine del sur (como la actriz Choe Un-hui o el director Shin Sang-ok) fueron, cómo decirlo, “deportados” al Norte por el gobierno norcoreano para utilizar sus talentos en pro de mejorar la calidad del cine de Corea del Norte. Interesante ¿no?

Shiri_PosterDurante la década de los 60, ni siquiera el célebre director Im Kwon-taek (toda una institución del cine coreano todavía vivito y coleando y con más de un centenar de películas en su currículum) se quedó al margen de la situación política y su contribución patriótica a la causa también fue innumerable en esta década y las siguientes (por nombrar algunas: The War and an Old Man de 1962, No Glory de 1979 o Mismatched Nose de 1980). Pero claro ¿cómo se podía ir a contracorriente en un país donde la censura estaba al pie del cañón, donde se establecían premios nacionales de cine a los films anti-comunistas y donde, incluso, el género llamado bélico casi no existía sino que se cambió por “género: anti-comunismo”? Así, los films de espías norcoreanos que acaban solidarizándose con la causa del sur (Incheon Landing Operations de Cho Keung-ha, 1965); hombres patrióticos y valerosos que ayudan a un escuadrón surcoreano infiltrado a rescatar a su comandante prisionero (Courage Is Alive de Kim Ki-deok, 1965); o escuadrones especiales que mueren gloriosamente al atacar y bombardear territorio enemigo (The Final Frontline de Lim Won-jik, 1966), son los que proliferan y los que pasan la censura con nota alta e incluso con premios por parte de su gobierno.

welcometodongmakgol1Incluso hoy en día y desde puntos de vista muy diferentes (desde el puro entretenimiento a la crítica más mordaz), la Guerra Fría y la tensión entre el Norte y el Sur también han sido objeto de numerosas puestas en escena en la pantalla grande. Por ejemplo, el film de acción Shiri (Kang Je-gyu, 1999), que por cierto rompió records de taquilla y significó un antes y un después en el box office coreano, sigue las pesquisas de dos miembros de la Agencia de Inteligencia Nacional sobre una agente espía de Corea del Norte. O Silmido (Kang Woo-suk, 2003), película basada en un hecho real ocurrido y silenciado durante la dictadura de Park Chung-hee: una unidad militar secreta creada en 1968 y localizada en una isla a la que llamaron Silmido, entrena a convictos y delincuentes para cumplir una misión a cambio de su libertad: infiltrarse en Corea del Norte y asesinar a su líder comunista Kim Il-sung.

Y a resaltar una película más, una pieza perfecta para tener una visión muy oportuna de los caóticos años 60: Low Life (Im Kwon-taek, 2004), película que nos sitúa en las décadas de los 60 y 70 en Corea, a través la vida de dos hermanastros que seguirán caminos muy diferentes: uno escogerá la vida de gangster y el otro el activismo estudiantil. A través de sus vidas vemos representadas en pantalla grande situaciones y momentos como el golpe de estado de Park Chung-hee, el activismo y las manifestaciones estudiantiles, y hasta la mismísima aplicación de la censura en el propio estamento cinematográfico.

Gloria Fernández y Enrique Garcelán

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