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Los osos no existen y la supervivencia del cine

03/06/2023

El 30 de junio de 2009 saltaba una noticia que sobrecogería al mundo del cine: Jafar Panahi, director de las combativas Offside (2006) o El círculo (2000), era arrestado y se le sentenciaba, un año después, a la inhabilitación profesional, la imposibilidad de abandonar el país y seis años de cárcel. Por fortuna, Jafar Panahi evitó la prisión hasta hace poco menos de un año, en julio de 2022. En un contexto de tensiones sociales y protestas muy fuertes, Jafar Panahi acudió a las autoridades protestando por las detenciones de sus compañeros Mohammad Rasoulof (La vida de los demás) y Mostafa Al-Ahmad y acabó siendo detenido y encarcelado. De hecho, durante la presentación de Los osos no existen en el Festival de Venecia, Panahi se encontraba en la insólita posición de estar presentando una película (e incluso ganando el Premio Especial del Jurado) estando en prisión. Sería necesaria una huelga de hambre para que finalmente tanto él como sus compañeros lograran ser excarcelados en febrero de este año.

El cine como resistencia

A pesar de las trabas y las dificultades con las que se ha encontrado desde su inhabilitación, Jafar Panahi ha seguido trabajando, cómo ha podido, en su única pasión: hacer cine. Puede que otro cineasta se hubiese amedrentado por la situación y el miedo a unas posibles represalias si seguía trabajando, pero en el caso de Panahi ha sucedido más bien lo contrario: el director se ha vuelto más combativo y en todas sus películas desde entonces es consciente de su papel y usa su propia figura como un vehículo de reflexión y crítica. Sólo hace falta ver el título de su primera película tras su prohibición de seguir haciendo cine para darnos cuenta del tipo de director ante el que estamos: Esto no es una película (2011). En ella, vemos a Panahi como un personaje más de una obra que difumina las fronteras entre realidad y ficción y nos ofrece una mirada valiente y crítica no sólo de la situación particular del cineasta, sino también del cine iraní en general.

Todos sus largometrajes desde entonces comparten estas mismas características, aunque quizás sea Los osos no existen su película que mejor ha sabido hacer un balance entre realidad, ficción, entretenimiento y reflexión; siendo, quizás, su mejor obra hasta la fecha, una afirmación difícil teniendo en cuenta la grandísima filmografía que lleva a sus espaldas.

En los límites del cine (y de Irán)

Los osos no existen nos lleva a un pueblo fronterizo, en el que el propio Jafar Panahi está supervisando de forma remota el rodaje de su próxima película, que se está realizando en un pueblo muy próximo a Irán, pero pasada ya la frontera con Turquía. Panahi, solo en el pueblo, empezará a vivir situaciones curiosas con sus habitantes, extrañados por el hecho de que un director de cine haya venido hasta ese remoto lugar.

El choque entre lo rural y lo urbano, el peso de la tradición, la proximidad de una posible libertad, una historia de amor imposible… todos estos temas se entremezclan en una película que empuja los límites del cine hacia nuevos horizontes. Cuanto menos sepas de la película antes de verla, mejor, simplemente déjate llevar por una obra extraordinaria. Y también decir, para terminar con un buen sabor de boca, que Jafar Panahi abandonó Irán hace poco más de un mes y, aunque no sabemos dónde está, esperemos que siga haciendo cine, ahora con libertad absoluta.

Una crítica de Josep Santcristòfol

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