La obra de la realizadora japonesa Naomi Kawase se mueve alrededor de diferentes temáticas, siendo la búsqueda de las raíces y de la identidad la más destacada de todas. La razón es sencilla. Natural de Nara en 1969, Kawase es abandonada por sus padres nada más nacer, y queda al cuidado de sus tíos abuelos. El cine se convertirá en el elemento que le permitirá a la joven explorar su origen. Desde sus primeras obras Suzaku (1997) en la que la figura del padre ausente siempre estará presente a Genpin (2010), donde desde el género documental reflexiona sobre la relación entre el alumbramiento y la muerte.
En Madres verdaderas que el próximo 6 de agosto se estrena en las salas de cine, Naomi Kawase aborda el tema de la maternidad; en especial el significado de ser madre. Junto al guionista Izumi Takahashi, adapta una novela de la escritora Mizuki Tsujimura (conocida por sus obras de misterio y las relacionadas con la infancia). La película cruza dos historias. La de una pareja que intenta por todos los medios a su alcance tener un hijo, y la de una joven de catorce años que se queda embarazada accidentalmente de un niño al que quiere. Los caminos que emprenden ambas mujeres es lo que emocionó a Naomi Kawase y lo que la llevó a emprender la producción de la película.
La naturaleza protagonista de la película
En Madres verdaderas la naturaleza (el agua, el viento, los árboles, los cerezos en flor) se convierten en el cordón umbilical que separan a una y a otra madre. Dejando que las narraciones de las dos historias discurran de forma secuencial, el espectador conocerá primero a la pareja formada por Satoko y Kiyozaku (a los que dan vida Hiromi Nagasaku y Arata Iura). Será testigo del deseo de concebir un hijo y de las dificultades que encuentran en el camino, hasta llegar a la adopción. Después, la realizadora desviará el foco a la historia de la adolescente Hikari (interpretada por la actriz Aju Makita, descubierta por el director Hirokazu Koreeda en la serie de televisión Going my Home). A su historia de amor adolescente, a su familia…
Una frase marca la esencia de Madres verdaderas: ‘no son los padres los que encuentran a sus hijos, sino los hijos los que encuentran a sus padres’. De esta manera tan sutil Kawase profundiza en los vínculos no sanguíneos que a veces se establecen entre las personas. De igual modo a el planteamiento que hace Hirokazu Koreeda en Un asunto de familia, en este caso veremos a madres que dejan de serlo en el momento en el que no comprenden a sus hijos, o madres (que no han llegado a serlo), pero que actúan como tal cuando ponen a sus ‘hijos’ por delante de sus propios intereses. Madres verdaderas o falsas madres se entrecruzarán en la película.
Un film con el sello de Cannes 2020
Sin necesidad a renunciar a su narrativa cinematográfica (espiritual, metafórica, donde la naturaleza forma parte de la narración), Naomi Kawase consigue que el espectador se introduzca en la historia a través de los recuerdos, empatizando con los personajes y sus destinos. Acompañada de una banda sonora luminosa compuesta por Akira Kosemura, la película va directa al corazón del espectador. Hay secuencias como la de la madre cantándole a su bebé que aún no ha nacido en el atardecer de una isla, o la del pequeño Asato preguntando a su madre adoptiva por su madre de Hiroshima, que son pura esencia cinematográfica. Instantes donde los personajes dejan a un lado la interpretación y se convierten en seres reales, más allá de las líneas de un guion.
La película obtuvo el sello del Festival de Cannes y cerró la programación oficial del Festival de cine de San Sebastián. Una película que no se borrará de la memoria y de los recuerdos del espectador. Como sabiamente le dice Hikari a su hijo en una carta y que su madre adoptiva le leerá al pequeño cada año.
Una crítica de Enrique Garcelán