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Mongolia a través de la mirada del cine

25/03/2020

Ante el estreno de El huevo del dinosaurio (Öndög), la nueva película del realizador chino Wang Quan’an, el próximo viernes 14/2, hemos pensado en dar forma a un reportaje que siga la mirada de los realizadores asiáticos a la región de Mongolia. Un lugar donde la naturaleza y los elementos se dan la mano para crear un modo de vida único y diferente al resto del mundo.

Mongolia es uno de los países más grandes del mundo. A pesar de su extensión, sin embargo, también es uno de los más desconocidos. Sobre todo, si hacemos referencia a las películas que lo han retratado. Un país que se extiende por un territorio que va desde Rusia, atravesando la Asia Central para acabar en Mongolia.

Quizá una de las dificultades para el mundo del cine sea la de retratar las diferentes etnias que lo habitan, al estar en contacto con áreas muy diferentes entre sí. El cine se ha aproximado tanto desde el documental, hasta la ficción, para contar la historia de un pueblo nómada, muy unido a la naturaleza que le rodea (la gran estepa mongola).

La Quinta Generación de directores chinos: la mirada ornamental

Si bien es cierto que los directores de la Quinta Generación, graduados de la Escuela de Beijing en 1982, centraron su mirada en la China rural, dando voz a las minorías étnicas, su acercamiento a estas comunidades es sumamente artístico. Como demostraría Tian Zhuangzhuang en El ladrón de caballos (1986). En la película, el director centra su mirada en un pobre montañés que vive en la proximidad del Himalaya, y que deberá abandonar la tribu a la que pertenece como castigo. Un film antropológico que gira entorno a las tradiciones y a los rituales, más que al día a día que afecta a cada uno de los campesinos de estas zonas.

Asia Central y el retrato de las poblaciones nómadas

Un hecho explica la dificultad de la llegada del cine de Asia Central a las pantallas internacionales, y por tanto la visión que nos pueden aportar de la vida en la estepa mongola. Estas cinematografías (Uzbekistán, Kirguistán, Kazajastán), han permanecido reprimidas bajo el poder del cine oficial, el cine ruso, a lo largo de más de 60 años. Desde la constitución de la Unión de Repúblicas soviéticas en 1922, han permanecido mudas hasta 1992. Se hace cine en Uzbekistán o Kirguistán, pero siempre en un 2º plano. Y sólo cuando el sistema soviético llega a su fin, cobrarán una verdadera dimensión.

Tres son los documentales que han abierto la visión de Mongolia desde Asia Central a Occidente. Los tres vienen firmados por la documentalista de origen mongol pero residente de Alemania Byambasuren Davaa.

La historia del camello que llora (2004) estrenada en nuestro país el mes de diciembre de 2004 consiguió la nada despreciable cifra de 40.000 espectadores. La película, a medio camino entre el documental y la ficción, describe el día a día de la población nómada que vive en la estepa mongola, y lo hace a través de actores no-profesionales. Un planteamiento sencillo: el nacimiento de un camello albino en el seno de una familia de pastores nómadas, y la decisión de la madre, de no querer amamantar a la cría. Ante esta situación, la familia envía a sus dos hijos al desierto a la búsqueda de un violinista que interpretará una melodía capaz de hacer cambiar la opinión de la madre camello. Una historia sencilla en la que el espectador comprueba los diferentes valores de una población que vive con lo imprescindible. A esta le seguiría El perro mongol (2005), también de la misma directora, y también en formato documental. Byambasuren Dava propone una película donde abundan los silencios y los grandes escenarios naturales: la estepa mongola en toda su extensión. En este caso, la historia se centra en un cachorro de perro que se encuentra la niña pequeña de una familia de pastores nómadas. La pequeña se encariña con el animal, pero su padre tiene miedo de que el animal traiga mala suerte a la familia, pues es posible que se haya criado entre lobos. La última aproximación de la directora asentada en Alemania ha sido Los dos caballos de Genghis Khan (2009), una mirada más poética y lírica al pueblo mongol, a través de la búsqueda de una canción ancestral que se ha perdido durante la Revolución Cultural. Este hecho llevará a una cantante de origen mongol de vuelta a su país para dar con ella.

Por otra parte, el director ruso Sergei Dvortsevoy se alzó con el premio de la sección “Un certain regard”, además de conseguir una candidatura a los Oscar por su película Tulpan. Si bien está ambientada en la agreste estepa de Kazajstán (en la proximidad a la estepa mongola), guarda enorme paralelismo con las vidas y costumbres de los nómadas mongoles. Una película que habla de la vida, y sobre todo del amor y de cómo conseguirlo. Asa, una vez finalizado el servicio militar, quiere establecerse en la estepa de Kazasjtán donde su hermana mayor y su marido son pastores de ovejas. Pronto comprenderá que, para conseguirlo, tendrá primero que casarse.

La Sexta Generación de directores chinos: la mirada naturalista

Serán algunos de los directores de la Sexta Generación, o incluso otros directores, contemporáneos, pero que no se inscriben bajo ninguna etiqueta, los encargados de llevar al espectador la vida de la población mongola. Una población que con el paso del tiempo está condenada a desaparecer ante el avance de la industrialización china.

El máximo exponente de este cine es Wang Quan’an, que puede considerarse como la mirada naturalista de la Sexta Generación. Nacido en Yan’an (capital china de la Revolución) en 1964, va a ver su cine influenciado por una madre de origen mongol, que le va a hablar a su hijo de las tradiciones, música, forma de vida en la estepa mongola. A diferencia de los directores de la Quinta Generación su mirada al mundo rural no es tan antropológica. Al director le interesan los problemas que afectan a los individuos, no la mirada global. Por tanto, su cine no será ni recargado ni ornamental, sino sencillo y directo.

En 2007, tras dos películas en su haber, decide dirigirse con su equipo de rodaje a la Mongolia Interior. De la misma manera que Jia Zhangke rueda ese mismo año Naturaleza muerta, en un intento por documentar algunas de las zonas que van a desaparecer de China, Wang Quan’an lleva sus cámaras a las pequeñas poblaciones de pastores nómadas, para dar a conocer su forma de vida y cómo está amenazada por los cambios económicos iniciados en China. La boda de Tuya, protagonizada por la que fuera su musa, la actriz Yu Nan, recibió el Oso de Oro a la Mejor Película en el Festival de Berlín, y es una clase de historia sobre los sentimientos, las dificultades, y el coraje de un pueblo dispuesto a resistir. Tuya, la joven protagonista, deberá decidir cómo quiere continuar: renunciando a su identidad y marchando a la ciudad, o casarse con un pastor, que le permitirá continuar con su vida.

En 2019, el mismo director regresa de nuevo a la Mongolia interior, y esta vez, rueda un film que puede entenderse como el ciclo de la vida: empieza con una muerte para acabar con una nueva vida que pugna por nacer. La historia de El huevo del dinosaurio exige paciencia por parte del espectador. Como bien dice el director, “el tiempo en Mongolia, es otro tipo de tiempo”. Al igual que la muerte, tiene otro significado. La película, que se estrena este mismo viernes 14 de febrero, nos plantea como la naturaleza se resiste a desaparecer, a pesar de que los cambios económicos y políticos nos pueden hacer pensar lo contrario.

Otras miradas del cine asiático a Mongolia:

Finalizo el articulo con otras propuestas asiáticas que pueden servir al espectador como guía para penetrar en la estepa mongola:

Urga, el territorio del amor (Nikita Mikhalkov, 1991)

A Mongolian Tale (Xie Fei, 1995) – Inédita en España y multipremiada en los Golden Horse, con una ambientación más urbana.

Ping Pong Mongol (Ning Hao. 2005). Editada en nuestro país y que puede verse en Filmin

Sueños del desierto (Zhang Lu, 2007). Editada en nuestro país por Golem.

Mongol (Sergey Bodrov, 2007): Mirada interior al personaje de Gengis Khan

Un reportaje de Enrique Garcelán

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