¿Cómo empezar a escribir la crítica de una película un fin de semana que se estrenan catorce propuestas en la cartelera de cine? Sin duda con una certeza. Voy a hablar de la película de la semana. De la película que como espectador tengo que ver.
Y no es que lo haya tenido fácil la opera prima del realizador coreano Kim Yong-hoon, con la que ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de cine de Rotterdam a inicios del 2020. Todo eran excelentes augurios. Pero su estreno en Corea coincidió con el inicio de la pandemia… y como si nada, la película que podía haberse convertido en el estreno del año, cayó en el olvido de unas salas de cine cerradas.
Nido de víboras tuvo su estreno en España en Fancine- Festival de cine fantástico de Málaga el pasado año (en plena pandemia, en horario matinal), la película pudo verse por primera vez en el cine Albéniz. En 2021, el film ha formado parte de la programación del Festival Nits de Cinema Oriental de Vic, y este octubre ha llegado a Sitges, donde ha tenido su espacio y su público (la sala Brigadoon estaba repleta de gente). Hay películas que marcan la diferencia a pesar de las dificultades. Sin duda nos encontramos frente a una de ellas.
El thriller coreano no es un fenómeno nuevo. Desde la llegada de la Nueva Ola con el nuevo siglo, títulos como Oldboy, Memories of Murder o Encontré al diablo han dado visibilidad a una cinematografía que emergía con la llegada de la democracia. Veinte años más tarde, y a pesar del poder de la industria coreana para rendirse a la comercialidad, lo cierto es que Corea sigue sorprendiéndonos. Ofreciendo productos como Nido de víboras que tiene todos los elementos para triunfar en la taquilla de cualquier país.
Desde el instante inicial, en el que aparece un maletín en la pantalla, el espectador sabe que va a pasarlo en grande.
Desde el instante inicial, en el que aparece un maletín en la pantalla, el espectador sabe que va a pasarlo en grande. Alfred Hitchcock era un maestro en conseguirlo. Seguro que Kim Yong-hoon ha visto más de una película la filmografía del director británico. Un maletín que relacionará a un grupo de personajes, estrellas dentro de la cinematografía coreana, que se intentarán asir a él como un clavo ardiente para cambiar su futuro. Un empleado de una sauna con una familia que no vive su mejor momento con una madre aquejada de Alzhéimer, un empleado del servicio de aduanas con una deuda por saldar, una femme fatale que quiere aprovechar su oportunidad, una mujer maltratada que ve una salida… y un policía que pasaba por allí.
La película, dividida en cinco capítulos (como suele hacer Quentin Tartantino en algunas de sus producciones), sobresale por la capacidad que tiene de sorprender al espectador. No con giros inesperados, sino con una planificación que permite captar en todo momento la atención del público. Como si se tratara de una partida de ajedrez, los personajes jugarán su papel en una función de diálogos afilados (más que algunos de los cuchillos que aparece en la pantalla), aunque, como en las mejores partidas, no será hasta el instante final, hasta el movimiento de la última ficha, que sepamos del destino de cada uno de los protagonistas.
La película, dividida en cinco capítulos, sobresale por la capacidad que tiene de sorprender al espectador
En España las películas asiáticas tienen una audiencia que no suele sobrepasar los 30.000 espectadores. Un segundo, la película de Zhang Yimou ha sido vista por 3.900 personas. ¿Se puede cambiar esta tendencia? Quiero pensar que sí. Que como espectador quiero que me sorprendan. Que jueguen conmigo a lo largo de una hora y cuarenta minutos. Que de nuevo salga del cine contento. Que pueda decir bien alto: ‘Nido de víboras es la película de la semana’.