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Onoda: Llevar al cine una historia extraordinaria

05/05/2022

La historia de Hiroo Onoda, el soldado de las diez mil noches en la jungla, parece olvidada, una reliquia de un pasado perdido. No es de extrañar que Werner Herzog quisiera llevar a la pantalla la historia de este personaje extraordinariamente “herzogiano”, una mezcla de Quijote y Robinson Crusoe, un soldado que nunca llegó a creer que la II Guerra Mundial había terminado. Siguió combatiendo en su destino, una pequeña isla filipina, cerca de treinta años tras el final oficial de la guerra. Herzog nunca pudo rodarla, aunque ha escrito una novela en la que relata su encuentro en Tokio, años después; pero quien sí ha llevado a la pantalla su historia ha sido un joven director francés, Arthur Harari.

Una producción tan particular como la historia que reproduce, que ha conseguido un gran recibimiento en Europa. Tuvo su premier en Cannes 2021 inaugurando la sección ‘Una cierta mirada’; estuvo premiada en los César franceses por su guion; y en Sevilla se llevó el gran premio del jurado. Este viernes 6 de mayo se estrena en cines en España a través de Atalante Films.   

¿Conoces la historia de Hiroo Onoda? 

Una pregunta similar le realizaría el padre de Arthur Harari a su hijo, devorador de historias de aventuras que buscaba una para su próximo proyecto después de debutar con el largometraje Diamant Noir. Él buscaba la historia de alguno de esos exploradores extraordinarios, marineros solitarios… y terminó quedando fascinado por la historia del soldado japonés que no terminó su guerra. “Cuando conocí su historia, sentí algo así como una llamada”; Harari comenzó a documentarse sobre su figura, hasta viajar a Japón y conocer a Bernard Cendron, autor del único libro sobre Onoda publicado en francés, en 1974. Este le dio acceso a sus archivos, a sus recuerdos… y Harari los haría propios.

El director no es un experto en cultura japonesa, así que su aproximación sería mucho más humanista, mucho más universal. Por ejemplo, no quiso leer el libro autobiográfico que publicaría el propio Onoda, Luché y sobreviví: mi guerra de treinta años. Los títulos que sí le sirvieron como referente serían Fuego en la llanura de Kon Ichikawa, United Red Army de Koji Wakamatsu, o el cine del filipino Lino Brocka. Harari también menciona el cine de Mizoguchi como una influencia en el film, así como esos Siete samuráis de Akira Kurosawa. Después de conseguir el apoyo de numerosas pequeñas productoras, haciendo bueno el dicho de que la unión hace la fuerza (las veréis en los títulos de crédito, en un panel espectacular), Onoda estaba en marcha. 

Buscando a Onoda 

“La búsqueda del reparto llegó a ser obsesiva”. Este no es un film de un reparto extenso, sino todo lo contrario, así que encontrar a los intérpretes perfectos para sus pocos e intensos papeles parecía uno de los elementos más importantes. Harari se alió con tres colaboradores: la directora de casting Rioko Kanbayashi, el productor Hiroshi Matsui y la intérprete Éléonore Mahmoudian, en una búsqueda que le llevaría a “una especie de deep web de actores japoneses”.  El joven Onoda, Yuya Endo, sería elegido por el magnetismo de su rostro, una foto que destacó en medio de un mar de ellas. Al encontrarse y realizar las primeras entrevistas, estaba claro que era el intérprete idóneo para el personaje, dotado de una sinceridad absoluta. El Onoda adulto sería Yuya Endo, actor de enorme experiencia en papeles secundarios que debutó con Kitano, y que según Harari llegó a “fundirse” con su personaje, con un cambio físico y “casi espiritual” que el director define como uno de los puntos fuertes de esta experiencia. Tsuda perdió doce kilos seis meses antes del rodaje, y, al verle, Harari pensó que había un malentendido. El actor los había perdido para que viera cómo iba a quedar su cuerpo, ya que tenía que perderlos de todas formas para otro rodaje.

Por otro lado, a Kai Inowaki le designaría el papel del soldado más joven por el recuerdo que guardaba el director de su interpretación en Tokyo Sonata de Kiyoshi Kurosawa, mientras que hay un papel especial para uno de los actores en alza del cine japonés, Taiga Nakano. Y para el papel del Mayor Taniguchi, el elegido sería el protagonista de Tony Takitani, Issei Ogata. Con el reparto elegido, comenzaba la búsqueda de localizaciones. 

Viaje a Camboya 

Aunque la historia se desarrolla en la isla de Lubang, en Filipinas, el rodaje sería finalmente en la selva de Camboya. El primer viaje en busca de localizaciones les haría poner los pies en el suelo. La peligrosidad de la selva, y las dificultades de acceso y de estancia, serían dos factores a tener en cuenta. Ayudados por el director Davy Chou (Diamond Island), que tomaría el papel de productor ejecutivo, explorarían el país hasta dar con la región de Kampot. Allí tenían todo lo que buscaban, la montaña, la selva, llanuras y agua, sin tener que salirse demasiado de los caminos.

La pega: debían darse prisa en rodar. El capital chino está invirtiendo en terrenos de la zona, que el presidente vende para la construcción de resorts y todo tipo de destinaciones turísticas. “Masacraron dos de nuestros decorados, que eran enormes. En cuatro semanas el bosque había desaparecido”. Tras seis semanas de preproducción, el rodaje, con un equipo internacional, comenzaría en diciembre de 2018 y duraría hasta principios de febrero de 2019, y aunque complejo por las dificultades, terminaría siendo una experiencia muy gratificante para el equipo. “Es como si hubiéramos hecho tres películas y tres rodajes: una muy grande con efectos especiales, cara, complicada, difícil; luego, otra de autor en la selva con cuatro personajes y otros escollos; y, por último, una con dos personajes mayores.” 

El trabajo con los actores 

“Tengo tendencia a pedir a los actores contención. A veces los japoneses tienen una idea muy clara de lo que son la guerra, la autoridad y la jerarquía y, para ajustarse a ella, actúan a menudo con una voz que viene del vientre. Y yo no quería que interpretaran la autoridad ni el fervor. Al contrario, tenían que ir hacia la sobriedad para no reproducir ningún cliché. Así que yo les decía muchas veces: ‘Esa no es tu voz, tengo la sensación de que no es tu voz.’ Yo quería que hablasen con su voz, en un sentido físico. Su propia voz.” 

La entrega de los actores fue total, comenzando por la de los dos actores que interpretan a los personajes ancianos. Muy delgados, y alimentándose con poco más que agua, el productor Chou temía que tuvieran un problema de salud teniendo en cuenta las condiciones climáticas de Camboya. Pero de la misma forma, el equipo destaca el compromiso de los actores que interpretan los pequeños papeles, que surgieron de la comunidad japonesa local. Todos se adaptaron al estilo de rodaje de Harari, con tomas larguísimas con las que ahorrar tiempo de preparación. La escena de la playa, quizás la más importante del film, fue la última que rodó el equipo joven, reunidos por única vez con los personajes veteranos, en un momento muy emotivo para todos. También lo es para los espectadores al verla.    

 

La duración 

“Durante mucho tiempo pensamos que la película duraría más de tres horas y nos daba un poco de miedo lo que supondría para el estreno en salas, para el público, para los festivales… Pero el productor y el distribuidor nos apoyaron. Incluso aquellos coproductores que se habían resistido a un rodaje tan largo me dijeron: «Retiro lo que dije, las escenas que no querías cortar son necesarias”.  

Onoda es una producción arriesgada, desde su propia concepción. Retratar una lucha quijotesca desde una mirada humanista, requería una propuesta de dimensiones tan ambiciosas y épicas como la propia historia. Harari y su equipo se han atrevido a llevarlo a cabo, y el resultado, salta a la vista, ya ha convencido a la crítica y jurados de numerosos festivales. Ahora es el turno de los espectadores.    

Un reportaje de Víctor Muñoz 

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