Hong Sang-soo, un cineasta coreano posmodernista y posestructuralista, en Europa es conocido como un director de Nouvelle Vague oriental entre los fieles de Cahiers du Cinéma. Algunos críticos han comentado un vínculo del director coreano con esteticistas como Eric Rohmer, Robert Bresson, Luís Buñuel o Yasujiro Ozu.
Hong inició sus estudios de teatro y cine en Corea, pero acabó su carrera académica en las universidades de EEUU. Más de diez años de aprendizaje le obligaron a que retardara su debut, pero fue el tiempo necesario para que el cineasta coreano pudiera comenzar su carrera profesional con la suficiente maduración artística. Aunque el cine de Hong no ha asomado hasta ahora en las pantallas del circuito comercial de España, su presencia en festivales internacionales ya es un acontecimiento habitual. Su primer largometraje The Day a Pig Fell into the Well (1996) recibió los galardones en los festivales de Vancouver y de Rótterdam. De las quince películas realizadas por Hong hasta 2013, ocho de ellas han competido en Cannes dando como resultado el que Ha Ha Ha ganara el premio Un certain Regard, y En Otro País compitiera por la Palma de Oro en 2012. En el Festival de Berlín también se han proyectado varios de sus films, así como su última obra Nobody’s Daughter Haewon (2013) que compitió en la 63ª edición del festival alemán.
A pesar del prestigio a nivel internacional, en su país natal el cine de Hong Sang-soo se designa como un cine de culto, ajeno a la realidad del cine coreano para los espectadores. La opulencia de la industria del cine en Corea se vanagloria de un volumen de 1.100 millones de dólares anuales (en el año 2012, Corea es el quinto país más grande del mundo en facturación). Pero, la mayoría de las películas de la cartelera son meramente comerciales, a saber, el cine de espectáculo fácil. En la pura industria neoliberalista, el cine languidece tanto que se ha convertido en un simple pasatiempo por la ley de supervivencia. De ahí, Hong Sang-soo sugiere algo diferente; su cine, un retrato del atípico realismo coreano, nos invita a pensar en la vida, en el amor, el sexo, la verdad, la mentira etc. y, sobre todo, nos pregunta qué es el cine.
Improvisación y espontaneidad: composición entre la observación y el instinto del rodaje
La característica más diferenciadora del cine de Hong Sang-soo es el particular proceso de hacer un film. Mientras que una película se empieza a producir a partir del guión, el director coreano trabaja sin él, sólo con una especie de ‘tratamiento‘. Hong confía plenamente en el potencial del rodaje y, por eso, escribe el guión en la mañana del día de rodaje. A partir de Turnig Gate (2002), el realizador sólo escribe un tratamiento de veinte o treinta páginas antes de comenzar el rodaje, y va perfeccionando el guión a medida que se desarrolla el mismo. Según palabras del propio Hong, él tiene el 50% de la película antes de empezar el rodaje, crea el 40% en la mañana de cada día del rodaje, y añade el último 10% durante el mismo rodaje.
La improvisación y la espontaneidad del proceso es probable que proceda de su método de observación. El director ironizó, en más de una ocasión, sobre las críticas que calificaban su cine como una observación del microscopio de los seres humanos. Hong confesó que su modo de observación de la gente no es microscópico, ni tan solo concienzudo. El director reveló su modo de interpretar la vida. Hong descifra la estructura de su pensamiento a partir de la observación del mundo exterior. Seguidamente, su interés se traslada a su interior, observa cómo se consolida la impresión, la emoción y el pensamiento sobre el mundo exterior. En resumidas cuentas, observar el interior y exterior de sí mismo, y repetir esta observación, conlleva variaciones, mediante las cuales el director coreano logra liberarse de la auto-opresión.
Cine, la vida misma
Hong Sang-soo es un director que pone de relieve la subjetividad del cine, y del mismo modo, comprende al espectador como un sujeto emancipador de la convención cinematográfica. El cineasta metaforiza sus películas como un hijo pequeño que tiene un padre liberal: quiere que su hijo crezca con mucha libertad aunque la gente le pueda acusar de irresponsabilidad. A partir de esta retórica se construye el cine ‘sangsooiano’ como un organismo autónomo que se desarrolla con sus virtudes y debilidades. Seguramente, es por eso que el director insiste en la financiación autárquica (en un principio casi todos sus films se han producido únicamente con el capital de su propia productora), para garantir así la libertad, el ingenio y la extrañeza de su cine. Así mismo, el cine de Hong no pretende intervenir en las interpretaciones del público, sino que cada espectador reaccione a su manera para que pueda ‘introspeccionar’ su interior. El director vanguardista otorga su asentimiento a la versión que cada espectador tenga de cada película suya. Por todo ello, el cine de Hong consistido en los pequeños relatos trazados con la cotidianidad de la vida no asombra pero ayuda al espectador para que pueda ver la complejidad de la realidad. En la sociedad coreana, donde difícilmente se acepta la heterogeneidad, sobre todo, la singularidad del lenguaje cinematográfico de Hong Sang-soo reluce por su franqueza, libertad y valentía.
A fin de cuentas, el cineasta coreano construye la cotidianidad del cine, que en realidad es una parte de la vida misma. La transparencia del interior del director y el rodaje sin parafernalia, en los que los espectadores encuentren la delicia de la cotidianidad, será la quinta esencia del cine de Hong Sang Soo.
Por nuestra colaboradora Jiyoung Youn
Artículos relacionados:
1. La frase de la semana. Hong Sang-soo explora el choque de culturas en En Otro País.