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Plan 75 y La balada de Narayama: deber y muerte

21/04/2023

Pocas culturas han reflexionado tanto sobre la muerte como la japonesa. Su vertiente ritual, social, espiritual e incluso estética ha sido explorada a través del arte desde su nacimiento. No es casual que una de las tradiciones japonesas más conocidas en todo el mundo sea la que da título a la obra maestra de Masaki Kobayashi: el harakiri o “suicido por desentrañamiento”. Cuando un samurái perdía su honor, la única forma de recuperarlo era morir de forma digna.

Muerte en la montaña

Una práctica similar, pero no tan conocida popularmente, es la del ubasute o literalmente “abandono de ancianas”. Los orígenes del término remiten a la tradición poética budista, pero eso no significa que no sea una práctica únicamente mítica, sino que existen pruebas de que se realizó en regiones concretas especialmente durante períodos de escasez. En el año 1956, Shichiro Fukazawa, escritor de izquierdas, escribe una novela corta con el título de “La balada de Narayama” que se inspira en el concepto de ubasute. Esta historia se adaptaría en diversas ocasiones; la primera de ellas fue en 1958 de la mano de un director clásico como Keisuke Kinoshita y poco después, en 1963, el director coreano Kim Ki-young realizó Goryeojang inspirándose en la misma historia. Aun así, la adaptación más conocida de la novela llegaría en 1983 de la mano de uno de los grandes nombres de la nuberu vagu japonesa: Shohei Imamura. La balada de Narayama (1983) conseguiría la Palma de Oro en el Festival de Cannes, primera de las dos que conseguiría el director japonés a lo largo de su carrera.

Kinuyo Tanaka en la versión de Kinoshita y Sumiko Sakamoto en la de Imamura, interpretan a Orin, una anciana de 69 años con una salud envidiable. Aun así, según la tradición del pueblo, cuando las ancianas llegan a los 70 años, deben ser llevadas a la montaña Narayama por sus hijos primigenios y deberán permanecer solas en la cima de la montaña esperando a que les llegue la muerte. La práctica se justifica mediante la idea de que las ancianas ya no son productivas para una sociedad que vive en una escasez y una precariedad constante. Orin, a pesar de su buena salud y de que durante la película vemos que es más productiva que cualquier otro miembro de su familia, acepta su deber impasible. Esto será más difícil para su hijo Tatsuhei, quien se resiste a dejar morir a su madre.

Ambas películas contienen una dimensión crítica muy importante, lo que no es sorprendente teniendo en cuenta que el escritor de la novela, Shichiro Fukazawa, tuvo problemas muy graves con simpatizantes del imperialismo debido a sus ideas políticas. Especialmente en el caso de Shohei Imamura, estamos ante una de las voces críticas más relevantes del cine japonés de la segunda mitad del siglo XX. No es de extrañar, por lo tanto, que La balada de Narayama sea dura con la sociedad japonesa y estas ideas tan enraizadas culturalmente como son el honor y el deber social. Por ejemplo, no es casual que Imamura elija una práctica que tiene una fuerte misoginia como base, ya que el ubasute es algo que se hacía específicamente con las ancianas mujeres y no los hombres apelando a unas diferencias entre sexos que se problematizan en el filme.

Plan 75 y la muerte con acompañamiento

En el año 2018, se estrenaba un ómnibus titulado “Ten Years Japan”, en el que varios cineastas imaginaban como sería el futuro de Japón 10 años después de la realización de los cortometrajes. Una de las directoras del proyecto fue Chie Hayakawa, que en el corto Plan 75 planteaba un futuro cercano en el que, debido al envejecimiento de la población, el gobierno iniciaba un plan por el cual los ancianos de más de 75 años podían solicitar una “muerte con acompañamiento”, eufemismo usado para describir una suerte de “eutanasia por el bien económico”. Y es que Japón, al igual que la mayoría de los países occidentales, se enfrenta a un problema demográfico por el cual la mayoría de su población es anciana (un 30% de la población es mayor de 65 años). A efectos económicos y poniéndonos unas “gafas capitalistas”, esto supone que una parte significativa de la población no sea “productiva”.

Plan 75 terminaría convirtiéndose en el primer largometraje de la carrera de Chie Hayakawa, y el viernes 28 de abril llega a nuestros cines tras pasar por el Festival de Cannes y ser seleccionada como la representante japonesa a los Oscar. En el universo no tan distópico de Plan 75, el envejecimiento de la población no ha hecho más que acentuarse y empieza a generar un descontento entre la población joven que culpa a los ancianos de los problemas económicos del país. Esto se traduce en actos de violencia y manifestaciones que llevan al gobierno a declarar este “plan 75” que no es más que una forma de ese ubasute que veíamos en La balada de Narayama. En ambos casos se apela, por un lado, a la ley y por otro lado a un deber social muy arraigado en la población. Al igual que Orin, Michi (interpretada por una genial Chieko Baisho a quién le dedicamos este reportaje) decide aceptar, al menos en un inicio, su destino a pesar de que sigue siendo una persona más capaz que la gran mayoría de la población.

Pasado, presente y futuro de Japón

Ambas películas, La balada de Narayama (y nos centramos en este caso en la versión de Imamura de 1983) y Plan 75 se sirven de situaciones similares para reflexionar sobre algunos temas comunes que ya hemos mencionado, incluso se asemejan en su perspectiva de género al poner el foco en personajes femeninos; pero su principal diferencia reside en el contexto en el que se sitúan. Imamura evocaba un pasado pseudomitológico a través del cual se criticaba el presente de Japón. Hayakawa, en cambio, realiza el recorrido opuesto: se sirve de un futuro proyectado para criticar el contexto del presente. Al hacer dialogar a las dos películas y sus contextos, surge una pregunta central: en La balada de Narayama teníamos una situación de escasez que justificaba la práctica del ubasute pero en Plan 75, ¿qué es lo que justifica la práctica? ¿No deberíamos haber llegado a un punto en el que la escasez económica no suponga un problema para la humanidad?

Si os interesa responder a esta pregunta y reflexionar más sobre el tema, la semana que viene llega a nuestros cines Plan 75. Estad atentos a nuestras redes y el blog, ya que seguiremos hablando sobre la película y os informaremos de cualquier novedad.

Un reportaje de Josep Santcristòfol

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