En un año donde han abundado los estrenos japoneses en la cartelera de cine: en el mes de enero regresaba a las salas de España un viejo conocido, Godzilla, en el film que supone el reboot de la saga Shin Godzilla; en marzo era el turno del octagenario Yoji Yamada y su divertida Maravillosa familia de Tokio; la cinta de animación más taquillera de la historia de Japón, Your Name, visitaba las salas en el mes de marzo también; mientras que dos live-actions, I Am a Hero y Death Note: el nuevo mundo, gozaban de un estreno limitado en el mes de abril. Y así hasta llegar a nueve estrenos de procedencia nipona en este año, sumando a los mencionados El tercer asesinato de Hirokazu Koreeda; la poética Hacia la luz de Naomi Kawase, y las cintas de animación Ancien y el mundo mágico junto a una nueva aventura de los Pokemon. Pero aún quedaba un título por llegar para redondear el 2017. Y lo cierto es que ha merecido la pena la espera: Recuerdos desde Fukushima es una estupenda manera de despedir el año y de dar la bienvenida a 2018 en el que celebraremos el 150 aniversario del establecimiento de relaciones entre España y Japón. La realizadora alemana Doris Dörrie ha filmado una fábula acerca de la vida en el epicentro de la tragedia de Fukushima.
En 1985 Doris Dörrie hizo su primer viaje a Japón para presentar su película En mitad del corazón, en el Festival Internacional de Tokio. La visita supuso un antes y un después para la realizadora “Me quedé tan fascinada por Japón que hice autostop por el país y disfruté perdiéndome por él. Una y otra vez, completos desconocidos me tomaban de la mano y me mostraban el camino. Nunca me he sentido tan cuidada y mimada en un país extranjero y esa sensación me causó una profunda impresión: ser una extranjera y sentir que todo el mundo se preocupaba por mí”. Desde aquel primer viaje, la realizadora alemana ha estado unas 25 veces más en Japón, ha viajado por todo el país sumergiéndose en la cultura japonesa y tomándola como referencia para sus películas. Su primera película situada en Japón Sabiduría garantizada cuenta una historia desde la perspectiva alemana de personajes alemanes que viajan a Japón. Más tarde vendría Cerezos en flor (2008), un film en el que la directora retrató magníficamente la soledad del Japón contemporáneo, con una sensibilidad especial, consiguiendo una historia romántica sin caer en lo cursi.
En Recuerdos desde Fukushima, Doris Dörrie centra su mirada en dos mujeres muy diferentes a priori: por un lado una joven alemana que trabaja para una organización no gubernamental, y que decide llevar un poco de esperanza a los supervivientes del desastre nuclear en Japón, tras vivir una crisis personal en Alemania; y por otro lado una arisca e independiente anciana japonesa que vive en uno de los muchos refugios de emergencia, años después de la tragedia de Fukushima. La historia se cimentará en estas dos mujeres, que arrastran un sentimiento de culpabilidad, del que deberán salir para poder continuar con sus vidas. La química que se establece entre Marie (una extraordinaria Rosalie Thomass) y Satomi, la última geisha de Fukushima (interpretada de una forma brillante por la legendaria actriz, compositora, guionista y escritora Kaori Momoi) será suficiente para atrapar al espectador en medio de la desolación que rodea a las dos protagonistas, en el momento en el que Satomi decida regresar a su casa (a pesar de que las autoridades lo prohíban) y abandonar el refugio en el que vive junto a otros supervivientes.
Hay una frase que resume el espíritu de la película. Se la dice Satomi a la joven Marie cuando ésta se sincera con ella y le explica la razón que la ha traído a Japón, «No hay escapatoria. Sólo tienes esta vida. Echar de menos a alguien es como vivir con fantasmas». Esos fantasmas cobrarán forma a lo largo de Recuerdos desde Fukushima, y perseguirán tanto a una como a otra mujer, al llegar la noche. Sólo la confianza, la amistad y la complicidad que se irá tejiendo entre ambas, hará que estos espectros dejen que las dos mujeres puedan continuar con sus vidas. La lucha de los protagonistas con el dolor y la carga de la memoria y la necesidad de encontrar una manera de sobrellevar la catástrofe son retratadas en un minimalista blanco y negro con la cámara de Hanno Lentz, y recorre cada uno de los fotogramas de la mano de las notas de piano que la compositora Ulrike Haage ha creado para la película.
Sin la espectacularidad de Shin Godzilla, o el preciosismo de Your Name o Hacia la luz, Recuerdos desde Fukushima se erige como una de las películas japonesas (a pesar de tener nacionalidad alemana) del año. Un canto a la vida interpretado desde una zona árida que ansía regresar a vivir.
Enrique Garcelán