Ficha Técnica: Año: 2012 País: Hong Kong. Director: Roy Chow Hing-Yeung. Duración: 104 m. Género: Thriller Protagonistas: Simon Yam, Nick Cheung, Shawn Dou, Mike Leedor. Más información: http://www.imdb.com/title/tt2171993/
Sinopsis:
Una celebridad del mundo de la música clásica en Hong Kong aparece brutalmente asesinada flotando en medio del océano. El asesinato parece un claro caso de venganza. El testarudo detective Lam, quien perdió hace un tiempo a su mujer, es requerido para que se haga cargo de la investigación del caso. Pero en su afán por perseguir al sospechoso en el que confluyen todas las pistas, poco a poco se va acercando a una red de mentiras y engaños en las que nada es como parece ser. Para llegar a la verdad, deberá descubrir un oscuro secreto que dará un vuelco a todo lo que apuntaba a un caso resuelto de antemano. Y es que los conflictos familiares desembocarán en una tragedia inesperada.
Crítica: Muy curiosa resulta la publicidad del film que se hizo en el Festival de Cine Asiático de Dallas, lugar donde tuvo lugar su estreno americano en Julio del pasado año: “Si te gustó The Stool Pigeon, Infernal Affairs, The Beast Stalker, o te gusta el drama criminal con un poco de acción, esta es tu película. Y para las señoras, esta es la película que han estado buscando, con un montón de escenas de Nick Cheung sin camisa”. En la primera aseveración estamos bastante de acuerdo, aunque comparar Nightfall con aquellos peliculones quizás resulte demasiado osado, aunque nos hallemos ante una propuesta a la que ni mucho menos haya que hacerle ascos. En cuanto a la segunda parte del texto, ya sería más discutible, ya que no sé si se puede llegar a considerar a Nick Cheung como un símbolo sexual ni creo que los hacedores del film se lo hayan llegado a plantear en ningún momento, centrados más en plantarnos en la cara un pedazo de drama familiar que podría haber firmado sin problemas el Kiyoshi Kurosawa de Tokyo Sonata. Y es que las disfunciones familiares son caldo de cultivo para explicarnos un caso (o casos, aunque aquí no desvelaremos nada más de una trama que tiene los suficientes giros inesperados para captar la atención del espectador) de homicidio que alcanza un punto de tragedia shakesperiana que eleva la magnitud del conjunto. La cinta se alimenta sobretodo del buen hacer de su pareja protagonista, unos Simon Yam (espléndido como siempre en el rol de personaje atormentado por los golpes de la vida) y Nick Cheung (quien basa toda su composición en lo gestual debido a una serie de terribles circunstancias) que nos regalan un duelo actoral a la altura de otras muestras de género exitosas como puedan ser The Chaser o Encontré al Diablo. Si bien este asombroso juego del gato y el ratón ensombrece cualquier otra subtrama apuntada, el guión es lo suficientemente inteligente para no darnos respiro ni un instante, salpicado con mínimas pero muy efectivas secuencias de acción que jalonan un relato que, de otra manera, podría haber resultado demasiado apelmazado y lento. En este sentido, es especialmente loable la demoledora y brutal escena con la que arranca la película, un ejercicio de acción bien rodado que te deja pegado al asiento, en una suerte de recreación de la muy aplaudida escena de los baños turcos en Promesas del Este, de David Cronemberg. Después, el desarrollo de la trama nos va a llevar por derroteros un poco más convencionales, pero los amantes del desenfreno y la hemoglobina van a quedar más que satisfechos con este momento inicial. A lo largo del film también vale la pena destacar el “tete a tete” adrenalínico que ambos protagonistas mantienen dentro de un teleférico, no apto para los que sufren de vértigo u otro mal de altura y con un instante crucial que a algunos le remitirán a una cinta de terror hispana estrenada no hace mucho.
Sin embargo, en el debe del mismo hay que acusar cierta cadencia reiterativa en algunos de los pasajes, como si se nos quisiera explicar con demasiados pelos y detalles cada uno de los pasos que se da en la investigación. Esto se acusa sobremanera en el último tramo del film, cuando una vez que ya se ha resuelto el rompecabezas y todos nos enteramos de la realidad de lo ocurrido, se nos vuelve a reiterar lo mismo enseñándonos lo que ya sabemos punto por punto. Hubiera sido mejor optar por ir desgranado el entramado intercalando la exposición aclaratoria teórica con la práctica, ya que se hubiera ganado en dinamismo y agilidad en el ritmo de la narración.
En definitiva, un ejercicio de estilo que no alcanza cotas mayores a causa de la poca pericia del director, Roy Chow Hing-Yeung (quien aquí acomete su segundo largometraje, tras más de una década transcurrida desde su debut en la gran pantalla con la más que mediocre Murderer), para presentar los hechos de una forma visual más atractiva, aunque en la retina del espectador quedarán marcadas un par de escenas muy bien resueltas.
Lo mejor: El duelo actoral entre Simon Yam y Nick Cheung echa chispas.
Lo peor: Se subraya en demasía alguna obviedad.
Por nuestro colaborador Francisco Nieto