La locura del cine Tamil vuelve a hacer estragos en Endhiran (The Robot), una película de ciencia ficción en la que la lucha del hombre contra su creación está envuelta en los efectos especiales más imprevisibles (y espectaculares) que podáis imaginar. El director Shankar, que ya nos dejó conmocionados con Anniyan, se encarga de esta superproducción, que además de ser la más cara del cine indio, es también de las más taquilleras de la historia.
La historia comienza con el doctor Vaseegaran, que crea a su imagen y semejanza a Chitty, un androide superinteligente. Parece una creación magnífica, pero el maestro del científico, el doctor Bohra, preocupado porque su pupilo se le ha adelantado con su investigación, decide prepararle una emboscada delante de una comisión científica. Chitty casi apuñala a su propio creador, con lo que éste modifica al androide para que desarrolle sentimientos y pueda entender mejor a los humanos. Esto provoca que Chitty comience también a sentir por la novia del científico, Sana, y la cosa se complicará más aún cuando el doctor Bohra implante al androide un amenazador chip rojo, que hace que éste se vuelva un androide violento y peligroso.
Endhiran es una película de ciencia ficción sin perder la esencia tamil, esto es con mucha acción, un poco de castísimo romance, mucho humor, la inevitable moraleja, violencia cafre, videoclips que de repente transportan la acción de India al Machu Pichu en un segundo, y sobretodo un índice de locura colectiva notablemente alto. Las escenas de acción del cine tamil son conocidas por ser unas fantasmadas de cuidado, pero en este caso creo que se han superado a sí mismo. Al acabar la experiencia de ver las casi tres horas de Endhiran uno siente que aún no puede creer lo que acaba de presenciar. No puedes creer los superpoderes que posee Chitty, el robot protagonista, algunos espectaculares, otros delirantes, la mayoría inimaginables. Pero sobretodo no puedes creer esa última media hora de pura acción, en que los efectos que puso de moda The Matrix son llevados al límite.
Podríamos decir que la película bebe de muchas fuentes, quizás las mayores influencias sean Yo, Robot por el componente filosófico de Chitty, y Frankenstein por la lucha entre creador y creación, aunque en el film también se nota la influencia de películas como Terminator o Robocop. Básicamente lo que mueve la película es la lucha entre el creador y su obra cuando ésta se vuelve maléfica, y también la propia consciencia del robot Chitty, que quiere ser tratado como un humano. Pero hay muchos más elementos que envuelven el film y que lo convierten en una auténtica locura.
Empecemos con los múltiples e inacabables poderes que tiene Chitty, sólo citaré los que recuerdo de memoria: tiene superfuerza, y superinteligencia, supervelocidad, supervisión, poder electromagnético, es capaz de deslizarse por el suelo sin necesidad de llevar patines, es capaz de comunicarse con animales como los mosquitos (!), cuando se multiplica a sí mismo, es capaz de controlar a todas sus múltiples copias…
Una de las escenas más divertidas, y con menos sentido, es una en la que Chitty persigue a un mosquito que ha picado a la chica, le sigue hasta el hogar de los mosquitos y se pone a hablar con ellos para convencerles de que vuelva para disculparse con ella (!) y que no la piquen más. Es sólo un ejemplo de los muchísimos momentos que llenan la película de sinsentidos, y hacen que sea divertida, pero desde luego nadie en su sano juicio se la puede tomar en serio. En la parte final la cosa se desmadra, consiguiendo momentos gloriosamente delirantes.
La pareja protagonista es de aúpa, con el veteranísimo Rajinikanth (según he leído, el segundo actor mejor pagado en Asia, sólo superado por Jackie Chan) en el doble papel del científico y el androide, y Aishwarya Rai como la novia paciente Sana.
Lo mejor para pasarlo bien con sus casi tres horas es olvidar el sentido común y disfrutar del espectáculo.
Lo mejor: La última media hora, cúspide del cine de acción descacharrante.
Lo peor: Intentar aprender de ella cualquier cosa relacionada con la ciencia.
Por nuestros colaboradores Víctor y Patricia (El Pozo de Sadako)