Año: 2013 País: India/ UK. Director: Amit Kumar. Duración: 88 m. Género: Thriller. Protagonistas: Viajy Varma, Nawazuddin Siddiqui, Neeraj Kabi, Sreejita De, Jayant Gadekar, Geetanjali Thapa.
Sinopsis:
Mientras las lluvias del Monzón arrecian sobre la capital de Mumbai, Adi, un joven policía que se enfrenta a su primera misión después de haber vivido en primera persona el alto nivel de corrupción que impera en el gremio policial del lugar, debe tomar una decisión que cambiará de manera radical su futuro y en consecuencia el de los seres que le rodean: disparar o no disparar a un criminal quien, por cierto, se maneja bastante bien con armas blancas tipo cuchillo o hacha. La película presenta tres escenarios posibles en los que se nos explica qué hubiera ocurrido dependiendo de la determinación tomada en la acción comentada con anterioridad.
Crítica: Sorprende de entrada una curiosidad folklórica con la que se abre el film justo antes de los títulos de crédito iniciales, y es que observamos a un grupo de hombres en una jornada festiva montando un pilar de castellers. Analogías culturales aparte, desde el inicio la acción no da respiro alguno, debido tanto a la enrevesada trama que juguetea con distintos argumentos y sus consecuentes finales alternativos (que aquí no desvelaremos pero que supone un punto de partida muy original que diferencia a este proyecto de otros similares) que se producen a partir de una decisión clave que debe tomar el protagonista, como por los constantes tiroteos que acontecen bajo la torrencial lluvia monzónica que no deja de caer durante todo el metraje. Destaca la intención del director, Amit Kumar, quien por cierto debuta con esta cinta en el terreno del largometraje tras haber rodado tan solo un cortometraje titulado The Bypass, y ser más conocido como asistente de dirección de Asif Kapadia (The Warrior, Senna), de dejar huella de su presencia en todo momento, aunque al final la falta de equilibrio del conjunto y sobretodo un guión con algunas lagunas estimables echen al traste tanto sus ínfulas autorales como un planteamiento atrayente y para nada convencional. Aunque consigue entretener sin grandes alardes y desde luego su factura escénica es impecable (capta de una manera harto elocuente la esencia suburbial de una metrópolis sumida en la pobreza y en la corrupción), algunas subtramas están deficientemente desarrolladas, y nunca acaban de ensamblar con el hilo narrativo principal de manera efectiva. Es una pena, porque con un poco más de atención y detallismo se podría haber enriquecido un conjunto que acaba desplomándose por su alarmante falta de pretensiones, dejando al espectador con una sensación contrariada, de lo que pudo haber sido y no fue.
Todo se reduce al duelo actoral entre los dos antagonistas, un policía novel lleno de buena voluntad y valores que a base de golpes de realidad abrirá los ojos y se dará cuenta que mejor se hubiera dedicado a otro oficio menos sucio y podrido, y un asesino a sueldo que ejerce como sicario de un “capo” de la zona y que se aprovechará de la visones del primero para darse una segunda oportunidad de sobrevivir en tan ruin paraje. A algunos la trama puede recordarles a aquel film americano interpretado por Gwyneth Paltrow en 1998 titulado Dos Vidas en un Instante, donde también debido a la posibilidad de una circunstancia concreta (en aquel caso coger un metro o dejarlo pasar de largo) le deparaba un destino completamente diferente. En el film que nos ocupa, se establecen a su vez una serie de vías paralelas y se trata de ver qué hubiera sucedido si el inocente cumplidor de la ley hubiera dejado escapar al malhechor; si hubiera decidido disparar y acabar así con su vida o qué pasaría si simplemente le hubiera herido en una pierna y hubiera logrado arrestarlo. El objetivo del realizador es convencernos a base de un montaje juguetón de que toda acción y su consecuencia van unidas de la mano, y de que en la vida existen unos imponderables que no se pueden controlar.
En definitiva, quien espere ver un film bollywoodiense al uso (a fin de cuentas el grueso de la acción transcurre en Mumbai, meca de este tipo de producciones) sólo podrá reconocerse tanto en la cuidada fotografía como en la subtrama pseudoromántica y un tanto misógina que tienen como protagonista al guapo de la función y a una descarriada chica que ejerce la prostitución sin el conocimiento de sus padres. Aquí estamos ante un ejercicio de cine negro que apuesta por lo híbrido y por una originalidad ostentosa, un riesgo que hay que agradecer a su director aunque el resultado final diste mucho de acercarse a una obra importante a tener en cuenta, ya que acaba exponiéndose como mero producto de consumo bastante incoherente e inverosímil. Un film de variaciones temporales que sólo se atreve a esbozar la corrupción existente sin profundizar en ella, por lo que si el objetivo era criticar un sistema como el policial que se sustenta en el engaño la conclusión a la que llegamos es que el resultado final queda más bien en tierra de nadie.
Lo mejor: Su original planteamiento, que lo diferencia de otros trabajos similares.
Lo peor: Que no haga honor a su título, y a la postre apunte más que dispare.
Por Francisco Nieto