A pesar del origen europeo del mito vampírico, la cinematografía asiática no se ha quedado atrás. Los vampiros chinos, a años luz de los adolescentes translúcidos de la saga Crepúsculo, son una especie de zombis que camina bien recto con los brazos hacia delante, y que se desplazan dando saltitos… Aparecieron por primera vez en pantalla a mediados de los ochenta, en la producción de la Golden Harvest Mr. Vampire de Ricky Lau, un film que iba a crear escuela dentro del género del terror oriental, por la mezcla del elemento fantástico y la comedia. Que el actor y cantante Juno Mak (algunos de vosotros lo recordaréis en una angustiosa cinta estrenada en el Festival hace unos años, Revenge a Love Story), se haya decantado por uno de los mitos del género, es motivo de satisfacción.
Pero olvidaros de los elementos de comedia. Rigor Mortis es una de las cintas de terror asiático más destacadas de los últimos años. Amparado por la producción de Takashi Shimizu (uno de los nombres que dio sentido al J-Horror con su ‘eterna maldición’), el director novel ha construido un film con una estética que recuerda a Going Home de Peter Chan, y donde la puesta en escena juega un papel decisivo. Los primeros instantes del film nos presentan a un hombre llegando a un bloque de edificios, dispuesto a quitarse la vida. Su vida, su pasado, se irá desplegando a modo de un puzzle frente al espectador. Pero su intento de suicidio resultará fallido. Los espíritus que habitan la casa le tienen preparado otro final.
Por Enrique Garcelán