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The Medium: un viaje al mundo de los espíritus

27/02/2022

Días antes de la inauguración del Festival de cine de Sitges 2022, recibí un mensaje de Facebook de una amiga que vive desde hace un tiempo en el Sudeste Asiático. En esta ocasión sus palabras procedían de Tailandia.

‘En España nunca hubiera imaginado ver y sentir seres… En este país pasa muy a menudo. Yo tuve la oportunidad de ver y sentir uno hace casi un año, y hace unos días le sucedió a una amiga mía. Aunque fue una experiencia diferente ya que ella lo tuvo dentro. Ojalá vengáis a vernos, porque os llevaré a sentir cosas especiales… que ni yo misma creía’.

The Medium (que se estrena este fin de semana en nuestra cartelera) explora el mundo espiritual tailandés de la misma forma que El extraño profundizaba en la espiritualidad y el chamanismo coreano. A pesar de que existe un nexo entre ambas producciones, el realizador, guionista y productor Na Hong-jin, la forma (la puesta en escena) y el fondo (el guion), diferencian ambas propuestas. Las dos, cada una en su estilo, son dos claros referentes del folk horror asiático que se ha reivindicado en los últimos años con películas como La reina de la magia negra, La mujer del infierno o May the Devil Take You (tres propuestas procedentes de Indonesia).



Estructurada como si se tratara de un documental, la película sigue a un grupo de reporteros que investigan el mundo sobrenatural tailandés. En su viaje encontrarán a Min, uno de los chamanes del norte de Tailandia. Y será el ritmo de la película, más propio de un documental de la National Geographic que de una película de terror, el imán que atrapará al espectador. De forma lenta, pero inexorable, conocerá el día a día de una población tailandesa, visitará el bosque, a los espíritus que habitan en él, hasta llegar a conocer a Min, el chaman que alberga al Dios Bayan en su interior. A través de sus rituales, el público conocerá la forma de vida de un chaman y a su familia. Será en ese momento, en el que aparece su sobrina Mink… cuando ya no habrá vuelta atrás.

Hace ya más de cuarenta años del estreno de Holocausto caníbal, más de veinte de la llegada de La bruja de Blair y quince de la terrorífica Rec. Pero tanto Banjong Pisantanakun (Shutter) como Na Hong-jin (The Chaser) consiguen algo diferente utilizando una estructura similar a la que emplearon Ruggero Deodato, Daniel Myrick, Eduardo Sánchez o Jaume Balagueró. Ambos, director y guionista, nos proponen un viaje al mundo sobrenatural de Tailandia. Una experiencia que, como la niebla que cubre el pueblo donde vive Nim, envuelve al espectador sin que éste pueda notarlo… Hasta que el terror explote como una pesadilla. En el momento en el que la ficción hará real ese falso documental que estamos viendo.

La película está repleta de imágenes que se quedarán grabadas en el subconsciente del espectador. Como el instante en el que vemos por primera vez al dios Bayan en plena selva, a los preparativos de los rituales, o la transformación de Mink (una joven normal, podría tratarse de cualquier persona). Jugando con la sugestión (el temor a lo que no vemos), pero también con el terror (el miedo a la oscuridad, a lo irracional, e incluso al gore), The Medium nos seguirá una vez acabada la proyección.



Con una producción por encima de los cuatro años (desde la escritura del guion original de Na Hong-jing, hasta la búsqueda de localizaciones en la zona norte de Tailandia), The Medium no busca innovar en el género, sino utilizar las herramientas que muchos conocen para adentrarnos en un viaje terrorífico a un mundo desconocido. Una apuesta que han aplaudido desde el Festival de Bucheon (donde ganó el premio a la mejor película), a todos y cada uno de los festivales internacionales por los que ha pasado.

Ni que decir tiene que las presentaciones que tuve que hacer de The Medium en el Festival de cine de Sitges fueron algo diferentes. Siempre las finalizaba con el texto que había recibido días antes.

Sin duda, como diría mi amiga que reside en Tailandia, los espíritus tailandeses han llegado a España para quedarse.

Una crítica de Enrique Garcelán

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