Corría un día del mes de Julio de 2011, el Casa Asia Film Week daba sus primeros pasos como festival (efímeros ya que sólo se ha celebrado una edición). Me encontraba en pleno Paseo de Gracia de Barcelona, en una terraza. Junto a mí se encontraba Ann Hui, a la que el CAFW rendía homenaje. Durante la cena, la directora, amable con todos los que nos encontrábamos reunidos alrededor de la mesa, comentaba diferentes anécdotas referidas a la industria de cine en Hong Kong. En un momento de la conversación nos contó la historia de una mujer adulta, amiga suya, a la que visitaba en una residencia de ancianos… Cuando acabó de relatarnos su historia, Hui esperó unos segundos antes de añadir… Mi próxima película rendirá homenaje a esta mujer… Ninguno de los que nos encontrábamos reunidos allí sospechamos que dos años más tarde la película a la que se refería Ann Hui, Una Vida Sencilla se estrenaría en España.
Una Vida Sencilla surgió así, de una sencilla velada en las calles de Barcelona.
Poco o nada podría añadir a lo que se ha dicho sobre Ann Hui, una de las realizadoras que mejor define la Nueva Ola de cine de Hong Kong, y que tras pasar por el CAFW, presentaba en 2012 en Granada, Una Vida Sencilla, consiguiendo el Premio del Público a la Mejor Película. Una historia tan sencilla como real: la descripción de los últimos años de la vida de Ah Tau (un papel poderoso en manos de Deanie Yip, ganadora de la Copa Volpi a la mejor actriz en Venecia), la que ha sido durante cerca de 60 años criada y niñera de una familia bien, hoy emigrada a los EEUU excepto uno de los hijos, Roger, (un Andy Lau magnífico en su papel dramático, que tan poco reconoce la crítica de nuestro país). Tau es una madre para Roger. Vive con él, le cuida, sirve…, hasta que la vida se encargue de recordarle que va siendo hora de que sea ella la que se cuide. Y que la vida le devuelva lo que ella le ha dado. La directora china camina con precisión de equilibrista en el filo del precipicio donde lo sensible deja paso a la sensiblería, para dar una lección de cómo hacer un drama sin tener que recurrir a los viejos artificios de siempre.
Ann Hui tiene tiempo de muchas cosas a lo largo de los casi 120 minutos que dura Una Vida Sencilla. A pesar de que la niebla de la emotividad se apodera del espectador desde los instantes iniciales de la cinta, Hui consigue rendir homenaje al cine, el que sin duda es uno de los motores que mueve las cuerdas de su propia vida. El metalenguaje al servicio de una pasión. Porque los fotogramas de Una Vida Sencilla también nos hablan del séptimo arte, del cine de Hong Kong, de su star system, del sentido de su existencia. ¡Ojo a los cameos de Tsui Hark, Champan To, entre otros…!
Una Vida Sencilla es un diez, que va más allá del drama buenrrollista que se deja ver (como la ha calificado algún crítico). Ann Hui nos habla de la vida y nos hace querer vivirla. ¿Es eso tan común dentro del mundo del cine? Por desgracia, creo que no.
De Enrique Garcelán